1a. Semana de Adviento, Lunes
Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo:
"Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos". Dícele
Jesús: "Yo iré a curarle". Replicó el centurión: "Señor, no soy digno de que
entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará
sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis
órdenes, y digo a éste: "Vete", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo:
"Haz esto", y lo hace". Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le
seguían: Les aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan
grande. Y les digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se
pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos"
(Mateo 8,5-11).
Mateo y Lucas, narran esta historia del centurión que pidió a Jesús, sea por sí
mismo o a través de otros (Lucas 7,2-10), que curase a un siervo al que quería
mucho, y que estaba gravemente enfermo.
La aparición de este centurión nos recuerda la presencia, nada agradable para los
judíos, de las legiones romanas en suelo judío.
Ya antes ese pueblo había sufrido varias invasiones y soportado el peso de estar
sometido a imperios poderosos.
Los romanos, antes de ser propiamente un imperio, comenzaron a expandirse por
todas partes, y en el año 63 a,C, sus legiones, al mando del general Pompeyo,
conquistaron Jerusalén.
Al marcharse dejó al frente a Hircano II, como sumo pontífice y etnarca. Pero éste
no pudo sostenerse por mucho tiempo, dando lugar a un tal Antípater, hombre
ambicioso que, aunque no judío, logró ganarse el favor, primero de Pompeyo y
luego de Julio César.
Este Antípater era el padre de Herodes el Grande, que reinó en Judea con el título
de rey, aunque bajo la autoridad romana. De modo que al nacer Jesús ésta era la
situación del pueblo judío.
Aunque gobernado por el hijo de Antípater, quien para congraciarse con los judíos
reconstruyó el templo de Jerusalén, el pueblo sabía que los verdaderos amos eran
los romanos, pues veían por todas partes la presencia de las tropas del imperio.
Cuando Jesús comenzó su vida pública, quien realmente gobernaba era un
procurador, Poncio Pilato, pues a la muerte de Herodes el Grande, sus hijos no
recibieron de Roma sino una pequeña parte del poder que tuvo su padre.
Uno de éstos, llamado Herodes Antipas, era tetrarca en la región de Galilea, a la
que pertenecía Cafarnaúm. Es muy probable que el centurión que aparece en este
versículo perteneciera al ejército del tetrarca, aunque seguramente era un pagano,
quizás romano, pero no oficial perteneciente a una legión.
Un centurión comandaba una compañía de unos cien soldados.
Hay otro centurión que aparece junto a la cruz de Jesús, y que estaba al frente de
la cohorte enviada para custodiar a los ajusticiados, que sí pertenecía al ejército
romano.
El más famoso de los centuriones en el Nuevo Testamento lo fue Cornelio, quien se
convirtió al cristianismo, como nos narra el libro de los Hechos en el capítulo 10.
Fue Pedro quien lo evangelizó y lo bautizó junto a toda su familia.
Padre Arnaldo Bazan