Una sabiduría práctica
Albert Eistein nos advirtió proféticamente: “Tengo miedo del día que la tecnología vaya a
sobrepasar la interacción humana. El mundo será una generación de idiotas”. No estamos
lejos de aquella visión del sabio. Hemos perdido el don de la comunicación, de las
relaciones, de la mirada, de la bondad. La palabra se nos volvió esquiva, mezquina. No nos
interesa nuestro interlocutor y perdimos el ritmo de la convivencia.
En la Palabra hoy, se nos plantea una dialéctica práctica: Sabiduría y terquedad. Podemos
escoger. La opción que va ganando más seguidores es la terquedad. Nos estamos cerrando a
nosotros mismos y excluimos a los demás. En cambio, la sabiduría tiende manteles e invita,
sin distingos, a cuantos más necesidades tienen, a quienes el hambre los devora. Y mezcla
los bienes para hacerlos más abundantes y más generosos.
Pablo insiste en el comportamiento. No actuar como necios, sino como sabios. Darnos
cuenta del momento que vivimos y asumir actitudes que hagan de nuestro tiempo algo
digno de nuestra existencia, vivible, posible, alegre, compartida. Saber que el Espíritu es
quien acuna en nuestros corazones las semillas de nueva humanidad en la capacidad de
construir un mundo según justicia, fraternidad y solidaridad.
Jesús, Pan vivo, partido y repartido, nos abre a los gozos de una vida en novedad, en
disfrute para toda la humanidad. Sus manteles llegan a todo ser viviente para convertirnos
en ofrendas multiplicadas que hagan viable el compartir como signo de una nueva
humanidad que deja atrás todo egoísmo y prende una nueva luz en nuestra caminada,
aquella que nos indica los senderos de la comunión en la diversidad de dones.
Cochabamba 16.08.15
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com