D O M I N G O XVII (B) (Juan, VI, 1-15)
Haz lo que puedas , y lo que no puedas, ¡ pídeselo a Dios !” (San Agustín)
- Al leer este Evangelio, tantas veces escuchado, se me ocurre una pregunta
que, tal vez, os la hagáis muchos de vosotros: ¿Qué pretende la Iglesia con
repetirnos machaconamente, año tras año, las mismas escenas evangélicas, los
mismos discursos del Señor? ¡Si ya los hemos oído muchas veces y nos los
sabemos de memoria!
- Unas palabras del Apóstol Pedro nos dan una pista para encontrar una
acertada respuesta: “……..mas, la Palabra del Señor vive y permanece para
siempre” (I Pedro, 1,25) Con otras palabras, lo que Pedro viene a decirnos es
que, la Palabra de Dios es siempre vieja, pero es también siempre nueva:
- Siempre vieja, porque es la misma que salió de los labios de Jesús.
- Y, siempre nueva, porque, esa Palabra de Dios, tiene la virtualidad de
poderse aplicar a la vida y a los hombres de todos los tiempos.
- Sería razonable nuestra queja de que se nos repita machaconamente las
mismas cosas si la considerásemos sólo como palabra siempre vieja. ¿Para qué
repetir continuamente las mismas escenas y los mismos discursos del Señor?
- Pero si hacemos un esfuerzo por tratar de descubrir esa perenne novedad ,
concluiremos que la Palabra de Dios, ¡siempre tiene una eficaz actualidad!
-. Y a eso es a lo que debe ayudarnos la Homilía del Sacerdote: a desentrañar, a
descubrir esa perenne actualidad de las palabras de Cristo.
- ¡Aceptemos el reto!: ¿Cuál es esa enseñanza actual y aplicable a mi vida, que
nos ofrece la escena de la multiplicación de los panes y los peces?
- Por las palabras y gestos empleados por Cristo, podríamos decir que, en
síntesis, este es el mensaje que Cristo nos transmite en esta escena evangélica:
Que, cuando nos encontremos en dificultades y problemas que nos superan,
pongamos generosamente los insuficientes medios a nuestro alcance y
después, confiemos totalmente en El y en el poder de la oración.
- Analicemos la escena:
- Una multitud hambrienta que sigue a Jesús. 
- La intervención de los discípulos que, viéndose desbordados por la
situación, piden a Jesús que intervenga.
- Un muchacho que, ante el requerimiento del Señor, ofrece lo que tiene.
(sus cinco panes y dos peces)
- Y, finalmente, la milagrosa intervención de Jesús que, haciendo uso de
su poder, pone remedio al problema.
- Si trasladamos este hecho histórico a nuestras personales circunstancias,
también hoy podemos nosotros encontrarnos ante problemas y necesidades,
tanto a escala personal como colectiva, que desbordan nuestras capacidades
humanas y ante los que sentimos impotencia e incapacidad para resolverlos.
- En esta posible situación, hace falta que creamos firmemente en el poder de
Dios porque, el Señor sigue siendo el mismo ayer y hoy porque, como nos
advierte Isaías gráficamente: “No se ha encogido la mano y el poder de Dios”,
(59, 1-2).
- Lo que, posiblemente, no siga siendo igual hoy y sí ha podido menguar es:
- Aquella generosidad del muchacho que entrega lo que tiene, los “ cinco
panes y cinco peces” de sus posibilidades que, precisamente,
provocaron la milagrosa intervención de Dios.
- O, posiblemente, no sea la misma, haya menguado, nuestra total
confianza en Dios y en el poder de la oración.
- El mensaje del Señor, para ti y para mi, a través del Evangelio de la
Multiplicación de los panes, es este:
- En las situaciones límites que se te presenten, tenemos necesidad de
poner nuestra total confianza en Dios y en el poder de la oración.
- Sin olvidar la importancia que tiene la generosidad del que pone todo
lo que está de su parte, (como lo hizo el muchacho de la escena) porque
esa generosidad es la que provoca la poderosa intervención de nuestro
Padre Dios y hace realidad el conocido refrán castellano: “Pon de tu
parte y Dios te ayudará” .
Guillermo Soto