DOMINGO XXXII (B) (Marcos, 12,38-44)
Tener presente que, en el verdadero Culto…, ¡Dios es el protagonista!
- El Evangelio de hoy nos introduce en dos escenas, a través de las que
Cristo nos ofrece unas enseñanzas y unos criterios que nos vienen bien tener
en cuenta a los hombres de todos los tiempos.
1ª) En la primera escena, Jesús desenmascara la hipocresía de los
fariseos por su falta de rectitud de intención y su falsa religiosidad.
Les reprocha que en el culto a Dios buscaran más, el propio
lucimiento, su vanagloria, que la verdadera gloria de Dios, porque:
“Les encanta pasearse con amplios ropajes y que les hagan
reverencia”.
“Buscan los asientos de honor en las Sinagogas y los primeros
puestos”. (Marcos 12, 38-39)
- Este reproche del Señor a los fariseos, debiera llevarnos a un sincero
examen de conciencia porque, aunque sean distintas nuestras maneras,
¿cuantas veces, incluso en nuestras actuaciones apostólicas, puede faltarnos
la verdadera rectitud de intención y nos buscamos más a nosotros mismos,
(nuestra vanidad, nuestro amor propio), que la verdadera gloria de Dios?
2ª) La segunda escena, que en principio puede parecer no tener nada
que ver con la primera, está íntimamente relacionada y es el paradigma de la
conducta que Jesús reprocha a los fariseos. La protagoniza una pobre viuda
cuyo comportamiento -según el Evangelio- llega a conmover y emocionar al
Señor. Aquella pobre mujer acude al Templo a hacer una ofrenda pero, tan
olvidada de sí misma que, hasta podemos decir que, materialmente, sale del
Templo más pobre de como entró. Y en esta pobre viuda encuentra el Señor
el contrapunto, la referencia ideal, para mostrarle a los fariseos (y también a
nosotros), en qué consiste el auténtico Culto que El espera de nosotros. ¡No
hay verdadero culto a Dios sin una donación personal al Señor, que nos
haga olvidarnos de nosotros mismos! Es lo que hizo aquella mujer, pobre a
nuestros ojos pero, tan rica para Dios, cuyo gesto llegó a conmover al
mismo Cristo. Pretender nosotros en la oración ser los protagonistas, es
desnaturalizar la oración y ofrecer a Dios un falso culto vacío de contenido.
- La conducta de la viuda fue, el antagonismo del comportamiento de los
fariseos que, aparentaban ir a honrar a Dios, pero estaban más pendientes de
sí mismo y de su propia gloria, que de la verdadera gloria de Dios.
Guillermo Soto