XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
NUNCA COMO HOY
Padre Javier Leoz
Día de San Francisco de Asís con especial protagonismo y vigencia este año,
teniendo como fondo la Encíclica del Papa Francisco “Laudato si” o incluso sus
encendidos discursos en el reciente periplo pastoral por Cuba y Estados Unidos.
Hoy, con la primera lectura, sentimos que el hombre está llamado a respetar todo
aquello que Dios puso en sus manos y no precisamente para destruirlo sino para
ponerle un nombre. Y, el Papa Francisco, ya le ha dado uno: “el mayor peligro para
el medio ambiente es el propio hombre”.
1.- Nunca, como hoy, se habla del amor. Poesía y canción, arte y programas de
televisión, divos artísticos y tertulias, escritores o incluso la misma Iglesia, ponen
sobre la mesa una gran entusiasta pero sufriente realidad: el amor que intenta ser
para siempre.
También el Papa, y al simplificar los aparentes costes o trámites de una nulidad
matrimonial, nos puede llevar a pensar que la institución matrimonial está en crisis.
Nada más lejos de la realidad. Nos quedamos con la frase que en su retorno de
Estados Unidos nos dej￳ en el vuelo hacia Italia: “Los que piensan en el divorcio
cat￳lico están equivocados”. Y es que una cosa es simplificar y otra, muy distinta,
destruir. Lo que se simplifica es porque, tal vez en su origen, no estuvo bien y por
lo tanto nunca existió. Difícil de comprender pero es así. Nunca como hoy se hablan
de las situaciones que no llegan a buen puerto pero hay una gran mayoría de
personas que son como aquellos instrumentos de una gran orquesta: todos
afinaban pero, como había uno que no estaba entonado, sólo se hablaba del que
desafinaba. No es justo. Hoy, desde este Evangelio, la gratitud a tantas personas
que –con esfuerzo, valor, perdón, generosidad- llevan adelante aquel compromiso
que hicieron en el “para siempre” y, por qué no, nuestra comprensión y oración con
esa otra parte que por diversas razones vieron truncar sus expectativas.
2.- El equilibrio de una sociedad, su paz, su bienestar, depende –en gran parte- de
la serenidad y de la salud de sus componentes. Y, Jesús, en el Evangelio nos dice
que el amor, si se cuida, no se apagará nunca y, además, contará con la bendición
de Dios. ¿Por qué tanto fracaso? ¿Por qué tantas dudas? ¿Por qué tantas rupturas?
¿Por qué tantos miedos a unirse, cuando sabemos, que en la unión está la fuente
de la felicidad y la cuna de la fuerza? Las razones son variadas y de muy diversa
índole pero, un matrimonio, no es sólo un simple vínculo jurídico: ha de estar
soldado y garantizado por el amor. Exclusivamente por el amor. Si falla ese
eslabón, se rompe la cadena. Lo demás puede quedar sostenido en el puro y simple
artificio.
Pero es que, cuando las cosas no van bien, cuando falla el amor, desde la fe, Jesús
nos invita a comenzar a amar. A intentarlo.
3.- .Nunca como hoy, el amor ha sido tan expresado, ninguneado, cantado,
celebrado o televisado. Pero ¿Es auténtico amor? ¿Es amor llevado hasta las
últimas consecuencias? ¿Es amor de corazón o amor de pantalla? ¿Es amor de
escaparate o amor que busca el bien del otro? ¿Es amor que se da o cuento que se
vende? A las personas las tenemos que querer con su lado claro y con su vértice
oscuro, con su sonrisa en la boca y con su temperamento escondido, con su mirada
nítida y con sus pensamientos ocultos. Vivir de espaldas o, marcharse por el foro,
no es amor: es oportunismo.
4.- No podemos caer en el error de pensar que amor es igual a contrato temporal
con una persona. Ya sé que, todo esto, a muchos les sonará a chino, rancio,
sacrificado o que, incluso a otros, les parecerá un imposible. Pero, los imposibles,
también están para los cristianos. No es bueno, entender el amor o el matrimonio,
como aquel amigo que, después de jugar durante una temporada con otro amigo,
se aburrió de permanecer con él porque ya no le divertía y lo abandonó. El amor no
es un juego ni, los amantes, son juguetes. Ni el matrimonio es un viaje en busca de
placer.
Dios reconoció que a su gran obra le faltaba algo. Que al hombre le faltaba una
compañera. No sé por qué me da que, también al mundo, a la sociedad también le
falta “algo” el amor auténtico, fiel, dialogado, recíproco y transparente.
5.- ¡PARA SIEMPRE, SEÑOR!
Aunque me digan que es imposible… para siempre, Se￱or
Aunque me digan necio… para siempre, Se￱or
Aunque me confundan… para siempre, Se￱or
Aunque sobrecojan las dudas… para siempre, Se￱or
Aunque pensé en otra cosa… para siempre, Se￱or
Aunque me cueste amar… para siempre, Se￱or
Aunque lo vea difícil… para siempre, Se￱or
Aunque se oscurezca el horizonte… para siempre, Se￱or
Aunque no encuentre lo que busque… para siempre, Se￱or
Sí, amigo y Señor;
Haz que, mi amor, sea ¡para siempre!
Y haz que, mi amor, sea un amor divino
Un amor que brota en el cielo y se rompe cuando toca la tierra
Un amor que perdona las veces que haga falta
Un amor que no es un juego sino una vida
Un amor que no es un capricho y sí bien vivido
Un amor que, cuanto más se da, más crece
Un amor que, cuanto más se ofrece, más devuelve
Un amor que, cuanto más se cuida, se convierte en un gran gigante
Sí, amigo y Señor;
Sigue bendiciendo mi casa, mi matrimonio y mi familia
Para que nunca falte la luz que clarifique la oscuridad
Ni el viento que disipe la tormenta
Ni el amor que todo lo comprende y lo soluciona
Y, cuando me asolen los intentos de lapidarlo,
Sal a mi encuentro, Señor,
Para que comprenda, una vez más, que sin amor,
La vida no merece la pena ser vivida.