34a. Ordinario, Lunes
Alzando la mirada, vió a unos ricos que echaban sus donativos en el arca
del Tesoro; vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas, y
dijo: "De verdad les digo que esta viuda pobre ha echado más que todos.
Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta
en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir"
(Lucas 21,1-4).
La enseñanza de estas palabras de Jesús se han podido encontrar en otras
tradiciones religiosas, como también en el Antiguo Testamento.
Para poner un ejemplo veamos lo que nos dice el libro de Tobias: "Regula tu
limosma según la abundancia de tus bienes. Si tienes poco, da conforme a ese
poco, pero nunca temas dar limosna, porque así te atesoras una buena reserva
para el día de la necesidad.
Porque la limosna libra de la muerte e impide caer en las tinieblas. Don valioso es la
limosma para cuantos la practican en presencia del Altísimo" (4,8-11). Lo que Dios
mira no es la cantidad sino la intención y la forma en que se dan las ofrendas o las
limosnas a los pobres.
El hecho de dar no es siempre agradable a Dios, ya que si la intención es conseguir
algo a cambio, entonces el dar se convierte en un negocio.
No es que tengamos que criticar a los que, pudiendo, dan más, como era el caso de
aquellos ricos que daban de lo que les sobraba. Jesús no lo hizo directamente. Solo
quiso poner como ejemplo de generosidad a la viuda que dio todo lo que tenía.
Si bueno es dar de lo que sobra, mucho mejor es dar cuando nos supone un
sacrificio.
Es así como se puede medir la generosidad, pero es Dios, en definitiva, el que
puede decidir hasta dónde somos generosos, pues no tenemos la posibilidad de
medir las intenciones que los demás tienen en su corazón.
Si una persona necesitada remedia sus problemas con la ayuda que recibe de un
bandido, ya es algo bueno, aunque a éste Dios no se lo tenga en cuenta, pues
quizás lo hace para hacerse popular entre la gente.
El mismo Jesús nos advierte en otro momento: "Cuiden de no practicar su justicia
delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendrán
recompensa de su Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas
trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las
calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad les digo que ya
reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano
izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre,
que ve en lo secreto, te recompensará" (Mateo 6,1-4).
La generosidad es una virtud necesaria a todo cristiano. Pero ésta tendrá valor
después que se haya practicado la justicia. Si le damos a un pobre de lo que le
quitamos a otro prójimo, pretenderíamos quedar bien ante Dios, olvidando que no
podremos engañarlo por más que queramos.
Padre Arnaldo Bazan