Misericordia es su nombre
Todos tenemos un referente situacional en donde vivimos y compartimos. Allí se nos
critica, cuestiona, juzga. Pero, en contra partida, buscamos ser comprendidos, aceptados,
valorados, perdonados. Esta lucha causa heridas y algunas, sangrantes. Buscamos un
Alguien comprensivo en quien depositar nuestra confianza, afianzarnos en nuestra
andadura proyectándonos en madurez y realización plena.
Dios sale al encuentro de nuestra necesidad existencial. No pone cortapisas ni condiciones,
en cambio, pide aceptarnos limitados, en hundimiento abismal abriendo nuestras manos
para que Él nos levante, abrase, sane, dignifique. Rechaza al autosuficiente, a quien se auto-
califica de ‘cumplidor de la ley’, legalista obediente y sumiso, esclavo de su egoísmo y de
su vanidad. Vacío de todo amor e incapaz de aceptar al hermano en su condición pecadora.
Los pinceles de Lucas nos regalan la mejor imagen de un Dios misericordioso que responde
al anhelo más profundo de humanidad, de acogida, de reconciliación permanente. Un Dios
que no lleva cuentas, que sabe esperar, que sale al encuentro y te reviste de dignidad, de
santidad. Un Dios que respeta tu ‘libertad’ cuando haces maletas y abandonas la casa
paterna. Y Él se queda, en mirada acuciante, ansiando tu regreso.
Pero su misericordia no tolera el desamor, la incomprensión, la intolerancia. Requiere de un
hábitat sencillo: La aceptación de nuestras limitaciones, de nuestra pequeñez, o si se quiere,
de nuestra pobreza radical. Aquella que nos lleva a ponernos en sus manos sanadoras,
purificadoras. Él nos quiere compartiendo nuestra fraternidad en diferencia, nuestra vida de
comunidad en aceptación gozosa de la diversidad. Misericordia es su nombre.
Cochabamba 06.03.16
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com