TIEMPO DE NAVIDAD
Feria Mayor del 17 al 24 de Diciembre de 2015
JUEVES
Día 17 de Diciembre
Lecturas bíblicas
a.- Gen. 49,2.8-10: No se apartará de Judá el cetro.
Esta lectura, presenta a Jacob que en Egipto, cercano a la muerte,
llama a sus hijos para bendecirlos, oráculos que encierran el futuro de
cada uno de ellos. Es su herencia para sus descendientes, su futuro,
queda fundada en la palabra del patriarca que habla en nombre de
Yahvé. Con lo que se dice, que la fuerza de la bendición, es la misma
que la voluntad de Dios, expresada en su palabra. No serán ni el
primogénito, Rubén, ni Simeón, ni Leví el tercero, sino Judá el cuarto
que heredará la promesa de Jacob. Se trata de la profecía mesiánica
de Jacob, sobre la tribu de Judá, que obtiene una primacía, sobre el
resto de las tribus. Destacan la bendición de Judá y de José, que
equivale al predominio que tendrán sobre las demás tribus, la de Judá
en el sur y la de José en el centro de Canaán. La bendición de Judá,
pronostica hegemonía y poder sobre sus enemigos y superioridad
sobre sus hermanos (v. 8). Su símbolo es el león, quizás por ser el rey
del bosque (v.9). De Judá se habla de cetro y bastón de mando,
símbolos de realeza, alusión directa a la monarquía de David, que
sometió a los pueblos vecinos y formó un reino con todas las tribus de
Israel. Si la bendición aparece como una realidad que ya es, cuando
se redactó el texto, también hay una mirada al futuro, una promesa de
realeza duradera de carácter universal. “No se irá de Judá el báculo, el
bastón de mando de entre tus piernas, hasta tanto que se le traiga el
tributo y a quien rindan homenaje las naciones” (v.10). Con ello, el
autor sagrado está queriendo afirmar, que la realeza de David se
prolongará a quien verdaderamente la realeza le es propia, es decir, al
Mesías. En la bendición de Jacob, hay una dimensión futura y
universal de la acción de Dios, bajo el símbolo de la realeza, en su
pueblo, pero además en la concepción de ese pueblo. En la bendición
de Jacob, en el símbolo real se insinúa la acción de Dios en la historia.
La alianza prometida a David, se inserta en la alianza de los
patriarcas. El esplendor lo alcanza con David y Salomón,
pertenecientes a esa tribu, pero su cenit lo encontramos en Jesucristo,
el Señor, el Mesías –Rey de cielos y tierra. Un descendiente de Judá
reinará, no sólo sobre las tribus, como David, sino sobre todas las
naciones de la tierra. Jesús nacerá de la tribu de Judá, en Belén de
Judea (cfr. Ap. 5,5).
b.- Mt. 1,1-17: Genealogía de Jesucristo.
El evangelio, nos presenta la genealogía de Jesucristo, descendiente
de Judá y David. Ella nos confirma y enseña certezas respecto al
origen humano de Jesús. Por Mateo, sabemos que José es su padre
ante la Ley, de este modo ingresa en la línea de las generaciones.
Con lo que se confirma, que Jesús es verdadero hombre, realmente
nacido de mujer (cfr. Gál.4,4). La familia en la que ingresa es de origen
regio, es la familia de David, se cumple la promesa mesiánica. Por lo
tanto, Jesús, es hijo de David, en sentido jurídico, con derecho al
trono, como descendiente de David (cfr. 2Sam.7,1-16; Lc.1,32;
Rm.1,3). Pero también, Jesús es hijo de Abraham, fundador de un
pueblo, no sólo de una estirpe. Yahvé le hizo la promesa de bendecir
en él a todas las naciones de la tierra. Sus descendientes son fuente
de bendición para toda la humanidad, hasta que esta bendición la
recibamos del único vástago que trae dicha bendición para todos los
hombres (cfr.Gn.12,3; Gál.3,16). Son catorce generaciones las que
llenan tres períodos desde Abraham hasta David, desde éste al
cautiverio en Babilonia y desde el exilio hasta Cristo. Se descubre el
plan salvífico de Dios que dirige la historia hasta este nacimiento
singular. Esta genealogía de Mateo, es descendente ya que empieza
en Abraham y termina en Jesús, hijo de María y José. Entre los
antepasados de Jesús, encontramos de todo, unos muy buenos y
otros no tanto. Si bien, predominan los hombres, línea masculina, se
mencionan cuatro mujeres, poco significativas, y no se considera a las
esposas de los Patriarcas, como Sara y Rebeca, Lía y Raquel. Las
que el evangelista nombra son: Tamar (v.3; cfr. Gen.38,1-30); Rahab,
prostituta de Jericó (v.5; cfr. Jos. 2; 6,15ss), que tuvo un hijo de su
propio suegro; Rut la moabita (v.5; cfr. Rut 4,12s), Betsabé, mujer de
Urías y luego de David (v.6; cfr. 2 Sam. 11), además de María, la
Madre de Jesús (v.18). Dos de ellas, eran extranjeras: Rahab y Rut. A
pesar de todo, lo indigno y con sangre extranjera, Dios lleva adelante
su plan salvífico. Nada impidió que la bendición llegara, aprovechando
todos los momentos históricos, a la descendencia a que se hizo la
promesa (cfr. Gál.3,19). En todo este camino histórico, la fidelidad de
Dios y su voluntad salvífica, se abren paso. Al final se menciona al
Mesías: de María nació el Cristo (v.17). Este era el fin de la
genealogía, demostrar el origen mesiánico de Jesús. Todo este texto
expresa, que Jesús es verdaderamente el Mesías prometido. El
Mesías concentra aquí un concepto mayor de lo que la historia
comprendió como sucesor de David. Se trata de vocación de Israel,
ser una bendición, confiada por Dios para toda la humanidad. Con la
llegada de Jesús, el Mesías, se revela en la historia la economía
salvífica de Dios inteligente y dinámico desde el amor.
Antífona: OH SABIDURÍA.
Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del
uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y
muéstranos el camino de la salvación.
VIERNES
Día 18 de Diciembre
Lecturas bíblicas
a.- Jr. 23, 5-8: Suscitaré a David un vástago legítimo.
Las predicciones de Jeremías están a punto de cumplirse: Israel ira al
exilio. Son los últimos años de Sedecías, Jerusalén sufre la presión del
invasor. El oráculo del rey, si bien, condena su actitud tiene un tono
esperanzador, mesiánico, era lo que el pueblo exigía escuchar, porque
con el enemigo a las puertas de la ciudad, parecía que todo se
derrumbaba. El Ay, del comienzo, viene significar, la amenaza de
Dios contra los pastores, reyes descendientes de David, como las
autoridades civiles y religiosas, que llevaron al pueblo a la apostasía, a
la idolatría, y finalmente al destierro. Su final fue trágico: el pueblo fue
al exilio. Ahora es Yahvé quien asume los destinos de Israel, hará de
Pastor de su pueblo, de ese resto fiel que permanece después del
destierro. Exigente con las que ostentan el poder, benévolo con las
ovejas descarriadas. Como Pastor, las reunirá, las llevará a su aprisco,
la tierra de promisión, para que crezcan y se multipliquen. El pueblo es
de su propiedad, no lo abandonará, pondrá pastores que bajo su égida
y guía personal, “hasta que lleguen los días” (v.5), los tiempos
mesiánicos. Jeremías contempla por sobre los pastores que vendrán,
hombres, fieles hasta posar su mirada sobre el descendiente de David,
el vástago legítimo que Yahvé suscitará e instalará como rey sobre su
pueblo. El profeta Jeremías, habla de un “Germen” justo que brotará
del linaje de David (v.5). Será justo y prudente. Su nombre será
“Yahvé, Justicia nuestra” (v.6). Es un anuncio de la venida del Mesías
y la instauración de la monarquía davídica, pero desde una
perspectiva nueva, cimentada en la justicia, prudencia y el derecho
sobre la tierra. Si Sedecías significaba: Yahvé es mi justicia, el nombre
del vástago de David, en cambio, será: “Yahvé es nuestra justicia” (v.
6). Como cristianos, sabemos que sólo en Cristo Jesús, se cumplió
esta profecía de Jeremías, que sobrepasó con creces las expectativas
del profeta. Yahvé no sólo ha sido nuestra justicia con su presencia y
acción salvífica, sino que, se ha hecho Emmanuel, es decir, Dios con
nosotros. Finalmente (vv.7-8), vienen a confirmar que el futuro del
misterioso vástago, luego del destierro será de tal esplendor que la
salida de Egipto, el Éxodo, acontecimiento central de la historia del
pueblo, será un recuerdo, comparado con la liberación de las
esclavitudes que traerá este Germen Justo. Ese vástago es Jesús, el
Salvador (cfr. Sal.71). Es por medio de José de Nazaret, que Jesús
entra en el linaje de David, cumpliéndose así el oráculo de Jeremías:
Dios es nuestra justicia, es decir, nuestra salvación.
b.- Mt. 1, 18-24: José, padre legal de Jesús.
El evangelio nos habla del nacimiento del Mesías. Nos presenta la
persona de José, esposo de María. Antes de vivir juntos, ésta
esperaba un hijo. ¿Qué hacer? ¿Romper el compromiso?, ¿Denuncia
a María en forma pública o el repudio? José decide separarse en
secreto (v. 19). La deshonra que tiene su esposa no la debe conocer
todo el pueblo. José es considerado justo, es decir, busca a Dios y
vive según su voluntad; justo es quien adquiere madurez humana y
experiencia del querer de Dios, Dios se complace en el justo. Tomada
la decisión, el ángel del Señor le descubre el misterio: le asegura a
José, hijo de David, que el hijo que espera su mujer es obra del
Espíritu Santo. Dios cuenta con él, porque le confía una misión:
cumplir en su vida la profecía que el Mesías sería de la casa de David
y poner al hijo el nombre de Jesús, es decir, Dios salva. Entra de este
modo en esta historia de salvación, y dócil a la voz angélica hace lo
mandado (v. 24). En José encontramos una admirable disponibilidad,
una obediencia admirable, todo dispuesto a seguir amando a María, su
esposa. Se compromete con una paternidad que está ligada a la
salvación que trae el Emmanuel, Dios con nosotros (cfr. Is.7,10-16).
Acoge la iniciativa de Dios: el Mesías viene del cielo, concebido por el
Espíritu Santo.
Antífona: OH ADONAI.
Oh Adonai. Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en
la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el
poder de tu brazo.
SÁBADO
Día 19 de Diciembre
Lecturas bíblicas
a.- Jc. 13 ,2-7. 24-25: Anuncio del nacimiento de Sansón.
Es quizás el Libro de los Jueces, que conceda más relieve a la acción
del espíritu de Yahvé (cfr. Jc. 3,10; 6,34; 11,29; 13,25). Y es
precisamente en Sansón en quien más se nota esta realidad, de ser
guiado por el espíritu de Yahvé. Una lectura superficial de sus
aventuras, nos puede dar la impresión de ser extravagancias, pero es
precisamente, el autor sagardo, con ese lenguaje quiere dejar en claro
la fuerza de Dios en la vida de Sansón. Es un poseído por el espíritu.
La pertenencia de los israelitas a un pueblo los colocaba en una
relación especial con su Dios. Dentro de esta pertenencia
encontramos grados de consagración: los nazir. Esta institución dio
origen al nazareato que estuvo vigente hasta el NT. San Pablo se
encontraba entre ellos (cfr. Hch.18, 18). Eran los consagrados Dios,
nazareato que podía ser de por vida o temporal, Sansón está
consagrado a Yahvé desde el vientre de su madre (v.5). Él comenzará
a salvar a Israel de la mano de los filisteos. La efusión del espíritu, ser
nazareato, tenía una función salvífica. Gedeón se queja de pertenecer
al clan más pequeño de la tribu de Manasés y de ser el último de la
casa de su padre (cfr. Jc. 6,15). Será la fuerza del espíritu de Yahvé,
la que fortalecerá la vida de todos los Jueces. Esta presencia del
espíritu de Dios, en la vida de Israel y en hombres insignes, viene a
evitar el orgullo de creer que con el sólo esfuerzo humano se libra de
sus enemigos, sino confirmar que la victoria viene del espíritu de Dios.
b.- Lc. 1, 5-25: Anuncio y nacimiento de Juan hijo de Zacarías.
El evangelio nos presenta, el anuncio y el nacimiento de Juan
Bautista, que el evangelista sabe enmarcar en unas coordenadas muy
precisas: en tiempos de Herodes, rey de Judea; el espacio es el
recinto del templo de Jerusalén, lugar de la presencia de Yahvé, en la
hora precisa, a Zacarías, el sacerdote que sirve ese día, le toca el
turno de quemar el incienso, en la oración de la tarde. Se oía el sonar
del cuerno, y el pueblo era bendecido (cfr.Dn.9, 21). Zacarías,
sacerdote del turno de Abías, estaba casado con Isabel, descendiente
de Aarón, ambos eran justos, ella había sido estéril, no tenían hijos, ya
eran ancianos (vv. 5-7). Pero sucedió algo no habitual: se le aparece
el ángel del Señor y le anuncia que su oración de mucho tiempo ha
sido escuchada: va a ser padre. Se puede pensar que Dios escuchó
un antiguo deseo del matrimonio, la bendición será darle un hijo al
matrimonio, pero se extiende a todo Israel (vv.13-14). Si bien, el
nombre lo colocaba el padre, que lo haga Dios, viene a significar, que
aquel niño va a ser grande dentro de su plan de salvación. Su
concepción en el seno de su madre Isabel, será motivo de gozo no
sólo para ellos, como para todo Israel (v.14). El ángel detalla la figura y
misión de este niño: Será grande ante el Se￱or… estará lleno de
Espíritu Santo y convertirá al Señor su Dios, preparará al Señor un
pueblo bien dispuesto (vv. 15- 17). Pero el sacerdote no cree, cuenta
sólo con sus posibilidades; exige pruebas, que por cierto, no se le
conceden. Como hombre versado en la Escritura, debería haber
comprendido el mensaje divino, Abraham y María de Nazaret
exigieron pruebas ante la llamada divina (v.18; cfr. Gn.15, 8; Lc. 1,34).
La importancia del ángel Gabriel, está en es el primero del evangelio
que se comunica a un hombre, la Buena Nueva llega a Zacarías (cfr.
Dn. 9). Las dudas de Zacarías, no detienen los planes de Dios, por
ello, el ángel lo deja mudo; el secreto, se guardará hasta que se
cumpla lo anunciado (v. 20). Mientras tanto, el pueblo espera afuera
inquieto, contempla a Zacarías, que es incapaz de pronunciar la
bendición (v.21; cfr. Nm. 6, 22- 27). Algo había sucedido durante la
celebración. Respecto a Isabel no se le pide el consentimiento para
ser madre, sino que se le anuncia un hecho consumado, agradece el
gesto de Dios, pues borraba su oprobio (v.25). Juan, el niño que va a
nacer de manera prodigiosa, se asemeja a Isaac y Samuel, su
nombre describe que será un favorecido de Dios (cfr. Mt. 11, 14; Mal.
3, 23; Gn.18, 9-15; 1Sam. 1,9-19). Ante el vino nuevo del evangelio
que traerá Jesús, será una exigencia para Israel, renovar los viejos
odres de sus mentes y estructuras: esta es la misión exclusiva de
este niño, Juan, que orientará su destino y existencia hacia Cristo
Jesús, el Mesías, el Salvador.
Antífona: OH RENUEVO
Oh renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo por los
pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las
naciones, ven a librarnos, no tardes más.
DOMINGO
Día 20 de Diciembre
Lecturas bíblicas
a.- Is. 7,10-14: La virgen está encinta.
El anuncio del profeta Isaías, pretende contrarrestar el deseo del rey
Ajaz, de hacer alianzas políticas, con sus enemigos en lugar de confiar
en Yahvé. La señal que el Señor le da es el nacimiento de un hijo que
asegurará la supervivencia del linaje de David, según la promesa
hecha por Dios a éste por boca de Natán (cfr. 2Sam7; 1Cro.17). Pero
Ajaz no cambiará su política con Asiria (cfr. Is.10,9). Decisión que trajo
a Judá el vasallaje asirio (cfr. 2 Re.18,7). Lleno de hipocresía renuncia
al signo, que le ofrece Yahvé, puede pedir algo de la tierra, como el
Seól, o de lo más alto de los cielos, es decir, el rey puede pedir
cualquier cosa, con lo que pretende demostrar, que no duda de Yahvé.
Opta por no tentar a Yahvé (cfr.Is.7,2; Dt.6,16). El profeta igualmente
hace su proclama contra el rey y su corte dirigiéndose a la Casa de
David para actualizar el pacto hecho por Yahvé con David; además
manifiesta al rey que Dios y él están hartos de que su voluntad sea
rechazada (cfr. 2Sam.7,1-17; Ex.32,7-14). Isaías sabe que
precisamente el temor del rey está en que se cumpla el signo, pero el
signo se dará independientemente de la voluntad del rey porque Dios
viene a auxiliar a su pueblo. El signo es una joven que espera un hijo,
que tendrá un nombre simbólico, Emmanuel, es decir, Dios con
nosotros (cfr. Is.1, 26; 8,8.10; Sal.46, 8.12). La joven aludida puede ser
una esposa del rey, el hijo sería Ezequías (cfr. Dt.1, 39; 1Re. 3,9),
quien posibilitó un tiempo de apogeo para Israel (cfr. Is.7,17). Sin
embargo las expectativas de salvación que traerá el Emmanuel,
superan el ámbito de Ezequías y dibujan la esperanza en la llegada
del Mesías definitivo, el Ungido, que gobernará según la voluntad de
Dios (cfr. Is.9,1-6;11,1-9). Será Mateo (cfr.Mt.1,22-23), quien relacione
la profecía de Isaías con María Virgen, que no duda de la proyección
mesiánica y salvífica, cuyo Emmanuel alcanza su madurez en Jesús.
b.- Lc. 1, 26-38: Anuncio del ángel a María.
Del evangelio, se desprende el misterio de la Encarnación del Hijo de
Dios, en las entrañas de María de Nazaret. En el sexto mes (v.26), la
anunciación de Jesús remite a la de Juan; la concepción de una estéril
Isabel mira a la concepción virginal de María (cfr. Jn.1, 27). Si la
anunciación de Juan era en el templo, la de Jesús es en Galilea, en
Nazaret, ciudad semi-pagana (cfr. Mt. 4,15; Jn.1, 46; 7,52). El ángel
saluda a la joven María, con la palabra “Salve”, que traducimos por
“Alégrate”, porque el Señor la ha colmado de su gracia, de su favor, le
promete su presencia y acompañamiento (v.27; cfr. Sof. 3,14; Jl. 2, 21;
Zac.9,9). María, goza de la complacencia de Dios, porque está
colmada de su gracia, es el favor divino desplegado en ella (cfr. Sof.
3,15-17). María se convierte en ese resto de Israel, Dios cumple sus
promesas, germen del nuevo pueblo de Dios en medio de ella. (v.28;
cfr. Mt.18, 20; 28,20). El Señor está con María (v.28; cfr.Ex.3,2; 3,12;
Jue. 5,24; 6,12.15-17; Jdt.13,18; Lc.1,71), la joven ingresa entre los
grandes de la historia de la salvación. El saludo del ángel turbó a
María, le anuncia que será madre, pondrá a su hijo, el Nombre de
Jesús (vv. 29-30). No se menciona ningún hombre o padre; Dios mora
en María, nuevo templo del Señor, ciudad santa, pueblo de Dios, en el
cual mora Dios (cfr.Sof.3, 14-17). Jesús, significa: “Yahvé salva”.
Nombre y misión van muy unidos, será Salvador de su pueblo, de la
humanidad. Jesús será grande e Hijo del Altísimo (v.32), es decir, Hijo
de Dios, el poder de Dios la envolverá. Es la promesa de Natán a
David, cumplida en Jesús, reinará sobre la casa de Jacob para
siempre (v. 32; cfr. 2Sam. 7, 12-16; Is. 49,6). A la propuesta María
responde con una pregunta: “¿Cómo será esto, puesto que no
conozco varón?” (v.34; cfr. Lc.1,18). La concepción de Jesús será obra
del Espíritu Santo, vendrá sobre ella, la fuerza divina que fecundará su
seno purísimo, la sombra del Altísimo la cubrirá (v. 35; cfr. Gén. 1,2;
2,7; Ex. 40,34; 1Re. 8,11; Ez. 37,14; Jdt.16, 14; Sal.104, 30; Lc. 9,34).
Jesús, será el Santo de Dios, el poseedor del Espíritu desde su
concepción, el Hijo de Dios (cfr. Hch.2,23. 27; Lc.1,32; 4,34; 6,35;
8,28; 24,49). Jesús, es el único Hijo de Dios (cfr. Lc.3, 38). María
recibe un signo: Isabel, la estéril, ya está en el sexto mes de
embarazo, porque para Dios no hay nada imposible (vv. 36-37;
Gén.18, 13s). María comprende la voluntad de Dios, da su
consentimiento como esclava del Señor, con un acto de obediencia
comienza la historia de la salvación (v.38; cfr. Gn.12,1-4; Hb.10,5-7;
Flp.2,8; Mt.7,21; Jn.1,14; 1Cor.15,28). María, se convierte en la
creyente ideal, porque la voluntad de Dios lo es todo para su vida.
Antífona: OH LLAVE DE DAVID
Oh llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie
puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que
viven en tinieblas y sombra de muerte.
NB: En este año 2015, hoy se celebra el Cuarto Domingo de
Adviento.
LUNES
Día 21 de Diciembre
Lecturas bíblicas
a.- Ct. 2,8-14: Levántate, Amada mía, hermosa mía, ven.
El Cantar de los Cantares, literatura sapiencial, nos presenta la voz de
la esposa, que se dirige al esposo, en un lenguaje poético, expresión
de un amor apasionado. Desde lejos contempla la presencia del
esposo, lo reconoce por su voz, sus pasos, signos que a los demás
pasan inadvertidos. Viene hacia ella corriendo, saltando, como si fuera
una gacela o un cervatillo. Animales que abundaban en el tiempo en
que se compuso esta obra de la sabiduría hebrea. De trasfondo,
encontramos el afecto y la emoción de la presencia que el amado ha
provocado en la esposa. Lejos de ser un ladrón, el amado, es el amigo
que viene a encontrarse con su amada, y viene a compartir las delicias
de amor. Detrás de la cerca, mira por las ventanas, atisba por entre las
rejas y la llama: “Levántate amor mío, hermosa mía, y vente” (v.10). La
alusión a las palomas que habitan en la grietas de las rocas, en los
wadis profundos de Judea, vienen a significar, espacio para la
intimidad, para la conversación amorosa y la mutua contemplación.
Con raz￳n la esposa puede decir: “Mi amado es mío y yo de mi
amado” (Ct. 2,16). Esta lectura en Adviento nos habla de la Esposa
que es la Iglesia y Yahvé es el Esposo. María Inmaculada, representa
al pueblo de Dios: “Toda hermosa eres, amada mía, no hay tacha en
ti” (Ct. 4,7). Desde el momento de su Concepción, María está limpia de
pecado, es la esposa pura de Yahvé, para ser la Madre de Dios. María
es modelo de la Iglesia, la única y verdadera esposa del Hijo de Dios
que esperamos en este tiempo de Adviento. Nuestra esponsalidad
eclesial, viene de nuestra condición de bautizados, con el único
Esposo de la Iglesia, Cristo Jesús.
b.- Lc. 1, 39-45: La Visitación.
En este evangelio, María visita a su prima Isabel. Fue con presteza a
la región montañosa de Judá; viaje que duraba tres o cuatro días Entra
en casa de Zacarías y saluda a Isabel (vv.39-40). El saludo de María
que lleva en su seno al Mesías, es signo de salvación que llega a
Isabel y a su hijo Juan, que salta de gozo en su seno (v.41; cfr. Gén.
25,22; Jr.1,5). Isabel, se llena del Espíritu Santo, y exclama: “Bendita
tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” (v.42); canta como
los antiguos levitas delante del arca de la alianza (cfr. 1Cró.16, 4). El
Espíritu le manifiesta a Isabel, el misterio de María, servidora del
Señor y pregonera de la salvación. Isabel, confirma que María es llena
de gracia, por eso, es bendita entre todas las mujeres, porque el fruto
que lleva en su seno es bendito (cfr. Ef. 1,3). “¿De dónde a mí que la
madre de mi Señor venga a mí?” (v.43), las mismas palabras de David
cuando trasladó el arca de la alianza a Jerusalén (cfr. 2Sam. 6, 2-11).
María, es Arca de la Nueva Alianza, lleva en su seno la palabra de
Dios, la fuente y causa de la salvación, el nuevo culto. Los saltos del
pequeño Juan es el vientre de su Isabel, es la respuesta al saludo de
María; ingresa el niño el gozo del tiempo mesiánico, tiempo de alegría
(v.44; cfr. Mal.3, 20). “Bienaventurada tú que has creído…” (v.45).
Isabel, canta la fe de María: será madre de Jesús, porque dio el Sí en
obediencia a la palabra del Padre (cfr. Lc. 1,38; 11, 27). Con una
actitud de obediencia, comienza otra etapa de la historia de salvación,
así como el inicio de Abraham (cfr. Gén.12, 1-15), María, creyó al
Padre, que sería la virgen y madre de Jesús, el Mesías esperado.
Antífona: OH SOL.
Oh Sol que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de
justicia, ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra
de muerte.
MARTES
Día 22 de Diciembre
Lecturas bíblicas
a.- 1 Sam. 1,24-28: Ana da gracias por su hijo Samuel.
En esta lectura, encontremos un eco de varios Salmos, los “Cánticos
de Si￳n” donde encontramos la nostalgia de los piadosos judíos, y su
devoción por la ciudad santa de Jerusalén, en particular, por el templo
de Yahvé (cfr. Sal. 46; 48; 76; 84; 87 y 122). Ana, agradece la
maternidad y consagra a Samuel a Dios en el templo, que queda al
servicio del sacerdote Elí. Su oración es todo un acto de fe en la
omnipotencia de Yahvé: “Óyeme, señor. Por tu vida, señor, yo soy la
mujer que estuvo aquí junto a ti, orando a Yahvé. Este niño pedía yo y
Yahvé me ha concedido la petición que le hice. Ahora yo se lo cedo a
Yahvé por todos los días de su vida; está cedido a Yahvé. Y le dejó
allí, a Yahvé” (vv.26-28). Esta oración de agradecimiento por el
nacimiento de Samuel, es motivo para que Ana, eleve su cántico a
Yahvé, prototipo del Magnificat de María, la Madre de Jesús (cfr.
1Sam. 2,1-10), que expresa la esperanza de los humildes, que termina
evocando al Rey y Mesías (cfr.1Sam. 2,10). Samuel representa al
sacerdote que se consagra al servicio de Yahvé, en el santuario desde
su más tierna edad. Pertenecía a la tribu de Efraím (cfr.1Sam. 1,1) y
ejerció su ministerio sacerdotal, en su vertiente profética (cfr.1Sam.7,9;
9,13;10,8). Pero a este ministerio profético, se une la de juez o sea
que nos encontramos ante una personalidad muy completa al servicio
de Dios y de Israel, previo a la época monárquica.
b.- Lc. 1,46-56: El Cántico de María, la Madre de Jesús.
En el evangelio nos presenta el Magnificat, de María, la Madre de
Jesús. Alaba mi alma, la grandeza del Señor (vv. 46-48). La acción
salvadora que ha realizado el Señor en María, convierte a Dios en
Salvador que actuará en Jesús de Nazaret. La alabanza y el júbilo
mesiánico invaden el alma de María, y por ello proclama su canto. Ella
se cuenta entre los pequeños y humildes a quienes Dios por medio de
sus profetas promete la salvación (cfr. Is. 57,5; Jdt. 9,11). El saludo,
de Isabel a María se prolongará hasta el final de los tiempos; todas las
generaciones se unirán a María en su alabanza a Dios. Como el
reinado de su Hijo es para siempre, así la alabanza a María, su Madre
será para siempre y en todo lugar. Grandes cosas ha hecho el
Señor, Santo es su nombre… (vv. 49-50). En el AT., encontramos
que la imagen que mejor presenta a Dios es su poder, santidad y su
misericordia. La fuerza divina, se hace presente en el mundo, como
Dios Santo, demostrando que todas las naciones son su propiedad
(cfr. Ez. 20,41). Su misericordia, es manifestación del Dios Santo; es
Salvador y Redentor, no es hombre, sino Dios de Israel. Su poder es
manifestación de su amor misericordioso. Desplegó la fuerza de su
brazo… (vv. 51-53). María, expresa ahora, no sólo lo que Dios ha
hecho en la historia de la salvación, sino que expresa lo que ha
experimentado, como pueblo de Dios desde la oración y la
humillación. María es conducida en su canto al corazón de la acción
redentora de Dios, los poderosos fueron humillados, exaltó a los
humildes (cfr. Dt. 26,6-9; Hch.1, 14). Los soberbios han rechazado a
Dios, en cambio, los pobres, abren su corazón, Dios vuelve su rostro
hacia ellos (cfr. Mt. 5,8). María proclama su bienaventuranza; su
propio Hijo, una vez concebido, conocerá la humillación y la exaltación
(cfr. Flp. 2, 5-11). Acogió a Israel su pueblo… (vv. 54-55). Se acordó
de su misericordia, esta hora de María, es también la hora de su
pueblo Israel; Dios preparó la salvación a Israel, está a las puertas de
la salvación. María, no es sólo parte de Israel, representa al nuevo
pueblo de Dios, la Iglesia. En Israel, es en quien confluye el
cumplimiento de todas las promesas de Dios y su fidelidad en
cumplirlas (cfr.Is.41,8). La promesa fue hecha a Abraham y su
descendencia, María asume su realización y la Iglesia recogerá sus
frutos de santidad. Jesús, fruto de su seno, es el centro de la historia
de la salvación (cfr. Gn.12, 2). La madre virgen canta la descendencia
de Ana, que fue bendecida por Dios, y su acción en la historia salvífica
(cfr.1Sam.2,1-10). Si fue alabada la maternidad de las estériles como
obra de Dios, la maternidad virginal del Mesías en María, es mayor
todavía porque en Él son bendecidos todos los pueblos. María
permaneció tres meses con Isabel y regresa a casa, su misterio queda
velado hasta que llegue su hora de dar a luz. Su cántico hoy es del
pueblo de Dios, la Iglesia cada tarde, lo proclama como alabanza al
Dios de la historia.
Antífona: OH REY
Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de
la Iglesia, que haces de los dos pueblos uno solo, ven y salva al
hombre que formaste del barro de la tierra.
MIERCOLES
Día 23 de Diciembre
Lecturas bíblicas
a.- Mal. 3,1-4. 23-24: Envío mi mensajero a prepararme el camino.
La primera lectura, es una crítica a los malos pastores del pueblo de
Israel y la llegada del Día e Yahvé. Es el tiempo de Esdras, tiempo de
la restauración después del exilio. El Señor enviará a su mensajero
para anunciar la renovación del culto, por medio de un fuego
purificador; vendrá también el profeta Elías, antes del Día del Señor,
para convertir los corazones de padres e hijos, para evitar el castigo.
Yahvé tiene sus mensajeros, y cuando se menciona el Día del Juicio y
la justicia realizada por Dios, éste enviará su mensajero por delante.
Su labor será preparar a los hombres para la llegada del Juez, es
decir, Yahvé. Más importante, que el mensajero, era la certeza que
Yahvé venía a juzgar al mundo. En ese Día hasta los justos se
sentirán pecadores; Yahvé juzgará no por criterios humanos, sino
según su propia justicia, que purifica y justifica. Las imágenes del
fuego y la lejía, expresan esta realidad con fuerza incontenible (v.2).
La purificación comienza por los hijos de Leví, es decir, los sacerdotes,
y luego, se hace extensiva a todas las clases sociales: los hechiceros,
los cultores de artes mágicas, los adúlteros, los jueces y las injusticias
cometidas contra la viuda, el huérfano y el forastero (cfr. Ex. 22, 17;
Mal. 2,14; Ex. 20,14). Eran las quejas de los justos y la respuesta
profética, frente a los opresores; Dios permanece fiel y actuará en el
momento oportuno. Ellos no dejan de ser hijos de Jacob, alejados,
rebeldes, aunque siguen siendo herederos de la promesa y de la
Alianza. Pecado, castigo y fidelidad divina, se conjugan
admirablemente para salvar al Resto mediador de Israel. La profecía
termina anunciando la vuelta del profeta Elías, el primero de los
profetas, que reaparecería en el comienzo del NT (cfr. 2Re. 2,11; Eclo.
48,10-12). Elías vino en la persona de Juan el Bautista, según Jesús
(cfr. Mt.11, 7-14; 17,10-13; Mc. 9, 2-13), pero también con ÉL; vemos
así realizada la verdadera conversión y el Juicio en el amor. Cuando
se haga hombre, en la persona de Jesús de Nazaret, y desde la Cruz
juzgue al mundo, sólo entonces, comprenderemos que ha sido Juan,
el Bautista, el principal mensajero que prepara su camino.
b.- Lc. 1, 57-66: Nacimiento y circuncisión de Juan, el Bautista.
El evangelio nos narra el nacimiento de Juan Bautista, su circuncisión
e imposición del nombre, causa de alegría para sus padres. Mañana
celebraremos el nacimiento de Jesús. Hablando de Juan, como el
evangelista, podemos preguntarnos: “¿Qué será este ni￱o?” (v.66). A
Isabel le ha llegado su hora, motivo de gozo, aunque en este caso,
con matices muy significativos: eran padres ancianos, ella estéril,
ahora será madre puro don de Dios. La familia y vecinos de Isabel y
Zacarías se enteraron de la gracia que habían recibido y se alegraban
con ellos. La buena noticia de este nacimiento se comunica: para Dios
nada hay imposible. Está muy interesado en este hijo, es fruto de su
misericordia, tiene planes para él. Juan va a ser su nombre, su
significado, es Dios da gratuitamente, lo que encierra su función, su
misión en esta vida. Los parientes, preguntas por señas a Zacarías
qué nombre quieren ponerle, pero los padres, saben que su hijo, es
un don de Dios, y que le ha destinado una gran misión, por ello le
ponen por nombre: “Juan es su nombre. Y todos quedaron admirados”
(v. 63; cfr. Lc.1, 13). Nadie en su familia llevaba ese nombre; Dios es
siempre novedad, nos sorprende. Así como Dios rompe con la
tradición respecto al nombre, rompe de inmediato la mudez de
Zacarías y comenzó a bendecir a Dios (v.64). Aparece el pueblo, los
vecinos que son testigos de todo esto, graban lo acontecido en su
coraz￳n, y exclaman: “Pues, ¿qué será este ni￱o? Porque, el efecto, la
mano del Se￱or estaba con él?” (v. 66). Si bellas son la manos del
padre cuando acaricia a su hijito, cuánto más la de Dios que estaba
sobre el niño Juan. Actualizar el ministerio del Bautista, porque Dios
estaba con él, también estará con nosotros, si en este Adviento,
preparamos los caminos de Jesús por medio de la conversión diaria a
la justicia, la verdad, la paz y el amor
Antífona: OH EMMANUEL.
Oh Emmanuel, Rey y Legislador nuestro, esperanza de las naciones y
salvador de los pueblos, ven a salvarnos, Señor Dios nuestro.
JUEVES
Día 24 de Diciembre
Misa de la mañana
Lecturas bíblicas
a.- 2Sam. 7, 1-5. 8-12. 14-16: El reino de David durará por siempre.
Esta lectura nos centra en el núcleo de la historia de David: su carrera
militar y política vive un tiempo de paz, espacio en que el profeta
Natán le hace una promesa al rey David (vv.1-16). David, agradecido
eleva a Yahvé una oración muy sentida en su corazón (cfr. 1Sam.
7,18-29; 1Cro. 17). En este contexto en que David decide dedicarse
más a sus deberes religiosos, conocemos lo que inquieta al rey:
mientras él vive en palacio, Yahvé vive en una tienda (vv.1-3). La
palabra de Dios vino esa noche al profeta Natán y se contrapone a los
deseos del rey. Dios no quiere habitar en una casa, un templo, es más
no se deja atrapar, es ÉL, quien estable las relaciones con los
hombres, incluido David. El rey no podrá construir el templo, quizás
porque debido a sus batallas y haber derramado sangre, Yahvé es
amante de la paz, no de la violencia (cfr. 1Cro.22, 7). A Yahvé parece
le interesa más la dinastía davídica, que un templo. Él quiere construir
un templo para Yahvé, pero Natán le asegura, que es el mismo Dios,
quien le edificará una casa, una dinastía para siempre (v.11). La
monarquía es un avance histórico, una innovación en la estructuración
institucional de Israel, organizado hasta ahora en un sistema federal,
en que cada tribu, poseía su autonomía. Concentrar el poder en las
manos del rey, tener como capital Jerusalén, supone un avance
respecto a las tradiciones instituidas por Moisés y el Sinaí. Este nuevo
binomio, David y Jerusalén, es toda una novedad. Esta profecía de
Natán, es el refrendo divino de la monarquía davídica. Respecto a la
permanencia eterna de su casa, su dinastía, y lo inconmovible de tu
trono, antes de morir el propio David afirma: “Pues firme ante Dios
está mi casa, porque ha hecho conmigo un pacto sempiterno, en todo
ordenado y custodiado.” (2Sam. 23,5). David relee la profecía de
Natán y el compromiso de Yahvé con su dinastía, como si hubiese
sido un pacto, semejante al que hizo con Abraham (vv. 12-13; cfr.
Gn.15). Este pacto mantuvo alto el ánimo y la esperanza de Israel
sobre todo en los momentos difíciles. Era luz para el caminar de Israel
en su devenir histórico para los deseos salvíficos de Yahvé. De este
texto nace la esperanza mesiánica, pero en ninguno de sus sucesores
se cumplió esta profecía. Ni siquiera en Salomón que edificó el templo
de Jerusalén (cfr.1Re.11, 4; 15,4; 2 Re.8,19). La profecía de Natán,
asegura la dinastía davídica: “Tu casa y tu reino permanecerán para
siempre ante mí; tu trono estará firme, eternamente.” (v.16). Sólo en
Jesús de Nazaret, alcanza su plenitud y cumplimiento, como
verdadero hijo de David (cfr. Lc.1, 32s), será el verdadero rey pacífico,
capaz de colmar nuestras esperanzas de paz universal para la
humanidad que lo espera.
b.- Lc. 1, 67-79: El Benedictus. El canto de Zacarías, padre del
Bautista.
En este texto, encontramos el cántico de Zacarías, lo que confirma
que ha aprendido a confiar en Dios. “Bendito sea el Señor Dio de
Israel” (vv. 68-75). En un primer estadio, encontramos a Zacarías,
padre de Juan, que canta el cumplimiento de las promesas de Dios
Padre. Este cántico, el Benedictus, es una síntesis de citas del AT.,
que expresa la esperanza de Israel centrada en la obra de Dios, la
persona de su hijo Juan, y de Jesús. Zacarías lleno del Espíritu Santo,
profetiza acerca del futuro de su hijo: Precursor, del Mesías que trae la
liberación al pueblo. Alaba a Dios, porque ha puesto su mirada sobre
Israel para redimirlo (vv.68-71). La liberación, salvación, es término
que está presente en todo el Cántico. El camino que Dios usará es el
envío de la fuerza salvadora, el cuerno salvador, que viene de la Casa
de David, metáfora de la fuerza, de los toros o de los guerreros que en
sus cascos ponían cuernos para reivindicar su poder (cfr. Ez. 29,21).
Esta esperanza de liberación, en línea profética, comenzó en Egipto y
que los profetas mantuvieron en el tiempo es la que alude Zacarías.
Esa fuerza liberará a Israel de sus enemigos, los que los odian (v.71),
Lucas, piensa quizás en la liberación del poder romano, y ser
gobernado por un descendiente de David. “Teniendo misericordia
con nuestros padres y recordando su santa alianza” (vv. 72-73).
La Alianza, se refiere a las promesas hechas a los padres y a
Abraham comprenden todo Israel (cfr. Gn.15, 18; 22,17), con lo que
quiere resaltar la fidelidad de Dios a su promesas en el tiempo y que lo
libra de sus enemigos. Salvación que exige, un servicio a Dios, sin
temor, en justicia y santidad, es decir en el culto divino, cumplimiento
de la Ley de Dios. “Y tú niño, serás llamado profeta del Altísimo”
(v.76-79). En un segundo estadio, Zacarías profetiza sobre su hijo
Juan: le anuncia que irá delante del Señor a preparar sus caminos. Lo
asocia al número de los profetas de Israel. Si bien Zacarías, se refiere
a que Juan irá delante del Señor, delante de Dios, el evangelista, en
cambio está pensado en Jesús, cuya venida Juan anuncia. Conocer la
salvación, traerá la remisión de los pecados, Lucas, está pensando
en el bautismo de Juan, al que los hombres venían con el corazón
arrepentido, y conseguían perdón de sus pecados. El pecado será un
enemigo interior, espiritual, no político, del que Jesús liberará al
creyente en toda su actividad evangelizadora. Se pasa del signo del
cuerno, la fuerza al de la luz, que viene de lo alto: será el descendiente
de David, quien iluminará a los hombres, y conducirlos por el camino
de la paz (cfr. Nm. 24, 17; Ml 3,20; Is. 60,1). Esta Noche Santa nos
visitará el Sol, que nace de lo alto, Jesucristo que con su nacimiento,
ilumina las tinieblas de esta noche hasta ser luz del mundo (Jn.12, 46).
Acerquémonos a la luz brota de la gruta de Belén, al Niño Jesús, con
fe contemplativa y silencio fecundo, luz de amor que ilumina el
corazón, puerta abierta a su misterio y al nuestro.
La Beata Isabel de la Trinidad, carmelita francesa, escribe para la
Navidad de 1904 estos versos: “En un humilde y pobre establo/ reposa
el Verbo de Dios, / es el misterio adorable/ que al mundo revela el
Ángel. / «Gloria in excelsis Deo.» / Tiene necesidad el Todopoderoso /
de bajar, para difundir su amor. / Busca un corazón que le comprenda
/ y en él quiere su mansión fijar. / En su amor, olvidando las distancias,
/ ha soñado con una unión divina. / Desde lo alto del cielo Él se lanza /
a consumar en cada instante la fusión. / Oh profundo e insondable
misterio, /el Ser increado se orienta hacia mí, / a través de todo puedo
contemplarle / desde la tierra, a la luz de la fe.” (Poesía 91).
P. Julio González C.