Domingo 29B TO
“El que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos” (Mc 10, 35-45)
(Diálogo sobre el Evangelio de hoy: Zebedeo)
José Martínez de Toda, S.J. ( martodaj@gmail.com )
¿Qué fue lo que más les costó a los Apóstoles aprender de Jesús?
Que lo más importante es la humildad y el servir, el desapego del poder y del dinero.
El evangelio de hoy toca precisamente este tema.
Aquí se habla de una movida un poco fea de los hijos de Zebedeo.
Cuando queremos algo (un trabajo, un cupo en un colegio, un puesto, una beca en una
universidad...) buscamos una recomendación, un apoyo en personas que tienen cierto influjo
social o económico, una ‘palanca’…, lo cual es muy normal.
Pero lo que tenemos aquí, más bien, es una autorecomendación o autopromoción de
los hijos de Zebedeo, para alcanzar cargos de poder o de influjo, lo cual no es tan bien visto.
¿Cuándo ocurrió eso?
Eso fue hacia el final de la predicación de Jesús. Todos van camino de Jerusalén con
las caras un poco largas, pues Jesús les ha anunciado que allí lo matarán. Él se adelanta sólo.
Entonces Juan y Santiago, hijos de Zebedeo, se adelantan también un poco y le dicen:
-“Concédenos que en tu reino glorioso nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu
izquierda”. En el texto paralelo de Mateo (20, 20-28), quizás para tutelar la fama de los dos
hermanos, el evangelista hace presentar la petición de recomendación por la madre.
En ese tiempo y lugar para comer en banquetes o festines la gente generalmente se
reclinaba en sofás alrededor de una mesa baja. Cuando Santiago y Juan piden sentarse junto a
Jesús en su gloria, se están imaginando a Jesús como un rey sentado en una mesa con sus
principales consejeros a su mano derecha e izquierda.
¿Cómo le parecería esta petición a Jesús?
Mal por varias razones:
- 1.Es una autorecomendación para cargos de prestigio, pide aceptar
humillaciones, sufrimiento, cruz… y predica y practica la humildad.
- 2.Ellos piensan en un mesianismo político . Consideran este viaje como una
marcha triunfal del Mesías a Jerusalén, para restaurarle su previa gloria davídica.
Pero el mesianismo de Jesús es espiritual, del amor sin límites, y se hace las cosas
no por el poder y el dinero, sino por el camino del servicio, y respetando la
libertad de cada uno.
-
¿Qué les dice Jesús?
< No saben lo que piden ». Jesús prescinde de lo que piden los hijos de Zebedeo, y va
al grano, les habla de lo que Él piensa que es lo más importante: el tipo de Mesías que es Él, y
el tipo de discípulos que Él desea que sean ellos. Y les pregunta:
-‘¿Son capaces de soportar la terrible experiencia por la que yo estoy pasando?
¿Aguantarán al enfrentarse con el odio y el dolor y la muerte por los que yo voy a pasar?’
Cuando se enteran los otros discípulos de la petición de los dos hermanos, se
disgustaron. También ellos querían esos puestos de honor.
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La ambición los divide y enfrenta. La búsqueda de honores y protagonismos
interesados rompen la comunión de la comunidad. ¿Qué puede haber más contrario a Jesús y
a su proyecto de servir a la liberación de las gentes?
El hecho es tan grave que Jesús los reúne en torno a sí, y les dice:
-“ Los jefes de los pueblos los tiranizan, y los grandes los oprimen. Ustedes, nada de
eso: el que quiera ser grande, sea su servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de
todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su
vida en rescate de todos ".
Los que tienen poder en el mundo, halagan a los suyos, y TIRANIZAN y OPRIMEN a
los demás; en cambio Jesús SIRVE a los más necesitados y DA SU VIDA por todos.
Se parece a lo que pasó en este cuento:
<Había una vez un gran jefe que era muy orgulloso. Un día se paseaba por la ciudad
diciendo a todos: "Soy el más grande. No hay otro como yo".
Pero una anciana le dijo: "Pues yo conozco a uno que es verdaderamente grande.
Venga a mi casa mañana a mediodía".
Al entrar el jefe en la casa, vio a la anciana y a un niñito gateando junto a ella.
- "¿Dónde está ese gran jefe del que me hablaste ayer?"
La anciana cogió en sus brazos al bebé y le dijo:
- "Éste es el grande del que le hablé".
El gran jefe enfadado le gritó a la anciana:
- "¿Qué es esto? No intentes engañarme. Esto no es más que un bebé."
El niño asustado comenzó a llorar. El jefe se conmovió. No quería asustarle.
Arrodillado, se quitó las plumas de águila y halcón que llevaba en el pelo y acarició las
mejillas del niño. Se quitó sus collares que hicieron de sonajero a los oídos del niño. Poco a
poco el niño dejó de llorar y comenzó a escuchar y mirar. La anciana sonriendo le dijo:
- "Se da cuenta que, incluso usted, que es el gran jefe, tuvo que dejar de hablar y
tuvo que convertirse en su servidor. Así lo quiso el Creador. Él no le hizo grande a
usted, para que pudiera presumir de su grandeza, sino para que pudiera ayudar a
los que no son tan fuertes como usted".
A partir de aquel día nadie oyó al gran jefe proclamar su grandeza. Y vio que los que
más le debían reclamar su atención eran los más débiles.> (Félix Jiménez, escolapio).
¿Cuál es la persona más importante para Jesús?
La persona necesitada. Lo que quiere Jesús a su alrededor no es gente que se crea el
número uno, y a quien hay que servir y admirar, sino gente que se crea el último número y se
ponga a servir. Jesús quiere gente dispuesta a beber el cáliz del sufrimiento y a recibir el
bautismo de la muerte al propio egoísmo.
Jesús quiere rodearse de “servidores” como Él. El que quiera ser el más grande es el
que más sirve a los más necesitados hasta dar todo por ellos.
<La grandeza no se mide por el poder que se tiene, el rango que se ocupa o los títulos
que se ostentan. Quien ambiciona estas cosas, en la Iglesia de Jesús, no se hace más grande
sino más insignificante y ridículo. En realidad, es un estorbo para promover el estilo de vida
querido por el Crucificado. Le falta un rasgo básico para ser seguidor de Jesús.> (Pagola)
“En todo amar y servir” (S. Ignacio de Loyola).