XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
¡SÍ ó SÍ!
Padre Javier Leoz
Acaba el mes de agosto –solo nos falta un domingo—y, a una con él, el discurso del
evangelio de Juan, el discurso de Jesús sobre al Pan de Vida. Comenzó todo con la
multiplicación de los panes y los peces y, hoy, finaliza con una interpelación:
¿También vosotros queréis marcharos?
1.- Jesús no dejó indiferente a nadie: cuando tuvo que hablar, alto y claro, lo hizo.
Y, además, lo hizo sin miramientos y sin tener en cuenta a sus más allegados.
Quería seguidores con cintura, grandeza en el corazón, claridad en la mente y
largueza en las manos.
La prueba del algodón se daba en muchas ocasiones:
-cuando el hablar de Jesús les resultaba excesivamente duro
-cuando tenían que renunciar a otros dioses y abrazar al Dios de Jesús
-cuando había que entregarse hasta la extenuación y a costa de uno mismo
-…..
Muchos se echaron atrás. Jesús nunca puso grilletes a sus seguidores (más bien
eran otros los que los colocaban en la conciencia y hasta en las manos de los
ciudadanos de entonces). Precisamente, desde esa libertad, habrían de responder:
¿Sí o sí? No había intermedio. Seguir a Jesús exigía cambiar la vida y sus valores de
arriba abajo.
2.- Hoy, con más severidad que nunca, estamos viviendo una deserción de la
práctica de fe. Parece que lo que se lleva, es decir “no soy practicante” “a mí la
Iglesia no me va” “paso de rollos religiosos”. En el fondo, hay un tema más grave:
nadie queremos complicaciones. Los compromisos, de por vida, nos asustan. Y a
veces, el Evangelio, nos pone contra las cuerdas: ser creyente es más que
bautizarse, comulgarse o casarse por la Iglesia. Es complicarse la vida con Cristo y
en Cristo. Es teñirse de Él e identificarse con Él.
-¿Cuándo hemos dejado al Señor sólo?
- ¿Sabemos estar en su presencia sin más compañía que el silencio?
-¿Nos planteamos, con frecuencia, lo que significa y conlleva el ser cristianos?
-¿Nos duele, en algún momento, la proclamación de la Palabra de Dios?
Estos interrogantes, al final de esta breve reflexión dominical, pretenden incentivar
nuestra fe dormida. Si creemos y servimos al Señor que lo hagamos con valentía,
con transparencia y sabedores de que, seguirle, aunque no sea un camino de rosas,
merece la pena.
3.- A veces, como cristianos, nos puede ocurrir lo mismo que aquel conductor que
empeñado en conducir por una gran autopista no hacía caso de las señales de
tráfico que le exigían conducir, como mínimo, a 130 kilómetros por hora. Un buen
día, la guardia de tráfico, le detuvo y le conminó: “si usted va a ir a esa velocidad,
mejor que vaya por una carretera comarcal”.
Jesús es una autopista con unos mínimos y con unos máximos. Ojala que el
conductor de nuestra fe nos ayude a caminar con Él y por Él en la velocidad
adecuada.
4.- VOY CONTIGO, SEÑOR
Porque eres el único que permanece,
la verdad que nos hace libres
el sol que, más allá del que alumbra en lo alto,
nos alumbra una eternidad en el cielo.
Te lo prometo, Señor; yo no me voy
Porque, en el mundo, cambian muchas cosas
Lo que es amor, luego se convierte en egoísmo
Lo que es gratuito, a continuación es alto precio.
Tú, en cambio Señor, cumples lo que prometes
con un amor leal, legal y sin límites.
¿Se puede pedir algo más santo y bueno, Señor?
VOY CONTIGO, SEÑOR
Porque, en medio del recio viento,
eres veleta que orienta para no perderme
Porque, en medio del bravío mar,
eres timón seguro que siempre lleva a buen puerto
Porque, si miro hacia atrás,
sé que el arado que agarra mis manos
no podrá trabajar con la misma fuerza y hondura
que mirándote a los ojos, Señor.
VOY CONTIGO, SEÑOR
Ayúdame a no desertar, a no alejarme de Ti
Te doy las gracias,
por la libertad que me ofreces para seguirte
Te doy las gracias,
porque, aún en medio de tanta seducción,
sigues optando por mí,
sigues esperando mi respuesta
sigues añorando mi presencia.
VOY CONTIGO, SEÑOR
Ayúdame a cumplir con este reto,
con esta firme propuesta:
quiero estar contigo, Señor
Quiero estar a tu lado, siempre, Señor.