DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO (B)
Homilía del P. Anselm Parés, monje de Montserrat
27 de septiembre de 2015
Núm 11, 25-29 / Sant 5, 1-6 / Mc 9, 38-45.47-48
El evangelio según San Marcos que nos ha sido proclamado hoy, hermanos y
hermanas, comienza con estas palabras: "En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:
- Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos
querido impedir, porque no es de los nuestros".
Podemos constatar, en base a este texto evangélico, que el problema de la misión
propia de los miembros de un grupo, que no puede hacer nadie externo al grupo, y
que se encuentra en el origen de todas las sectas, viene de lejos. Ya en la primera
lectura del libro de los Números hemos escuchado cómo Josué pide a Moisés que
prohíba la actividad profética a dos miembros de los setenta ancianos de Israel que
habían recibido de Dios el espíritu de profecía, porque se habían quedado en el
campamento en lugar presentarse ante el Tabernáculo como los otros ancianos.
Moisés, no sólo no lo quiere hacer, sino que expresa el deseo de que todo el pueblo
del Señor recibiera el don de profecía.
Pero volvamos al evangelio del que hablábamos al principio. Ya hemos escuchado
que el apóstol Juan no quería que Jesús dejara expulsar demonios en su nombre, a
una persona que no pertenecía al grupo de los discípulos. Escuchemos lo que le
respondió Jesús: " No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no
puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a favor nuestro".
Esta respuesta de Jesús nos habla claramente, no sólo de tolerancia, sino que va más
allá; y lo podemos hacer extensivo al tema del Ecumenismo, y la actitud de los
cristianos con los miembros de otras religiones. Este "uno" que echaba demonios
podría ser hoy en día un no cristiano, del que algunos cristianos podrían decir que no
es de los nuestros.
También podemos destacar en este texto evangélico, la formulación positiva de las
palabras de Jesús: " El que no está contra nosotros, está a favor nuestro ". Diferente de
la formulación del evangelista Mateo: " El que no está conmigo está contra mí ".
Nuestro mundo está sediento de bondad, que en el fondo es sed de Dios. No existen
sólo los hechos aterradores que nos presentan cada día los medios de comunicación.
La bondad tiene un grosor mucho mayor, pero no es noticia. La multitud de padres y
madres de familia que aman a sus hijos, que les procuran una alimentación equilibrada
y saludable, dentro de sus posibilidades, que los quieren educar en una sana
convivencia, que se preocupan de los miembros ancianos de sus familias; y que, en su
caso, ayudan a algún familiar o vecino necesitado, esparcen el bien. Estos padres y
madres, pues, sea cual sea su religión, o, aunque no pertenezcan a ninguna religión
concreta, forman parte de las personas que hacen el bien, y contribuyen a mejorar
nuestro mundo, más que muchos escritos y libros.
En conclusión, aunque nosotros tenemos que esforzarnos por proclamar siempre y en
todas partes la persona de Jesucristo, el Espíritu Santo, con su discreción admirable,
trabaja el corazón de muchos hombres y mujeres de buena voluntad, musulmanes,
judíos, budistas, y aun no creyentes, de manera que puedan contribuir, sin saberlo, a
la obra de la Redención de Jesucristo.
Demos gracias a Dios por su misericordia y benignidad. Lo podemos hacer con
nuestra participación activa en la Eucaristía que estamos celebrando, que es acción de
gracias a Dios por excelencia. Que así sea.