D O M I N G O XV ( B ) Marcos VI, 7-13
A la gratuidad de los dones de Dios correponde, la hospitalidad con sus enviados
- Por el Bautismo todos hemos recibido, además de la vocación cristiana, la
misión de evangelizar. Por eso, cada uno, a la manera propia de su condición,
ha de ejercer de apóstol en el marco de la vida en el que Dios le ha colocado.
- Pero hay algunos cristianos a los que Dios, además de esta misión que
incumbe a todo cristiano, ha constituido como “ profesionales” de la
evangelización, por así decirlo. Ha querido que haya algunos ministros suyos
que ejerzamos y actuemos, en su nombre y con su autoridad, ( in persona
Christi), y que hagamos de esta dedicación, nuestra específica vocación.
- El Evangelio de hoy tiene el encanto de relatarnos, la vocación y la misión de
los primeros profesionales (los Apóstoles), a los que Jesús revistió de autoridad
y a los que, antes de su partida, les hizo una serie de recomendaciones.
- En un lenguaje e imágenes propios de las costumbres orientales, (bastón,
alforja, faja...) les da unos consejos que sintetizaban dos importantes actitudes
esenciales y válidas para los apóstoles de todos los tiempos:
1ª) Desprendimiento del apóstol.
- En primer lugar el Señor les advertirte que, el ajuar del apóstol de Cristo, ha de
ser sobrio, ligero. Los sacerdotes no podemos estar hipotecados por la
preocupación de las cosas materiales y temporales que obstaculizarían la
necesaria libertad de espíritu que ha de tener el apóstol en el ejercicio de su
misión. El ajuar, por tanto, de los profesionales del Evangelio, viene a decir
Cristo, debe ser, el estrictamente necesario para poder realizar, con naturalidad
en medio del mundo, el desempeño de su misión evangelizadora.
2ª) Gratuidad de la misión.
- En segundo lugar, el apóstol debe ejercer su misión de forma generosa y
desinteresada:
“Dad gratis lo que habéis recibido gratis” . El don de la Fe es un don
gratuito que, lógicamente, hemos de ofrecerlo de forma gratuita.
- Pero, al mismo tiempo Jesús nos aclarará que, como el apóstol tiene una
necesidad de supervivencia, esta gratuidad del apóstol ha de estar correspondida
con una actitud generosa de los evangelizados. Por eso, los que reciben la
evangelización, - dice el Señor- , deben ofrecer hospitalidad a los servidores del
Evangelio , porque, “El obrero, merece su salario” , ( San Mateo X, 7-5) . Y hasta
ordena reprobar a los que no practiquen esta hospitalidad con sus
enviados: ”Sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa”. (Marcos,6-11)
- Esta necesidad de ayudar a los evangelizadores, la condensa la Iglesia en su
5º Mandamiento: “Ayudar a la Iglesia en sus necesidades”.
Quizás por un cierto pudor, no solemos hablar mucho los Sacerdotes de este
tema pero, no cabe la menor duda que es parte de la responsabilidad de todo
buen cristiano.
- Y, en nuestra Iglesia actual, ¿cómo pueden los fieles practicar esta obligación
de, ayudar a la Iglesia? Como está ya superado aquello de, “los diezmos y
primicias”, hoy estos son los principales cauces de ayudar a la Iglesia:
1º) Mediante las Colectas de las Misas.
2º) A través de la voluntaria suscripción de una Cuota Parroquial.
3º) Por los Estipendios que se dan con motivo de un servicio religioso,
(Misas, Bautizos, Matrimonios....)
Bien entendido que, con ese estipendio, no se paga la Misa ó el Bautizo...,
(dones de Dios que son impagables y no tienen precio cuantitativo). Lo que
ocurre es que, no deja de ser una ocasión propicia, cumplir con la obligación de
ayudar a la Iglesia, con motivo de recibir estos determinados servicios religiosos.
4º) Y, se ayuda también a la Iglesia, mediante la Asignación estatal:
marcando la correspondiente cruz en nuestra Declaración de la Renta, lo que,
aunque nuestra Declaración sea negativa, repercute en ayuda a la Iglesia
Católica.
- Sintámonos todos responsables de nuestra Madre la Iglesia y de su labor
evangelizadora que Cristo encomendó a los Apóstoles y a todo el pueblo de
Dios que constituimos la Iglesia. Guillermo Soto