COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires )
vigésimo segundo durante el año, Ciclo B – Santa Rosa de Lima
Evangelio según San Marcos 7,1-8.14-15.21-23
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y
vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin
lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes
cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver
del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas
otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los
vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce. Entonces los fariseos y los escribas
preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la
tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?". Él les
respondió: "¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la
Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos
de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos
humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de
los hombres". Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y
entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo;
lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. Porque es del interior, del
corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las
fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los
engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.
Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre".
VIVIR EN LA VERDAD, CAMINAR EN LO ESENCIAL
Lo principal que podríamos decir es que tener fe y creer en Dios, nos internaliza,
nos hace vivir en la profundidad de nuestro ser, pero inmediatamente tiene que
expresarse y conectarse con las actitudes, las obras y con el comportamiento.
Aquel antiguo refrán, “a Dios rogando y con el mazo dando”, significa “tengo fe
pero tengo que mostrarlo a través de las obras”.
A veces, cada uno puede tener en su vida una actitud farisaica, formal, hipócrita, o
esa de querer figurar en la foto, creyendo que la foto es la realidad y no lo es, es
sólo una expresión porque la realidad es otra aunque mucha gente se queda en la
foto.
Tenemos una religión que nos lleva a vivir lo esencial, lo más profundo, algo que
viene de Dios, entra en nosotros y luego surge transformado por la gracia de Dios.
Eso es el compromiso. Tener fe nos responsabiliza, nos humaniza y nos
compromete más.
Así descubrimos lo más importante: no tenemos que quedarnos en lo externo,
tenemos que ir a lo profundo, como un iceberg -del que se ve sólo la punta, pero lo
más importante no está en la punta sino dentro- ver aquello que está en la
profundidad de nuestro ser.
Jesús lo dice muy bien en este Evangelio: no mancha lo que entra de afuera sino lo
que sale del corazón. Por eso es importante descubrir ¿cuál es la intención que uno
tiene?, ¿qué es lo que uno quiere decir?, ¿qué tiene en su corazón?, ¿qué quiere
realmente? Es así que nos daremos cuenta que nuestra fe y nuestra religión nos
tiene que comprometer hasta lo más profundo de nuestra vida.
Pidamos al Señor no ser formalistas, ni fariseos, ni hipócritas; tendremos
fragilidades, debilidades, pero estas son una cosa y el fariseísmo es otra. Vivimos
en un mundo de muchas fragilidades pero también tiene que ser un mundo de
mucha sinceridad, de mucho compromiso y de vivir en lo más importante que es la
verdad y lo esencial. No nos olvidemos de vivir en la verdad y de tomar el camino
de aquello que es esencial.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén