DOMINGO III DE CUARESMA, CICLO C
TENEMOS EL MAL POR SER HUMANOS.
El texto se compone de dos partes distintas pero bien relacionadas vv 1-5 y vv
6-9. Se trata de unos sucesos ocurridos en palestina; pero que no tienen
constancia histórica. Los personajes son imprecisos: esos galileos… aquellos
dieciocho. El hecho tiene un valor genérico para dar la posibilidad de entrar
nosotros.
Poncio Pilato hizo un acto sanguinario en Jerusalén, matando a los galileos
“mientras estaban ofreciendo sus sacrificios en el templo”; y “aquellos dieciocho
que fueron aplastados por la torre de Siloé”. Jesús a partir de estos
acontecimientos nos hace una exhortación: “Si no hay arrepentimiento
perecerán todos de la misma forma” (vv 3.5).
La pregunta de fondo es si ¿la violencia, galileos, y el sufrimiento, los de Siloé,
son cosas accidentales o provenientes de la voluntad de Dios? ¿Por qué la
religión nos ha maleducado poniendo a Dios responsable del mal, cuando este
corresponde a la condición humana?
SOMOS LA HIGUERA ESTÉRIL
Una vida con la confianza puesta en Dios y convertida hacia los demás no
depende ni de los sufrimientos ni de las falsas expectativas con que vivimos; de
lo contrario no tendríamos la posibilidad de convertirnos para empezar o dar
más fruto, que es el resultado de la conversión; como ocurrió en la parábola de
la higuera estéril. Si no aceptamos que la higuera estéril es nuestra vida; es
decir, que la parábola se refiere nuestras esterilidades internas de afecto, de
moral, de valores, de criterios, de codicia; este texto se queda “como paja que
arrebata el viento” (Sal 1), porque no ha pasado por nuestra vida y nuestra
historia. Así se pierden también los subsidios que El dueño de la viña, Dios le ha
permitido usar al viñador, Jesucristo; mejorando la tierra donde estamos
plantados con buenos abonos que en la cuaresma son, para convertirnos y dar
fruto, la oración, el ayuno y la solidaridad en un período de cuatro años;
plantados en la viña del señor que es la iglesia.
LA CONVERSION EXPRÉS
Así Lucas corrige los riesgos de la conversión-exprés como pretenden ciertas
espiritualidades. La conversión no es nunca repentina, porque necesita
comunidad, tiempo y cultivo permanente. La conversión dura lo que demore la
misión; y la misión demora lo que dure la conversión. Esa es la razón para que
el evangelio no trate de hechos como castigos de pecado.
No fue menos la compasión y paciencia que tuvo Yahve con Moisés antes de
llamarlo a la misión desde la experiencia mística de la zarza ardiendo, para
conducir a Israel con la compasión que le había faltado cuando mató al egipcio.
Moisés somos cada uno de nosotros necesitados que Dios descienda para
hacernos compasivos y liberar a otros: Para ello se requiere el reconocimiento
de Dios en nuestra historia y la vida personal de los hermanos.
Para Pablo la paciencia y compasión de Dios están significadas en los dones de
Dios para afrontar las dificultades del camino hacia la libertad bebiendo de una
roca espiritual la que es Cristo: “porque bebían de una roca espiritual que los
acompañaba y la roca era Cristo” (segunda lectura) Pero no faltaron ni faltarán
los que han perdido los memoriales de la gratitud con Dios. “Bendice alma mía al
Señor y no olvides sus beneficios (Sal 102).
P. Emilio Betancur