Levántate y anda
Hay muchas gentes “sentadas en sombras de muerte”. Se les acab￳ la ilusi￳n, el sue￱o, la
pasión de vivir, de hacer algo, de construir un mundo nuevo, de auto-descubrirse, auto-
transformarse. En los países del primer mundo, muchos jóvenes se suicidan porque lo
tienen todo. En el tercer y cuarto mundo lo hacen porque les falta todo. En ambos casos hay
un vacío existencial profundo: Se les acabó el combustible de la vida: Ser para los demás.
Elías, el más grande profeta, sufre la más grande decepción, se encierra en su soledad, se
apaga en sus ojos toda ilusión, se le acaban los horizontes. Es el drama escueto de la
postmodernidad. Perdimos el sentido de la vida. Aquello que nos lleva a construir nuestro
futuro desde una vocación simple de servicio, de apertura a los demás… Elías, desde lo
rec￳ndito de su conciencia escucha este llamado: “Levántate y anda”, sigue el camino.
Pablo lo expresa desde una convicci￳n mucho más honda: “No entristezcan al Espíritu
Santo”. Es decir, no menosprecien su vocación a la superación, a la creatividad, a la
novedad. Y Pablo resume todo esto en una sola palabra: Amor. Pareciera que hoy estén
cerradas todas las puertas o compuertas o exclusas del amor…nos comió el egoísmo, el
disfrute momentáneo del placer y olvidamos todo amor, verdadero amor, es entrega sin
condiciones, sacrificio y cruz.
Estas muchedumbres que seguían a Jesús, terminan en un pecado, capital hoy, de la
murmuración. Es la sociedad de la quejumbre, de la impotencia. No sólo no avanzamos,
sino que queremos impedir que los demás lo hagan. Sufrimos de parálisis intelectual,
espiritual, cultural, política. También religiosa. Y alguien susurra, en canción de cuna,
“levántate y anda”, está servida la mesa, dice Jesús con el Pan que da la vida.
Cochabamba 09.08.15
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com