COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires )
Primer domingo de Adviento, Ciclo C
Evangelio según San Lucas 25-28.34-36 – ciclo C
Jesús dijo a sus discípulos: “Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y
en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la
violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al
mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre
venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto,
tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación. Tengan
cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones
de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa,
porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren
incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán
comparecer seguros ante el Hijo del hombre".
ADVIENTO 1: ESTAR PREVENIDOS Y REZAR
Queridos hermanos, lo que más se nos pide en Adviento es que tengamos cuidado,
que sepamos que somos peregrinos y estamos de paso, que en la tierra no
tenemos morada definitiva y creemos que de Dios venimos, con Dios caminamos y
a Dios volvemos. El juicio del mundo y de la humanidad está cruzado y definido por
Jesucristo, el Señor. Él se encarnó en el seno virginal de María, nos da su doctrina,
muere crucificado por y para nosotros, resucita y con el Padre define el sentido y la
orientación de la vida de todos nuestros pueblos.
Es evidente que las cosas nos son de un modo unilateral: la fe se tiene que insertar
en la cultura y la cultura la va desarrollando cada pueblo, cada nación, cada
continente, cada estilo, cada raza; ciertamente todas ellas tendrán que ir
mejorando su calidad de vida, su identidad, los valores auténticos y genuinos;
tendrá que hacer una especie hermenéutica, un discernimiento, para ver los signos
de los tiempos: qué cosa tiene que entrar y qué cosa no tiene cabida en nosotros.
Siempre hay que pensar, discernir, decidir y secundar aquello que uno elige. No
elegimos las cosas por las ganas sino que las elegimos por el bien que ellas
significan.
Hay que estar prevenidos. Hay que rezar constantemente para quedar a salvo de
todo lo que nos pueda pasar. El caos, la desazón, las ansiedades y las angustias -y
ciertas cosas que los hombres no podemos controlar o dominar- indican que el
hombre no es un absoluto poderoso. El único poderoso es Dios; nosotros somos
una semilla, una participación, un atisbo de su grandeza. Quien tenga claro la
representatividad va a vivir en la Verdad y en la Responsabilidad.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén