“JERUSALEN PASCUAL”
Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el quinto domingo de cuaresma
(20 de marzo de 2016)
Durante la Semana Santa que iniciamos actualizaremos en nuestras celebraciones litúrgicas lo que
aconteció hace casi 2000 años en Jerusalén. Muchas veces creemos que nuestro momento es el peor, pero en la
historia cada situación vivida ha tenido sus graves problemas. No era fácil el contexto en donde se vivió la Pascua
del Señor. Tanto por la dominación del Imperio Romano, como por la complejidad de la religiosidad de los judíos y
los paganos. En Jerusalén transcurrieron los días y hechos cruciales de nuestra fe. Jerusalén nos evoca el pasado
histórico y el futuro escatológico. Aunque lamentablemente siempre abundan los conflictos, Jerusalén nunca dejó de
ser una tierra cargada de historia, misterio y sobre todo de fe. Es ahí en Jerusalén donde Jesucristo va a vivir la
Pascua. Esta va a ser su Pascua, nuestra Pascua y la Pascua de la humanidad.
En este domingo celebramos la entrada mesiánica a Jerusalén (Lc. 19,28-40). Jesús montado sobre un pobre
burro, es el rey humilde que contradice el poder romano y religioso de los judíos que no entendían la presencia de
Dios. Leeremos también la pasión del Señor, su muerte y resurrección. Con la lectura de estos textos nos
prepararemos para las diversas celebraciones de la Semana Santa. El jueves 24 a las 9.00hs nos reuniremos en la
Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Miguel Lanús, con todos los sacerdotes de la Diócesis y el pueblo de Dios
que ira hasta allí para acompañarnos, y celebrar la Misa Crismal. Esta Misa lleva este nombre porque realizaremos
la bendición de los distintos óleos y el Santo Crisma, aceites sagrados que usamos en la distribución de los
Sacramentos durante el año. También en esta Eucaristía los sacerdotes renovaremos nuestras promesas sacerdotales.
Renovamos el agradecimiento por el llamado que Dios nos ha hecho a ser Apóstoles y amigos. Anticipamos esta
renovación de las promesas sacerdotales por una razón pastoral, para estar juntos, ya que la institución del
sacerdocio ministerial es celebrada en la Cena del Señor. La Misa del jueves por la noche. Allí los cristianos nos
reunimos a celebrar la institución de la “Eucaristía”, del sacerdocio y del servicio con el gesto del lavatorio de los
pies. Esa noche presidiré dicha Misa en frente de la Iglesia Catedral a las 21.00 hs con la peculiaridad que la
musicalización será con letras originales de nuestros músicos populares misioneros y con la presencia entre otros
de Fabián Meza Después siguiendo los textos de la Palabra de Dios nos encaminamos a participar en “el Vía
Crucis”, en el juicio y la muerte del que fue crucificado el Viernes Santo. Ese día a las 9.00 hs celebraremos el “Vía
Crucis” en un lugar emblemático e histórico para nuestra región, en la vía procesional, en Loreto, allí se reunían a
celebrar el Vía Crucis los indígenas de todas las reducciones vecinas a Loreto, con esta celebración estaremos
recuperando un lugar que hace para nuestra Fe, memoria e Identidad. A las 13.30hs, celebraremos la Adoración de
la Cruz, en la “ Cruz del Cerro de Santa Ana ”. Llevando a ese lugar los dolores y sufrimientos de nuestra memoria
como región, los dolores de ayer, de hoy y de los de cada uno, para transformarlos en “Esperanza Pascual”
El sábado por la noche la Misa empezará en la oscuridad y el cirio encendido será la luz de Cristo, la
esperanza y la vida que ilumina las tinieblas. Los aleluyas expresarán el triunfo de la vida, sobre la muerte, porque
Cristo, el que murió, ¡Resucitó!. La liturgia Pascual nos invita a que nosotros también subamos a Jerusalén para
vivir nuestra Pascua.
Muchos al escuchar: Semana Santa o Pascua, lo asocian solamente a vacaciones o a diversión. Como
muchos contemporáneos de Jesús, no captan ni entienden el sentido profundo y la posibilidad que Dios quiere
regalarnos de vivir la conversión y la Pascua. Hoy corremos el riesgo que el secularismo nos lleve a vaciar de
contenido aquello que celebramos. El secularismo es una forma de ateísmo práctico. No discute la existencia de
Dios, la omite y vacía de valores que son fundamentales a la dignidad humana. No está mal que algunos quieran
tomarse un descanso de la rutina diaria, pero esto debe convivir con nuestro compromiso cristiano de participar y
vivir la Pascua y las celebraciones, para renovar la fe.
Este tiempo fuerte de Semana Santa y Pascua, es una oportunidad para que todos, pero especialmente los
cristianos y en particular aquellos que tenemos distintas responsabilidades dirigenciales y sociales, realicemos un
profundo examen de conciencia, sobre cómo vivimos el llamado a la santidad, en el servicio de nuestra condición de
ciudadanos. Acompañar a Jesucristo, el Señor, en estos días implica internalizar el camino, la verdad y la vida que
el Señor quiere darnos.
Quiero subrayar la necesidad de “participar” en todas las celebraciones de Semana Santa. Esto llenará de
sentido nuestras vidas y nos animará a renovarnos como hombres y mujeres “pascuales”, para que renovados en la
fe podamos ser fermento de transformación social y globalizar la solidaridad.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez,
Obispo de Posadas