COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
24 de mayo de 2015 – Pentecostés
Evangelio según San Juan 20, 19-23
Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las
puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces, llegó Jesús y poniéndose en
medio0 de ellos les dijo: “la paz esté con ustedes”, mientras decía esto les
mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando
vieron al Se￱or; Jesús les dijo de nuevo. “la paz esté con ustedes, como el Padre
me envió a mí, yo también los envío a ustedes. Al decirles esto, sopló sobre ellos
y a￱adi￳: “reciban el Espíritu Santo, los pecados serán perdonados a los que
ustedes se lo perdonen y serán retenidos a los que ustedes se lo retengan”.
¡FELIZ FIESTA DE PENTECOSTES!
La presencia del Dios vivo que nos entregó en la Pascua -el paso definitivo de
Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, que nos liberó del pecado y de
la muerte en esa Pascua- también nos hace vivir de un modo resucitados,
celebrando y viviendo nuestra Pascua personal.
Pero ahora, cuando Cristo ascendió al cielo junto al Padre, nos envía -con el
Padre- el Espíritu Santo. Es importante darnos cuenta que su espíritu estará
siempre, y permanentemente, en la Iglesia. Por eso nos dice “no tengan miedo,
yo estoy con ustedes, les dejo la paz” y con ello tienen la fuerza y el poder del
Espíritu para perdonar los pecados “a aquellos que se los perdonen” y de
retenerlos a “aquellos que los retengan”
Con el Poder de su presencia -de un modo sacramental y de un modo eclesial-
Cristo está presente en la Iglesia, está presente en cada uno de nosotros -los
bautizados- y está presente de un modo muy especial en los sacerdotes y en los
obispos. Porque cuando ellos obran en nombre de Cristo, es Cristo mismo quien
perdona el pecado, nos da la vida de Dios y nos da el Espíritu Santo. Por eso
Cristo quiso quedarse en la Iglesia, especialmente en los sacerdotes y
plenamente en los obispos, sucesores de los apóstoles.
Ese conocimiento de Dios, del Espíritu, y esa adhesión que provoca en nosotros
como respuesta, nos hacen superar cosas que están muy cerca: salir del miedo;
ser originales y no copias; ser auténticos y no falsos; vivir en la verdad y no
estar con máscaras de mentiras; ser fieles y no ser infieles; ser transparentes y
no opacos.
Esta fuerza de Dios nos va sacando y nos hace renunciar a todo aquello que
obstaculiza nuestra vida; no solo en el plano moral, también en cuanto a la
unidad del amor, la unidad de la Iglesia, la unidad del Pueblo de Dios. ¡El
Espíritu sopla para que Cristo permanezca!, ¡el Reino de Dios está en medio
nuestro!, ¡está dentro de nosotros! Siempre nos hace ser jóvenes en el espíritu,
pero con un crecimiento de responsabilidad y de madurez, que también tendrán
que ir creciendo en nuestra vida.
¡Feliz Fiesta de Pentecostés! Que el Espíritu santo esté muy presente. Que
seamos discípulos misioneros. Y seremos misioneros si sabemos escuchar y
sabemos ser discípulos.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén