COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires )
decimosexto durante el año, Ciclo B
Evangelio según San Marcos 6,30-34
Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo
que habían hecho y enseñado. Él les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar
desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que
no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar
desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades
acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús
vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin
pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
DIOS NO SE CANSA
Los Apóstoles habían sido enviados y regresaron contentos porque -en el Nombre
del Señor-hicieron muchas cosas; llegaron cansados y querían descansar; un
legítimo descanso ante una jornada fatigosa y agotadora. Sin embargo la gente los
seguía buscando; esa es la actitud y el Se￱or se da cuenta de eso: “se compadeci￳
de la gente, porque eran como ovejas sin pastor y estuvo enseñándoles largo rato.”
Es la imagen de Dios que no se cansa; no se cansa de lo que uno le pide, no se
cansa de la fragilidad, no se cansa de los límites, no se cansa de nuestros miedos,
de nuestros pecados: Dios está siempre presente, acompañándonos, animándonos
y levantándonos.
Él quiere que cada uno de nosotros tengamos esa imagen y que la podamos repetir
en nuestra vida. Ustedes dirán ¿cómo tenemos que repetir esa imagen del Buen
Pastor? Cada uno en su lugar: el Obispo, el sacerdote, el diácono, los seminaristas,
las religiosas, los religiosos, los fieles laicos.
Pero siempre, para poder seguir brindándose, hay que hacer una renuncia: al
cansancio o al tiempo de uno, etc. Pero si uno está unido a Dios debe permitir ser
“comido” por la gente. Es la imagen de un papá o de una mamá, que están
cansados y quisieran descansar porque lo necesitan. Pero los reclamos de los hijos,
que la fiebre, que el llanto, el dolorcito que puedan tener; reclaman y dicen
“¡bueno, olvida que estás cansado, hay que atender al hijo!”; porque el amor del
hijo supera la fatiga y el cansancio.
Pero quien no es capaz de renunciar, no puede amar más ni servir mejor. Por eso,
en nuestra vida tenemos que desarrollar y cultivar una actitud diaconal, de un
verdadero servicio, superando nuestros instintos y egoísmos naturales. Quien es
capaz de renunciar podrá servir y amar más.
Que el Señor nos ayude a tomar fuerza y ejemplo de Él; y que cada uno mejore la
calidad de trato, la calidad de vida, en la sociedad y en la Iglesia, a ejemplo de
Jesucristo el Buen Pastor.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén