Dónde estás
La Biblia estable las relaciones entre Dios y la humanidad. Es un encuentro entre partes,
mejor, entre amigos. Sin embargo, comienza con un des-encuentro. Uno de los dos ha
fallado. Se esconde. Hay vergüenza. Y el otro, en su búsqueda, clama: ¿Dónde estás? Es la
primera pregunta de la historia. Historia universal, historia regional, historia personal. Dios
tiene en sus labios para todos-todas, esta pregunta siempre: ¿Dónde estás?
Dios siempre nos busca allí donde deberíamos estar. En cambio, nuestra situación es
diferente. Siempre estamos en el lugar equivocado. Adán y Eva tenían una cita diaria con
su Señor. “De tarde en tarde Él iba a visitarlos”. Pero esta vez, no estaban presentes. Es
nuestra condición humana inclinada al extravío, a las disculpas, a los subterfugios y a la
manipulación de nuestra propia conciencia en favor de nuestra debilidad.
Los familiares de Jesús van en su búsqueda. No toleran que esté ‘fuera’ de su entorno. Lo
quieren atrapar, cosificar. Incluso, lo consideran ‘loco’. No aceptamos que alguien esté
fuera de nuestro pensamiento mezquino, de las reglas de prudencia, de nuestros miedos, de
la diplomacia de disfraces. El Espíritu de Jesús rompe estos estándares de esnobismos y
modas y nos llama a esta locura de des-ubicación para la construcción de su Reino.
“Tu Madre y tus hermanos están fuera”. Pero Jesús está en otro plano: La universalidad, la
familia más allá de derechos adquiridos, una familia conquistada a base del rompimiento de
barreras, en construcción permanente de la solidaridad y la fraternidad. Allá en el Paraíso se
construyó el primer escondite donde se entreteje todo disfraz. Jesús nos deja al descubierto
y abre las puertas a la bondad inefable donde la interioridad comparte con lo universal.
Cochabamba 07.06.15
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com