Compartir la esperanza
Adviento es puerta, camino, anuncio, buena noticia. Parece abrir el telón de fondo propio
para presentarnos personajes que tienen una característica en común: La alegría. Nos trae el
eco de canción de cuna que ensaya ritmos y tonalidades en todas las voces, en todas las
culturas según los diferentes períodos de la historia. Y acunando todos los sueños de
humanidad en despertada, aparece la figura hirsuta de la esperanza.
El recorrido del adviento se hace en esperanza. Es la fuerza que nos anima y nos empuja
hacia el acontecimiento que guarda en gestación. “Miren”, dice Jeremías, “Brota el
germen”, nace la Justicia, se abre un horizonte de novedad inédita que trae como fruto
maduro la paz e inaugura un tiempo nuevo de convivencia, de fraternidad, de relaciones
humanas que se fundamentan en el amor.
Pablo propone que el espacio de encuentro sea la interioridad de cada miembro de la
comunidad: “Cuando venga el Se￱or Jesús, los encuentre interiormente fuertes e
irreprochables”. Es desde dentro de donde debemos salir al encuentro del Se￱or. Y es hacia
dentro a donde Él nos quiere llevar. La esperanza es virtud enraizada en lo íntimo de
nuestro ser. Ella es Maestra en estos menesteres.
“Cobren ánimo, levanten sus cabezas, llega la liberaci￳n”. Es celebración anticipada,
compartir generoso que nos brinda la esperanza. Es virtud comunional. No es de una
persona sola. Es virtud de la comunidad. No basta que uno solo logre avizorar el horizonte.
Es necesario que vayamos juntos y arrebatemos la meta de nuestros sueños a quienes
quieran impedírnoslo. Y juntos compartamos el fruto bendito de nuestra esperanza.
Cochabamba 29.11.15
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com