IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO C
Jr 1,4-5.17-19; Sal 70; 1Co 12, 31—13,13; Lc
Comenzó, pues, a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis
de oír.» Todos hacían comentarios sobre él y se extrañaban de la
elocuencia y seguridad con que hablaba. La gente se preguntaba: « ¿Pero
no es éste el hijo de José?» Él les respondió: «Seguramente me vais a
aplicar el refrán que dice: Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos
oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria.» Y
añadió: «Os aseguro que ningún profeta es bien recibido en su
patria.» «Os digo de verdad que en vida de Elías, cuando se cerró el cielo
por tres años y seis meses y hubo gran hambre en todo el país, había
muchas viudas en Israel; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino
a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel
en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino
Naamán, el sirio.» Al oír esto, todos los de la sinagoga montaron en
cólera y, levantándose, lo sacaron fuera del pueblo y lo llevaron a una
altura escarpada del monte sobre el que se elevaba el pueblo, con ánimo
de despeñarlo. Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.
Nuestro actual Papa Francisco, en estas últimas semanas ha hablado de los cristianos
que dicen: “…así se hace siempre…” (…..), tenemos que decir con mucha
preocupación que estos cristianos católicos no están en consonancia con la Iglesia,
porque no harán lo que el mismo Papa Francisco ha dicho: “…hay que hacer bulla en
las calles…”; y por ello nos podemos preguntar, estos cristianos católicos –que espero
que no seas tú ni yo-, la vida cristiana se reduce solamente a un cumplimiento
normativo y la Santa Eucaristía en un simple precepto a cumplir. Que el Señor nos
conceda la docilidad como el rey David que danzaba con las Escrituras, y como bien
lo dice el Antiguo Testamento: “…es según el corazón de Dios…”, para que de esta
manera, la celebración eucarística cada vez que nos reunamos a celebrar y de manera
en especial en el día del Señor, sea un gozo profundo celebrar el Memorial de la
Pascua de Cristo Resucitado.
El profeta Jeremías nos ayuda a comprender que nadie ha venido a este mundo por
azar, pues con mucha preocupación tenemos que decir, que en nuestros días la
ideología imperante que habla de los géneros, hacen creer, incluso a tantos
profesionales y científicos, que la vida del hombre se puede resolver en una probeta;
pero tendríamos que hacernos la siguiente pregunta: ¿y nuestros antepasados cómo
aparecieron en este mundo, la historia, el desarrollo socio-cultural de los pueblos?;
esto solamente indica que el hombre cuando ha perdido de horizonte, el sentido de
su propia existencia y con su racionalidad oscurecida; esta misma pregunta que no
puede responderse, se orienta de manera equivocada. La filosofía existencialista, casi
como que concluye en un lema: “el hombre es un lobo que se devora a sí mismo”;
por eso las palabras del profeta hoy, resuenan como una luz que viene a disipar esta
incertidumbre de la vida del hombre cuando dice: “…antes de formarte en el vientre
materno te elegí…”. El libro del Génesis nos habla que Dios ha creado al hombre, al
varón y a la mujer, a su imagen y semejanza, Dios que es comunión perfecta, la
plenitud de la vida de los seres humanos estará en cuanto vivan una verdadera
comunión en el amor y la unidad; y por eso cuando el profeta dice “…antes que
estuvieses en el seno materno te elegí…”, debemos decir estrictamente hablando en
el orden natural, que los seres humanos vienen a este mundo precedidos por una
comunión de amor de dos corazones amantes y que enriquecidos y fortalecidos en la
gracia divina, se donan en una donación de amor fecundo; y que en la gracia de Dios
surge el don del hijo. Y es así que el querer de los esposos por el hijo anhelado, es
la elección de Dios, en su obra que realizará en este hijo deseado. Pero alguno
inmediatamente interrogará diciendo, y los hijos no deseados o los hijos producto de
violaciones o de incestos; la Iglesia con gran caridad nos responde: “…Dios no hace
acepción de personas…”; porque no es el origen del hombre el que lo lleva a la
santidad, sino la apertura a la gracia divina; y de esto tenemos ejemplo en la vida
del Rey David.
El mismo profeta Jeremías, líneas más adelante nos dice: “…te he puesto como
profeta de las naciones…”, nosotros los cristianos bautizados en la Iglesia Católica,
nuestro bautismo tiene una triple participación en la vida de Cristo, y una de ellas es
el ser profetas; y por esto, esta lectura es una llamada, hoy más que nunca, a no
tener miedo ni vergüenza de anunciar el Evangelio, sobre todo con nuestras vidas,
hacer presente la vida de santidad a la cual estamos llamados; por eso el Papa lo
dice de una manera más sencilla: “…hay que salir a hacer bulla…”. El mismo Papa en
una audiencia de los miércoles, semanas anteriores, ha manifestado muy
enfáticamente “…que la fe si no cambia nuestra vida no es una fe verdadera…” (----
----). Así tenemos queridos hermanos, dejemos que la gracia de Dios con su Espíritu
que nos dona, haga fecunda nuestra vida: tu matrimonio, tu familia, te ayude en tu
trabajo, en tus estudios, etc.; pues somos conscientes que sin la gracia de Dios, aún
nosotros los ministros de la Iglesia y los que han consagrado sus vidas en los votos
de la vida religiosa, no podemos mantenernos fieles según nuestro estado y vocación,
al Señor y a la Iglesia.
En el presente Evangelio de este domingo, siguiendo en la línea de la primera lectura,
Lucas pone en boca de Jesús, la siguiente expresión: “…ningún profeta es bien
recibido en su propia patria…”, ya el mismo Jesucristo dirá en otro Evangelio: “…en
una casa de cinco estarán dos contra tres y tres contra dos, la nuera estará contra la
suegra y la suegra contra la nuera…”; esto es importante remarcar para que nos
demos cuenta que la vida cristiana no es una herencia que viene de vínculos de
sangre o de parentesco, sino que es un don de Dios. Es así que el mismo Jesucristo
en otro pasaje del Evangelio dirá: “…quién es mi hermano, mi hermana y mi madre,
los que acogen la palabra de Dios y la viven…”; esto también nos está queriendo
decir que este rechazo al Evangelio se deberá también a los intereses de cada
persona, cuando la vida cristiana, no es un interés sino es aceptar y participar de una
vida nueva que trasciende hasta la eternidad; y aquí no caben intereses personales
ni sociales; porque todo el actuar del hombre se realiza en esta apertura
trascendente, que es la que nos hermana, y rompe todo límite y barrera; de esta
realidad a la cual nos llama Dios lo expresan la vida de los santos. En nuestros días
no debemos tener temor del rechazo de aquellos que nos conocen, por querer seguir
la vida cristiana, aún más en las jóvenes generaciones donde muchas veces hay
deseo de abrazar la vida sacerdotal y la vida consagrada, y que lamentablemente
algunas personas con una visión de vida burguesa de la vida cristiana, hacen desistir
a estos jóvenes que sienten a impulso del Espíritu Santo; vivir al servicio de la Iglesia,
por amor a los hermanos. Toda esta tensión y contraste, se vivirá siempre en cada
época, porque en cada época surgirán ideologías que lleven a los hombres por
caminos distintos al diseño que Dios en Cristo Nuestro Señor, con su muerte y
resurrección ha desvelado para todo hombre; pues ya dice el documento conciliar
pastoral Gaudium et Spes del Concilio Ecuménico Vaticano II, de los números del 22
al 24: “…el misterio de la vida del hombre se esclarece en el misterio de Cristo…”.
San Pablo en la lectura que hemos escuchado nos ayuda a situarnos en lo que es la
esencia de la vida cristiana, pues nos dice en una de sus frases de la lectura: “…la
caridad no tendrá fin…”, tenemos así en el Evangelio de Mateo, Cristo le dice a Pedro:
“…no solo perdones siete veces, sino setenta veces siete…”, como también podemos
citar las parábolas de la misericordia. En la vida cristiana muchos cristianos en la
Iglesia Católica deforman el sentido de la caridad, reduciéndola solamente a dar una
ropa, un poco de dinero y a veces simplemente moneditas; cuando la caridad puede
ser parte de lo que hemos dicho, pero más, con más amplitud, con espíritu de Dios;
pues la caridad cristiana transforma el corazón del hombre, porque en la caridad se
está dando a Dios; así tenemos que el mismo Cristo es el amor encarnado de Dios a
los hombres.
Al final de la lectura de San Pablo, dice: “…la fe, la esperanza y la caridad, pero la
más grande de todas es la caridad…”, San Agustín nos dice que es como que Dios se
ha quedado mudo, porque en Cristo nos ha dado todo, todo de sí; así tenemos que
en el diálogo que tiene Jesús con Felipe, Jesús le responde: “…Felipe quien me ve a
mí ve al Padre…”. Es así queridos hermanos que nuestro Papa emérito Benedicto XVI
ha hecho un gran servicio a la Iglesia, al darnos un documento que se titula “Caridad
en la Verdad”, pues indudablemente, ambas se necesitan para que se reafirme una
en la otra, y es como si fuera un binomio inseparable, y por eso podemos decir que
un cristiano en el quehacer de su vida, está llamado a ejercer la caridad en nombre
de Dios.
Pbro. Oscar Balcázar Balcázar, reza por mí
Pbro. Oscar Balcázar Balcázar
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