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Domingo 16B TO
“Vengan ustedes a un sitio tranquilo a descansar un poco” (Mc, 6 30-34)
(Diálogo sobre el Evangelio de hoy: Descanso)
José Martínez de Toda, S.J. ( martodaj@gmail.com )
Jesús invita a sus discípulos a descansar. ¿Por qué?
Jesús los había enviado de dos en dos a los pueblos vecinos a proclamar su mensaje
de conversión, a expulsar los demonios y a ungir con aceite a los enfermos. Todo ello era
signo de que el Reino de Dios estaba ya allí.
Volvían contentos con muchas cosas que contar. Y vendrían cansados. Jesús les invita
a descansar y a que cuenten todo lo que les pasó.
Así que Jesús y sus apóstoles se fueron en una barca a un lugar apartado.
Es curioso que el “descanso” que Jesús les ofreció no era bullicio y decibeles, sino un
descanso en SILENCIO, solos con Él aparte, “en un lugar solitario”. Jesús busca un sitio, que
ofrezca la oportunidad de “escuchar”, de estar en comunión más íntima con Él, como Él
entraba en comunión con su Padre, retirándose a "lugares solitarios" (cf. Marcos 1, 35).
Jesús ofrece a sus discípulos el pan de la palabra, el pan de la eucaristía, su enseñanza
y el alimento del alma.
Nosotros también vivimos en el reino del ruido: ruido en las calles, en las casas, en los
carros y en los corazones. A algunos les gusta el ruido, y ponen los parlantes a todo volumen,
sin darse cuenta que pueden molestar a los demás.
De vez en cuando nos conviene un tiempo de paz y oración, de quietud y descanso, de
reflexión. Esto es tan necesario como el respirar.
Durante seis días de la semana estamos divididos entre la avaricia y la necesidad,
entre el ruido loco en nuestras cabezas y el silencio oracional del corazón.
El domingo descansamos de nuestro trabajo y de nosotros mismos. Recordamos todo
lo que Dios ha hecho en la creaci￳n, en Jesús, en nuestras vidas…
¿Cómo se descansa y se hace oración ante Jesús?
San Ignacio de Loyola es un maestro de la oración. Él propone varios métodos. Uno
de ellos tiene los siguientes cinco pasos:
1º Uno se pone en la presencia de Dios (preferentemente de pie), diciendo: “Creo
firmemente que estás aquí presente…” Uno mira fijamente a Jesús, al Padre Eterno, al
Espíritu Santo, a la Virgen, a los Santos… Y, a la vez, se deja mirar amorosamente…
2º Se pide ayuda de algo concreto. Por ejemplo, lograr aprender lo que Jesús enseña
en algún pasaje evangélico, que he elegido para meditar.
3º Voy recorriendo ese pasaje evangélico , fijándome primero en lo que Jesús dice,
después en lo que Jesús hace. Hablo con Él, como con un amigo, sobre todo esto.
4º Hago un triple coloquio (preferentemente de rodillas):
a.
Le pido a la Virgen que me presente a Jesús, pues le quiero pedir
algo, y le rezo un Ave María .
b.
Le hago a Jesús la petición que deseo y le pido también que me
presente al Padre y al Espíritu Santo, pues les quiero pedir a ellos también
lo mismo, y le rezo el “ Alma de Cristo ”.
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c. Por fin les pido al Padre y al Espíritu Santo que me obtengan lo que les
pido, y rezo un Padre Nuestro y Gloria al Padre .
5º Por fin examino brevemente mi oración para ver cómo me ha ido y si la debo
corregir en algo. Es la autoevaluación.
Otra forma de orar es seguir atentamente la Misa, la Eucaristía.
¿Y logró llevar Jesús a sus discípulos a ese sitio de ensueño, tranquilo y
sereno?
¡Qué va! La dicha no les duró mucho.
Los seguidores de Jesús se dieron cuenta adónde iba Jesús en la barca, y “…fueron
allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que Él.” (v.33):
¿Cómo reacciona Jesús ante esta insistencia de la gente?
Jesús nunca parece molestarse por nuestras interrupciones, nuestra constante
necesidad de su compasión y enseñanza. Y muestra dos actitudes ante la multitud:
- Una extraordinaria disponibilidad .
- Una gran compasión por la gente necesitada. «Le dio lástima de ellos». Los lleva a
todos muy dentro de su corazón. Nunca los abandonará.
La palabra “compasi￳n” ( esplanchnisthe) se usa también para indicar ‘las entrañas’.
Como cuando decimos: “Se le conmovieron las entra￱as”. Esa palabra describe un
sentimiento de simpatía que comienza en la parte más profunda de una persona.
Jesús tiene compasi￳n de la multitud, porque son “como ovejas sin pastor” (v. 34).
<A Jesús nunca le estorba la gente. Fija su mirada en la multitud. Sabe mirar, no sólo
a las personas concretas y cercanas, sino también a esa masa de gente formada por hombres y
mujeres sin voz, sin rostro y sin importancia especial… gentes sin guías para descubrir el
camino, sin profetas para escuchar la voz de Dios. Por eso, «se puso a enseñarles con calma»,
dedicándoles tiempo y atención para alimentarlos con su Palabra curadora.> (Pagola)
Como ovejas sin pastor’ es una frase, que usa Moisés (Números 27:17) y el profeta
Ezequiel (Ezequiel 34:5-6). Las ovejas necesitan un pastor que les guíe por sendas seguras,
que les ayude a encontrar comida, que les defienda contra el peligro, que les busque cuando
se desvían, y que les devuelva al rebaño. (Salmo 23)
Jesús es el buen Pastor que da su tiempo, su Palabra y hasta su vida por sus ovejas, y
quiere que ellas tengan vida y vida abundante (Juan 10,10).
¿Cuáles son las preocupaciones de Jesús con la gente?
Son tres: enseñar (v. 34), alimentar (vv. 35-44) y sanar (v. 56).
Estas tres actividades demuestran la preocupación de Jesús por el bienestar físico y
espiritual de todos. Es lo que la Iglesia ha hecho a través de los siglos. Palabra y sacramento
constituyen el centro de nuestro ministerio, pero pan y ropa son casi tan importantes.
Quizá la multitud busca un milagro, pero Jesús le ofrece enseñanza. Marcos no nos da
a entender, sin embargo, que la multitud esté decepcionada.
Tienen que ver en nosotros la compasión de Jesús. Tenemos que mostrar los caminos
a seguir para encontrarse con Dios. Debemos aprender a actuar con más compasión; debemos
escuchar el sufrimiento de la gente.