Domingo 33B TO
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mc 13, 24-32)
(Diálogo sobre el Evangelio de hoy: Fin del mundo)
José Martínez de Toda, S.J. ( martodaj@gmail.com )
Esto del fin del mundo es algo que estremece. ¿Cómo se explica?
Este mundo se está acabando. Hay un deterioro progresivo del ecosistema. Hay
calentamiento global, disminución de las áreas verdes, como en la Amazonía; los montes
nevados tienen ahora menos nieve. Hay empresas de industrias básicas, que debilitan el ozono
con el humo de sus chimeneas. Hay buses y camiones que van regando anhídrido carbónico
(CO2) por donde pasan… Todo esto es provocado por el hombre en una actitud suicida,
pero llena de egoísmo; pues el deterioro ecológico no nos afectará tanto a quienes vivimos
ahora, sino sobre todo a nuestros descendientes.
Pero hay quienes tratan de compensar nuestra auto-destrucción.
Al Papa actual le llaman el ‘Papa Verde’. Efectivamente. Habla con frecuencia sobre
la ecología. Y en 2008 hizo instalar paneles solares en los techos del Vaticano para la
generación de electricidad. También ha hecho del Vaticano el primer estado neutral en
emisiones de CO2 a través de la reforestación de sus bosques, que compensan sus emisiones.
Pero, ¿puede haber un fin del mundo repentino? ¿Un cataclismo?
Todo es posible: puede ser que un meteorito gigante o un cometa choque con la
Tierra. Pero el fin del mundo no quiere decir que todo se acabará.
El Fin del Mundo tiene dos aspectos:
-Uno triste: la Tierra se acaba. Algunos sólo se fijan en esto y han tomado una postura
derrotista: que el hombre es una pasión inútil (Sartre ), que es un ser destinado a la muerte
(Heidegger ) y que termina en la nada (Nietzsche ).
-Pero hay otro aspecto alegre, que, sin embargo, no debe entenderse en sentido literal.
¿Cuál es ese aspecto alegre? Eso me interesa más.
La historia no acaba negativamente con el Fin del Mundo. Hay elementos de
esperanza. Tiene un destino triunfal. Un día llegará la Vida definitiva, sin espacio ni tiempo.
Viviremos en el Misterio de Dios.
Jesús viene (es lo que se llama la ‘ Parusía ’), congrega a los elegidos, y con ellos
comienza algo nuevo. <Será Jesús quien iluminará el mundo para siempre poniendo verdad,
justicia y paz en la historia humana tan esclava hoy de abusos, injusticias y mentiras…
Jesús traerá consigo la salvación de Dios
Las palabras de Jesús «No pasarán », no perderán su fuerza salvadora. Han de
seguir alimentando la esperanza de sus seguidores y el aliento de los pobres. No caminamos
hacia la nada y el vacío. Nos espera el abrazo con Dios. > (Pagola).
Y Jesús nos promete: “ Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo ”.
Abundan en la Biblia imágenes positivas que expresan que todo lo bueno del mundo
conocido quedará y será transformado en “ un nuevo cielo y una nueva tierra”, donde
habitará la justicia” (2 Pedro 13).
¿En qué se basa este aspecto alegre?
2
El hombre pertenece a la Familia de Dios . Somos hijos adoptivos del Padre,
hermanos de Jesús, y por la acción del Espíritu estamos llamados a una vida imperecedera y
feliz, iluminada por la gloria de Dios, en la que ya no habrá noche (Ap 22,5), ni luto, ni llanto,
ni dolor, porque todo lo viejo se habrá desvanecido (Ap 21, 4)
La resurrección de Jesús ha puesto el broche final a la historia. La restauración ya ha
empezado en Cristo . Lo que ha sucedido con Jesús, sucederá con nosotros; la realidad
definitiva será la victoria del bien, del amor, de la vida. Por eso pedimos en el Padre Nuestro:
Venga a nosotros tu Reino ”, es decir, “reúne a los hijos en su mesa.” Y el Resucitado reinará
para siempre con los suyos, siendo Dios todo en todas las cosas (1 Cor 15, 28).
¿Es una segunda venida de Jesús, como la de Belén?
No sabemos cómo será. De todas formas Jesús viene continuamente también a través
de los acontecimientos, a veces dolorosos y escalofriantes. Jesús viene en todo aquello que
machaca y hace sufrir, a veces de una forma injusta e inevitable. Jesús viene en el pobre.
Los tiempos difíciles, los tiempos oscuros no deben atemorizarnos ni ocultarnos esa
visión esperanzada: los que están padeciendo catástrofes, guerras, cualquier tipo de amenazas,
no deben ver en ellas tanto el fin del mundo, que de alguna manera se anuncia, cuanto la
visión del Señor que está cerca.
¿Cuándo será eso?
Jesús es claro: “ Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe ”. Esto nos deja algo
tranquilos. Las supuestas profecías del fin del mundo, tan abundantes al comienzo de este
siglo, ya están desacreditadas. Las comparan con la historia del pastorcito mentiroso...
Pero los signos de los tiempos nos dan indicaciones. Jesús dice que son como la
higuera en Palestina , que es un árbol de hoja caduca: cuando brotan las yemas, es que se
acerca la primavera. De ella aprendemos. Y Jesús nos hace una doble llamada:
- Primero, Él nos invita a interpretar los acontecimientos – especialmente los
desconcertantes y dolorosos – para descubrir en ellos al Señor:
- Segundo, Él nos invita a aprender, a estar vigilantes a esa venida, para
podernos conectar con Dios.
Cada domingo acudimos a Misa a aprender y practicar el idioma del amor , el de
Dios. A nosotros nos pasa con este idioma, como lo que nos pasa con el inglés. Si no se
practica en la vida diaria, no se aprende. Así también podemos pasarnos la vida sin aprender
el idioma de Dios.
¿Se puede expresar algún deseo para el Fin del Mundo?
He aquí mis deseos y mis sueños ( Si son varios los participantes, cada uno responde :)
-
A mí me gustaría ver a toda la familia unida, a todo el país unido, a toda la
humanidad unida. ¡Qué dura se vuelve la vida ante el odio de los demás!
-
A mi me gustaría, antes del final, no deber nada a nadie. No deber ni grandes
ni pequeñas cosas. Cuando Sócrates iba a morir, le dijo a su amigo: "Le debo un
gallo a Asclepeyo; págalo sin falta". Ya Alguien, Jesucristo, pagó mis deudas.
-
A mí me gustaría que la pobreza haya desaparecido por completo en todo el
mundo.