DOMINGO VI DE PASCUA (B)
Homilía del P. Sergi d’Asís Gelpí, monje de Montserrat
10 de mayo de 2015
Jn 15, 9-17
¿Diríais que es igual el amor de unos padres por los hijos, que el de los hijos por sus
padres? ¿Diríais que es igual el amor de una pareja y el que se pueden tener unos
amigos? ¿O el amor de alguien por sus enemigos? ¿O el amor de dos que se acaban
de enamorar y el amor de dos personas que han compartido toda una vida?
A todo ello lo llamamos amor. Pero, ¿qué queremos decir cuando decimos "te quiero"?
¿Qué nos sentimos bien con esa persona? ¿Que nos gusta cómo es? ¿Que la
admiramos? ¿Que la amamos mientras se porte como nosotros queremos? ¿Que
daríamos la vida por esa persona en cualquier circunstancia?
A veces, a todo esto se le llama amor. Pero todos sabemos que hay clases diferentes
de amor. Los griegos antiguos, esto, lo tenían bastante bien solucionado: porque
tenían diferentes palabras para definir las diferentes clases de amor.
στοργή (storgue), φιλία (filia), ἔρως (eros) y ἀγάπη (ágape), 4 palabras para definir el
amor.
στοργή hace referencia al amor que hay, por ejemplo, entre los miembros de una
familia. Es decir, el afecto que de manera natural pueden sentir los padres por sus
hijos. O entre hermanos.
φιλία se refiere al amor que hay entre los amigos. Habla de los vínculos que aparecen
como un milagro entre personas que se llevan bien. Sería el amor entre iguales.
ἔρως hace referencia al aspecto más romántico y sexual del amor.
Y ἀγάπη se refiere a un amor incondicional. Es decir, un amor que perdura sea cual
sea la respuesta del otro.
¿Por qué he dicho esto? Pues porque el Evangelio de hoy transpira amor por todas
partes. Jesús habla de él continuamente en el fragmento que hemos escuchado. Sin
embargo, ¿a qué clase de amor se refiere?
Como que el Evangelio fue escrito en griego, será fácil de saberlo. Jesús, cuando
habla del amor que nos tiene Dios, y nos dice que debemos amarnos unos a otros,
usa la palabra "ἀγάπη". Es decir, un amor que se da generosamente, con
independencia de cuál sea la respuesta del otro.
Por tanto, cuando Jesús dice "amaos los unos a los otros", no está diciendo:
"simpatizad con unos y otros", o "sentíos a gusto los unos con los otros". Nos está
hablando de un amor que es una opción por el otro. Y es la misma palabra (ἀγάπη)
que utiliza para hablar del amor a los enemigos.
Dicho esto, hagamos algunas consideraciones para poner los pies en el suelo. Todos
sabéis que una de las misiones de los monjes es escuchar a la gente que viene al
monasterio, y que muchos vienen a compartir lo que están viviendo. Cuando
escuchas, te das cuenta que muy a menudo no es fácil discernir entre las diferentes
clases de amor. A menudo están muy mezcladas. Y uno se puede dar cuenta de que,
lo que pensaba que era un amor muy generoso hacia otra persona, tal vez en realidad
era un amor posesivo.
El Evangelio de hoy puede ser una invitación a preguntarnos cómo queremos a los
demás. Con qué calidad. ¡Y quizás lleguemos a la conclusión de que hacemos lo que
podemos! Pero, al menos, puede ser bueno darnos cuenta que nos queda camino por
hacer, para llegar a ese amor generoso del que nos habla Jesús. Y caminar.
Jesús no dice que los otros amores sean malos o incompatibles con el ἀγάπη.
Simplemente apunta como meta el llegar a amar de manera incondicional.
Pienso que amar nos hace vulnerables. Porque no somos robots. Y cuando amamos a
alguien, si le queremos de verdad, nos afecta todo lo que pueda pasarle a esa
persona. No nos es indiferente. Quizás este "ser vulnerables" es el precio que
tenemos que pagar para amar, una herida inevitable. O quizás es la prueba de que el
amor es verdadero, pues no nos es indiferente lo que le pasa al otro.
Sea como sea, amar vale la pena. Y aprender a amar como Jesús vale mucho la pena.
Llena la vida de sentido.
Él mismo, en el Evangelio de hoy, nos dice que nos invita a vivir en el Amor para que
tengamos una alegría plena. No una alegría superficial, sino de verdad.
Los primeros cristianos, cuando se reunían para compartir la comida en comunión, lo
llamaban justamente el ἀγάπη. De alguna manera, eso que haremos nosotros ahora
también es un ἀγάπη. Nos une que somos seguidores de Jesús, y que queremos
aprender a vivir como Él.
Que Él nos ayude.