Palabra plantada
Dice el adagio que “a las palabras se las lleva el viento”. Pero hay palabras de palabras.
Cuando la madre te dice que te ama, eso se siembra en el corazón y da frutos abundantes
que marcan tu vida. Cuando un político te habla es apenas una brisa de la tempestad que lo
sacude en el abismo de sus mentiras. Y cuando tu vida se hace eco de la Palabra, entonces,
esa Palabra se anida en tu vida con calor de fecundidad.
Conocemos la historia del Pueblo de Israel. Han recibido la Palabra como creadora y
salvadora de sus vidas. Pero, la han olvidado o tergiversado. Han sepultado la memoria. Se
han hecho sordos. Moisés hace esfuerzos inauditos para develar esa memoria, para abrir sus
oídos. “Escucha” es la palabra más repetida en el Antiguo Testamento. Y viene la Promesa:
Si escuchas y vives esta Palabra, serás un pueblo sabio y sensato. Es Palabra que exige la
coherencia, es decir, la relación directa entre escucha y vida.
Jesús pide a sus interlocutores transparencia. Es otro elemento clave de esta Palabra. No
vale decir que respetamos las tradiciones y las negamos con nuestras vidas oscuras,
incapaces de asumir los “signos de los tiempos”. Nuestros corazones son el caldo de cultivo
de todo aquello que siembra hoy en el mundo la violencia, el odio, las guerras, las
exclusiones. Cuando esta Palabra se hace luz en lo más íntimo, nace la bondad, la paz.
Es Santiago quien nos pide plantar la Palabra. Injertarla en nuestras entrañas haciéndola
vida de nuestras vidas, raíz de nuestra Fe, motor de nuestras actividades y energía
permanente de todo nuestro compromiso. Pero es que la fe se siembra y es la Palabra su
germen fecundante, su hábitat propio, su razón de ser. Y Santiago lo va a decir más
claramente que la Fe sin obras es muerta. Esa “Palabra plantada” asegura su vida.
Cochabamba 30.07.15
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com