DOMINGO DE LA SANTISIMA TRINIDAD (b)
De cual Dios hablamos nosotros?
El Domingo de la Trinidad nos conduce de manera radical al misterio de Dios. Tiene Dios un
nombre? En un sentido, no tiene Él todos los nombres?
De igual modo, la Biblia, que afirma que el nombre por el cual Dios se revela a los humanos es
Yahvé (« yo soy el que soy” , o todavía yo soy el que será”) mismo, la Biblia utiliza otras
palabras. Ante todo, uno no dice nunca Yahvé. Es el nombre que no se debe pronunciar. Uno
dice el Señor, o Adonay. Pero todavía, uno encuentra el rastro de otros nombres, como El, o
Elohim que es un plural. Y luego, están los otros dioses de las naciones vecinas, los Baals, los
dioses de Canaán, los dioses de Egipto, los dioses de Babilonia y de Nínive.
Los musulmanes, que son monoteístas y que llaman a Dios Alá (que es cercano de la palabra
El, el dios de los semitas del cual habla la Biblia) , también tienen 99 nombres para nombrar
los atributos de Dios (el 100o es el nombre impronunciable o mejor desconocido que solo Dios
mismo conoce). Los musulmanes, a nosotros los cristianos nos tildan de ser politeístas (de
tener varios dioses). Es necesario advertir y decir de avance que nosotros tenemos al menos 4
nombres: primero que todo el de Dios, después los nombres del Padre, del Hijo y del Espíritu.
Tenemos nosotros 4 dioses? No, para nada. Pero el misterio de Dios escapa a la fragilidad de
nuestro lenguaje.
En “Romeo y Julieta”, Shakespeare presenta dos familias rivales y enemigas, los Montesco y
los Capuleto. Romeo y Julieta estan enamorados, pero Romeo es de apellido Montesco y
Julieta es una Capuleto. Y Romeo se demanda el por qué un nombre es tan importante. Una
rosa podría llamarse con otro nombre y aun así su perfume u olor no podría menguarse.
Por qué creemos nosotros en la Trinidad, en el Dios Padre, Hijo y Espíritu? Por qué bautizamos
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu?
Por qué hacemos el signo de la cruz en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu? Por qué las
oraciones de la Eucaristía (misa) se dirigen ellas al Padre, por el Hijo, en el Espíritu, como lo
dice la fórmula usual: “Por Cristo, tu Hijo Nuestro Señor, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos?”
En una antigua oración, San Gregorio Nacianceno dice:
¡OH, TÚ, EL MÁS ALLÁ DE TODO!
«¡Oh Tú, el más allá de todo!,
¿cómo llamarte con otro nombre?
No hay palabra que te exprese
ni espíritu que te comprenda.
Ninguna inteligencia puede concebirte.
Sólo tu eres inefable,
y cuanto se diga ha salido de ti.
Sólo tu eres incognoscible,
y cuanto se piense ha salido de ti.
Todos los seres te celebran,
los que hablan y los que son mudos.
Todos los seres te rinden homenaje,
los que piensan y los que no piensan.
El deseo universal, el gemido de todos,
suspira por ti.
Todo cuanto existe te ora,
y hasta ti eleva un himno de silencio
todo ser capaz de leer tu universo.
Cuanto permanece,
en ti solo permanece.
En ti desemboca el movimiento del universo.
Eres el fin de todos los seres;
eres único.
Eres todos y no eres nadie.
Ni eres un ser solo ni el conjunto de todos ellos.
¿Cómo puedo llamarte,
si tienes todos los nombres?
¡Oh Tú, el único a quien no se puede nombrar!,
¿que espíritu celeste podrá penetrar
las nubes que velan el mismo cielo?
Ten piedad, oh Tú, el mas allá de todo:
¿como llamarte con otro nombre?»
En el lenguaje popular, se habla de Dios, del Dios grande, del Dios bueno. Dios es amor, dice el
evangelio de Juan. Los amerindios oran al Gran Espíritu, pero también hablan de la “Tierra
nuestra madre” (Pachamama, para la cultura incaica).
Por qué siendo un nombre femenino Trinidad, contiene tres nombres masculinos? Dios no
tiene sexo, es bien sabido. Ahora, como dicen ciertos feministas: “Oremos a Dios, ella nos
escuchará” .
Personalmente pienso que de Dios no se puede hablar a la ligera, a la “topa tolondra”, dicen
en cierta región de mi país. Primero que todo porque estaríamos cometiendo el pecado más
grave sobre el cual Jesús nos advirtió: “la ofensa del Espíritu Santo”, y que un viejo sabio
profesor sacerdote nos enseñó que se llamaba “pecado de presunción”. Segundo, porque
probablemente esto es defecto de una cierta teología que habría querido explicar Dios como
se demuestra un problema de lógica y de matematicas. Hay una canción en francés de
Georges Dor que dice: “Le très
beau nom de mon amour, quotidien comme le pain, comme la vie quotidienne. » (« El más
bello nombre de mi amor, cotidiano como el pan, como la vida cotidiana »).
En el amor, nosotros inventamos nombres, sobrenombres, diminutivos. Cada amor tiene sus
nombres secretos que hacen parte del lenguaje exclusivo de los enamorados: (“mami”, “papi”,
“querido (a)”…) Entonces, por qué llamar a Dios con los nombres de Padre, de Hijo y de
Espíritu? Estos no son nombres que nosotros le damos a Dios (no vienen de nosotros, no se
han originado en nosotros) … Son nombres que Dios emplea para hablar de sì mismo. La
pregunta no es : De cuál Dios hablamos nosotros? La verdadera cuestión es: Como habla Dios
de Él mismo…Qué dice sobre Él mismo? Cómo hablamos nosotros a Dios?
La tradición bíblica marca el paso del politeísmo al monoteísmo. Las naciones paganas que
rodean a Israel adoran varios dioses. Y es muy normal. Puesto que la naturaleza habla de Dios
y ella habla de diferentes maneras. De manera totalmente natural, los humanos le dan al Dios
de la naturaleza los nombres más diversos.
La palabra “pagano” viene del latin “ paganus ”, es decir campesino. El que uno se represente a
Dios como una serpiente, un águila, como el amo del viento, del fuego, del trueno, como un
árbol o como un río, es bien normal. Todas las imágenes de Dios son posibles. Este Dios de
aquí es el dios de las fuerzas telúricas (de la tierra), de los espíritus, de las fuentes y de los
bosques. No es esto un poco lo que hacemos con el culto de la Virgen y de los santos?
Normalmente cuando oramos, nos dirigimos a Dios mismo, al Todo-Poderoso, al Totalmente-
Otro. Mas, hay uno que ama a San Judas, San Antonio, San José, Santa Magdalena o María, la
madre de Jesús. En la piedad popular, hay santos para la lluvia, hay otros para ciertas
enfermedades, otros para los objetos perdidos. El viejo paganismo nunca ha estado muerto.
Pero el verdadero Dios, aquel que se revela y que dice su nombre, no es simplemente el Dios
de la naturaleza, o el Dios del azar. Para Israel, el verdadero Dios, es Yahvé, de quien uno no
osa decir el nombre. Es el Señor tu Dios, aquel que ha visto la miseria de su pueblo y lo ha
hecho salir de Egipto, le ha dado una ley, lo ha guiado hacia un país donde manan la leche y la
miel. EL verdadero Dios es aquel que se interesa por un pueblo, el pueblo elegido. Es por ello
que Moisés comprende que Dios no es simplemente el símbolo de las fuerzas tutelares de la
naturaleza. Él es el Dios que entra en relación con nosotros. Es el Dios que habla y que actúa.
Es esta experiencia de elección y de amor que pone a Moisés sobre la buena ruta ( sobre el
buen camino).
“Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios arriba en el cielo, y
aquí abajo en la tierra; no hay otro” (Deuteronomio 4,39).
Cuál es el Dios que nos habla? A cuál Dios hablamos nosotros? Por Moisés, este Dios ha dicho
su nombre. Y para hablar a Dios, es conveniente tomar el nombre que Él ha revelado.
Es esto lo que Jesús nos ha enseñado en el prolongamiento o prolongación de la experiencia
de Moisés. No hay más que un solo Dios, el Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el
Dios de Moisés. Este Dios se ha revelado Él mismo hasta el final en Jesús, su Hijo. Uno no habla
nada más que de la salvación de una nación, del pueblo elegido. Uno habla del destino de la
humanidad. Jesús es el Verbo de Dios hecho carne. Y el Verbo se hizo carne (hombre) y ha
habitado entre nosotros. Jesús es la Palabra del Padre que nos ha sido dada y que habita en
nuestros corazones. También cuando Jesús resucita de entre los muertos, nos hace el don de
su Espíritu. Es por eso que nosotros decimos: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Es así como Dios
habla de sí mismo. Es así como nosotros hablamos a Dios.
La Trinidad no es primordialmente una doctrina (o un dogma a creer irrefutablemente), es una
experiencia. Cuando decimos Dios, es siempre del Padre que nosotros hablamos. Cuando
hablamos de Dios que viene hacia nosotros y que comparte nuestra aventura humana,
nosotros hablamos siempre del Hijo, de Jesucristo nuestro Señor. Cuando oramos a Dios, es
siempre el Espíritu de Dios que gime en nosotros y nos hace gritar (decir) Padre.
Cuando Dios se revela, Él entra en relación con nosotros en calidad de Padre, Hijo y Espíritu.
Cuando nosotros queremos entrar en relación con Dios, nosotros hablamos del Padre, del Hijo
y del Espíritu.
No hagamos de los nombres de Dios una querella de palabras, y todavía menos, una guerra de
religiones. Nadie entre nosotros puede pretender hablar en nombre de Dios y mucho menos
pretender poner la mano sobre Dios. Es más importante ser buscadores de Dios y hablar a
Dios.
ORACIÓN
Padre Santisimo,
Tú eres nuestro Padre,
Creador del cielo y de la tierra,
El Dios de millones de edades.
Tú eres nuestro Padre,
Tú eres mi Padre.
Es en Jesús tu Hijo
Que yo llego a ser tu hijo.
Por Él, tu Palabra Viva,
Tú habitas en medio de nosotros.
Por su muerte y su Resurrección,
Él nos descubre lo absoluto de tu amor
Y nos da su Espíritu.
Que el Espíritu del Padre y del Hijo
Cante en mí,
Que Él me enseñe la oración y la alegría,
Que guarde mi memoria viva,
Que Él abra mi vida a la esperanza y al amor
En medio de mis hermanos en Iglesia,
En medio de mis hermanos en humanidad,
En las alegrías como en las penas,
En la colaboración y en la adversidad.
Oh Señor, no ceses nunca
De revelarnos tu rostro.
Amén!
DIOS
TRASCENDENCIA
MISTERIO
Nuestro concepto de Dios debe ser constantemente renovado «Anclar
nuestra mente en una gracia pasada es perderse gracias futuras El
Dios que conocí ayer no será necesariamente el que se me revelará
mañana. No te alimentes de memorias. Las memorias están muertas,
mientras que Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Dios es
eternamente nuevo. Acércate a él dispuesto a ser sorprendido.
Convéncete de que no lo conoces y de que puedes traer hoy un
rostro distinto del que tú te imaginas. No pongas en lugar de Dios la
imagen de Dios que tú te has elaborado en el pasado: eso es idolatría
espiritual. Repite la oración: 'Señor, líbrame de todos los conceptos
pasados que he formado de ti'. Lo que hemos de hacer al acercarnos
a Dios es recoger todos los conceptos pasados que de él tenemos,
almacenarlos en la bodega de nuestra mente, y luego acercarnos a
Dios, conscientes de que estamos cara a cara con un Dios cercano y
a la vez desconocido, infinitamente sencillo e infinitamente complejo.
Sólo si estamos abiertos de par en par a cada instante, se nos
revelará el desconocido, y se nos revelará tal como es hoy a nosotros
tal como hoy somos. Tenemos que aguardar con la mente y el
corazón abiertos, sin intentar darle forma a Dios o encerrarlo en
conceptos e imágenes; y sólo entonces podemos llamar a la puerta».
(Anthony Bloom, arzobispo ortodoxo)
P. Gustavo Quiceno Jaramillo
Diócesis de Valleyfield (Quebec)-Canadá