Validez igual
Es el título de un libro de P. Boghossian, quien plantea la existencia de muchas formas
radicalmente distintas, pero «igualmente válidas», de conocer el mundo, de las cuales la
ciencia es sólo una. Ante lo convencional y artificioso de nuestras formas de conocer, se
nos hace patente que somos nosotros los responsables de aquello que conocemos y no la
mera realidad. La sabiduría de nuestros originarios plantea estos principios con entera
radicalidad. Nuestra pobre razón es pordiosera. Hay que dejarse embriagar de la novedad.
Cuando Moisés ve la llama que arde sin consumirse, se pregunta ¿Y qué es esto? Voy a ver
qué es lo que hay acá. Al llegar, escucha una voz que le dice: “Descalza tus sandalias, el
lugar que pisas es santo”. Para acercarnos al misterio de la vida, de la trascendencia, de los
principios primordiales, hay que descalzar el corazón de prejuicios, la mente de teorías,
sanarnos de ideologías. Simplemente ver, callar, dejarse sorprender. Admirar.
Pablo habla de un bautismo del asombro. Los Israelitas caminaban por el desierto guiados
durante el día por la Nube y en la noche por la llamarada. Es el bautismo primero de
Moisés a su pueblo. Luego los va alimentando con manjares espirituales, con aguas que
brotan de la roca… todo esto en lenguaje cifrado, como signos arrancados a la novedad,
para decirnos la cercanía de Cristo quien debelará el misterio abriéndonos los ojos y el
corazón.
Jesús pide arrancar la viña estéril. No da fruto. No debe ocupar ociosamente espacios que
otras cepas habrían dado abundante cosecha. El viñador tiene otra manera de ver. Va más
allá de lo pragmático. Su intuición le lleva a la espera. Podría cavar, abonar, regar. Y la
viña multiplicaría sus resultados. Es la teoría espiritual de la “validez igual”. Dios sigue
esperándonos y apunta a nuestra conversión así sobrepase todo cálculo humano. Son las
cuentas de Dios más allá de nuestra racionalidad obtusa, calculadora, utilitarista.
Cochabamba 28.02.16
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com