La novedad en Cristo
El famoso dilema de Santa Teresa: “O cambiar o morir”, sigue siendo un grito en el
desierto. Nos hemos aferrado al ‘morir’ más bien que cambiar. Y morimos por inanición,
por conformismo, por mediocridad. Nos hemos aprendido unas fórmulas, unos rituales,
todo apegado a un legalismo anacrónico, estéril que paraliza nuestra existencia e impide,
por miedo o cobardía, avanzar, crecer, madurar.
Isaías pega un grito en la frontera de nuestro espíritu y clama como tsunami: “Ya no más lo
pasado, miren que hago cosas nuevas, ya está brotando, ¿no lo notan?” Una de dos: O la
ceguera notal que es lo mismo que el no querer ver, o el apego a la seguridad que nos
brinda la sociedad actual. Ambas posiciones son cómodas y se pueden defender, incluso,
alegando la tradición, la costumbre, hasta la cultura. Cultura del miedo, diríamos nosotros.
Pablo es más radical. Experimentando a Cristo, alcanzamos el poder de la Novedad total en
su resurrección o vida nueva. Y Pablo lo afirma categóricamente: “Todo lo demás es
basura”. El Papa Francisco nos invita a cada paso a optar por lo esencial dejando a un lado
oropeles, pergaminos atardecidos, títulos nobiliarios apoltronados, suntuosidades
insultantes, cansancios mentales y cordiales. Hay que dejar a un lado la pereza mental.
El evangelio nos presenta un pasaje captado en la altura de la novedad. Una mujer ha sido
sorprendida en adulterio. ¡Qué raro que el varón permanezca inocente tras bambalinas!
Jesús mira e incita al cambio desde dentro. No basta la ley. Es necesaria la conversión. No
basta ser juez. La justicia comienza por casa, en el corazón. Y los viejos, aquellos apegados
a la ley por la ley, se ven, ahora ellos, sorprendidos en su hipocresía y mentiras. Los delata
la desnudez de la mujer y el silencio justiciero de Jesús.
Cochabamba 13.03.16
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com