COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
vigésimo séptimo domingo durante el año, Ciclo B.
Evangelio según San Marcos 10,2-16
Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta
cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?". Él les respondió: ¿Qué es
lo que Moisés les ha ordenado? Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una
declaración de divorcio y separarse de ella". Entonces Jesús les respondió: "Si
Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero
desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre
dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera
que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha
unido". Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre
esto. Él les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete
adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro,
también comete adulterio". Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara,
pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: "Dejen
que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios
pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de
Dios como un niño, no entrará en él". Después los abrazó y los bendijo,
imponiéndoles las manos.
MATRIMONIO = AMOR PARA SIEMPRE: LIBRE, INTIMO Y PROFUNDO
El Evangelio nos habla de una realidad tan profunda sobre el matrimonio y lo que
significa la unión entre un hombre y una mujer. Y aquí vale tener en cuenta que
está por comenzar en Roma el Sínodo de la Familia; un encuentro mundial con los
padres sinodales para tratar este tema de trascendental importancia, como también
lo es que recemos por esta reunión y no quedarnos con todo lo que puedan decir
los medios de comunicación, sobre el matrimonio y la familia.
A veces los medios tienen la tentación de subrayar una parte, de confrontar, de
provocar inquietud, incertidumbre, perplejidades, por eso decimos que hay que ir a
las cosas más serias y profundas; por lo tanto hay que saber leer entre líneas. Pero
quiero destacar cómo la sociedad se fue resquebrajando y cuál es la naturaleza del
matrimonio.
¡El matrimonio es una relación profunda, que une al hombre y a la mujer, siendo
superior a cualquier otra unión! Incluso en el amor a nuestros padres: uno tiene
amor a papá y a mamá, pero cuando el joven o la joven se casa, tiene derecho a
formar una nueva familia. Por eso decimos que es superior, pero a la vez es íntimo
y profundo. Tan es así que se forma un nuevo ser, un solo corazón, una sola alma.
En el matrimonio hay dos cosas que son importantes. Primero, la indisolubilidad del
vínculo que, porque uno ama profundamente, consolida la unión. Y segundo, el
amor no ata, el amor hace más libre. Libre para que el otro sea sujeto, para que
sea persona, para que pueda crecer. Mantenerse libre para el otro. El que ama
respeta más, tiene la capacidad de transformarse, de renovarse. Y esto es muy
importante.
Pero la sociedad de hoy ha resquebrajado la naturaleza del amor, reduciéndolo
simplemente al sexo, a lo sensorial, a lo sensitivo. Eso es sólo una expresión,
porque el amor es mucho más profundo, más íntimo. Es la comunión de vida entre
uno y otro. En la actualidad esta sociedad tiene impaciencia, tiene miedo al “para
siempre”, y miedo a lo definitivo. La indisolubilidad y el “para siempre” de alguna
manera son dos connotaciones al amor eterno de Dios y hoy la gente le tiene miedo
a esto.
Pidamos a la Virgen que nos ayude a renovar y recuperar el valor de nuestras
familias, el valor del amor en familia, del respeto en familia, la fidelidad en familia,
la transparencia. ¡Tantas cosas hermosas que la sociedad del consumo nos ha ido
arriando y debilitando en valores y conceptos!
¡Madre, gracias por estar siempre con nosotros y ayúdanos a cuidar nuestra patria!
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén