“SOBRE LA ESPERANZA”
Carta de Monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el domingo I Adviento
(29 de noviembre de 2015)
El año va llegando a su fin. Finalizan las clases, se acercan las vacaciones y las fiestas. Sentimos
el cansancio de un año intenso. En este contexto la liturgia del adviento, que nos prepara para
celebrar la Navidad, nos invita a animarnos en la esperanza.
El Evangelio de este domingo (Lc. 21,25-28; 34-36), nos dice que estemos atentos y prevenidos
en la esperanza: “Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las
preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes” (Lc.21,34).
Este texto y la liturgia del adviento, también nos recuerdan la esperanza de los cristianos en la
segunda venida del Señor. Es el reclamo esperanzador del Apocalipsis, hecho en medio de
dificultades y signos de muerte y que la liturgia retoma en las celebraciones en el adviento: “Ven
Se￱or Jesús”.
Las celebraciones que nos preparan para la Navidad subrayan el sentido pleno de la esperanza
cristiana, la esperanza “escatol￳gica”, la del final de los tiempos, pero de ninguna manera esta
proyecci￳n que nos hace reclamar “Ven Se￱or Jesús”, nos deja en la pasividad. Esto sería una
espera alienante y la esperanza cristiana por el contrario nos exige comprometernos con el
presente y evangelizar nuestra cultura y nuestro tiempo.
El tema de la esperanza es clave en la espiritualidad del adviento y en la preparación del
nacimiento de Jesús en la Navidad. Es importante que entendamos que la esperanza cristiana
tiene un profundo contenido teológico. Es necesario aclararlo porque a la palabra esperanza
podemos darle “solo” un significado temporal y reducirla a expectativas inmediatas, que aunque
puedan ser válidas no son suficientes para captar la esperanza cristiana. Si bien la misma nos
compromete en el presente, no puede desligarse del futuro.
Creo conveniente recordar el texto escrito con motivo de los 2000 años del nacimiento del Señor
por la Conferencia Episcopal Argentina: “Jesucristo, Se￱or de la Historia”, en donde desarrolla
el tema de la esperanza. El mismo se￱ala” “El camino de la vida es muy diferente de acuerdo al
final que uno presiente o imagine. ¿Es acaso lo mismo si al final del camino no hay nada ni
nadie, o si en la meta de la existencia hay una Presencia y un abrazo? Peregrinar la vida,
engendrar y educar hijos, construir historia, apostar al amor y forjar futuro no tiene los mismos
motivos si el vacío lo ha devorado todo o si al final nos espera Alguien. La situación cultural
actual, crecientemente plural, nos invita a redescubrir la originalidad del mensaje judeo-cristiano
sobre la historia: un camino personal y comunitario con origen, sentido y plenitud final en Dios”
(15).
Es cierto que se multiplica una gran variedad de propuestas sobre el futuro de la humanidad y lo
que vendrá: “Para algunos, el mundo está cerca de su final catastrófico, la destrucción estaría a
las puertas y hasta tendría fecha precisa. Extrañas predicciones, antiguas y nuevas, asegurarían
que el final está cerca. Para otros, el universo está en su infancia, recién ha concluido su primera
etapa de vida, ha comenzado una nueva era. Hay quienes piensan que simplemente no hay
futuro, el porvenir posee tan poco significado como lo tiene el presente y lo tuvo el pasado. Otros
viven como si todo se redujera al instante, al hoy y aquí, para alcanzar el mayor bienestar
posible… el futuro sería una ilusi￳n que distrae del presente e impide vivirlo a fondo. La falsa
idea de la reencarnación, la afirmación de que tenemos varias vidas sucesivas, lamentablemente
gana hoy adeptos, incluso entre los cristianos” (J.S.H. 15)
En este contexto la liturgia del adviento nos prepara para celebrar el nacimiento de Jesús. Hace
cada año presente la posibilidad que convirtamos nuestro corazón a la sencillez del pesebre.
Desde antiguo la liturgia del adviento nos invita a renovar nuestra esperanza, a tener en cuenta
“la escatología”, o sea la segunda venida del Se￱or. La lectura del libro del Apocalipsis nos hace
reclamar: “Ven Se￱or Jesús”, algo que para muchos es espantoso o bien no les significa nada,
que es el fin de la historia y la plenitud. Esta esperanza nos hace comprometernos con el
presente, sin absolutizar cosas, ni crearnos expectativas, ni mesianismos falsos que siempre
termina frustrándonos. Solo Dios, Jesús, el Emmanuel; el Dios con nosotros, es nuestro absoluto,
y desde Él tenemos una comprensión más profunda de la esperanza. ¡Ojalá que en la Navidad
podamos “volver” al Se￱or que nace en el pesebre!
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas