“DONDE HAY AMOR, HAY VOCACIONES”
Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el Domingo IV de Pascua
(17 de abril de 2016)
En este cuarto domingo de pascua, rezamos especialmente por las vocaciones, porque es el domingo
del buen Pastor. El texto que leemos en el Evangelio (Jn. 10,27-30), nos ayuda a comprender la
importancia de rezar por las vocaciones sacerdotales y consagradas y ahondar en esta imagen de
Jesús, como Buen Pastor: “Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les
doy Vida Eterna…” El mismo Señor eligió a los Apóstoles, entre los discípulos, para que sean sus
sacerdotes y apacienten a sus ovejas. En este sentido es bueno recordar el diálogo entre Jesús y
Pedro. “Simón hijo de Juan ¿me amas? Señor tú lo sabes todo, tu sabes que te quiero. Entonces
Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas” (Jn. 21,17). Hoy también seguimos necesitando que haya
Jóvenes que quieran donar su vida a Dios y a sus hermanos, respondiendo al llamado que Dios les
hace a la vida sacerdotal o consagrada.
El Papa Francisco nos envía una carta para este domingo resaltando la dimensión comunitaria de las
vocaciones: “Cómo desearía que, a lo largo del Jubileo Extraordinario de la Misericordia , todos los
bautizados pudieran experimentar el gozo de pertenecer a la Iglesia. Ojalá puedan redescubrir que la
vocación cristiana, así como las vocaciones particulares, nacen en el seno del Pueblo de Dios y son
dones de la divina misericordia. La Iglesia es la casa de la misericordia y la «tierra» donde la
vocación germina, crece y da fruto… Toda vocación en la Iglesia tiene su origen en la mirada
compasiva de Jesús. Conversión y vocación son como las dos caras de una sola moneda y se
implican mutuamente a lo largo de la vida del discípulo misionero.
El beato Pablo VI, en su exhortación apostólica Evangelii nuntiandi , describió los pasos del proceso
evangelizador. Uno de ellos es la adhesión a la comunidad cristiana (cf. n. 23), esa comunidad de la
cual el discípulo del Señor ha recibido el testimonio de la fe y el anuncio explícito de la
misericordia del Señor. Esta incorporación comunitaria incluye toda la riqueza de la vida eclesial,
especialmente los Sacramentos. La Iglesia no es sólo el lugar donde se cree, sino también verdadero
objeto de nuestra fe; por eso decimos en el Credo: «Creo en la Iglesia».
La llamada de Dios se realiza por medio de la mediación comunitaria. Dios nos llama a pertenecer a
la Iglesia y, después de madurar en su seno, nos concede una vocación específica. El camino
vocacional se hace al lado de otros hermanos y hermanas que el Señor nos regala: es una con-
vocación . El dinamismo eclesial de la vocación es un antídoto contra el veneno de la indiferencia y
el individualismo. Establece esa comunión en la cual la indiferencia ha sido vencida por el amor,
porque nos exige salir de nosotros mismos, poniendo nuestra vida al servicio del designio de Dios y
asumiendo la situación histórica de su pueblo santo… Después del compromiso definitivo, el
camino vocacional en la Iglesia no termina, continúa en la disponibilidad para el servicio, en la
perseverancia y en la formación permanente. Quien ha consagrado su vida al Señor está dispuesto a
servir a la Iglesia donde esta le necesite. La misión de Pablo y Bernabé es un ejemplo de esta
disponibilidad eclesial. Enviados por el Espíritu Santo desde la comunidad de Antioquía a una
misión ( Hch 13,1-4), volvieron a la comunidad y compartieron lo que el Señor había realizado por
medio de ellos ( Hch 14,27). Los misioneros están acompañados y sostenidos por la comunidad
cristiana, que continúa siendo para ellos un referente vital, como la patria visible que da seguridad a
quienes peregrinan hacia la vida eterna”.
En este domingo rezamos por las vocaciones sacerdotales y consagradas, y pedimos a Dios rezando
como Él mismo nos indicó que la mies es abundante y los operarios son pocos. Especialmente
quiero agradecer por nuestro Seminario Diocesanos “Santo Cura de Ars” . En el mismo hay 27
seminaristas de las diócesis de Oberá y Posadas. Del mismo hemos ordenado 15 sacerdotes y el 1 de
abril pasado ha sido ordenado un diácono en la catedral de Oberá en camino al sacerdocio. Todo
esto es motivo de agradecimiento a Dios, y también nos implica en la responsabilidad que como
Pueblo de Dios sigamos comprometidos con la oración por las vocaciones. Desde ya agradezco a
nuestra gente el cariño y cercanía que demuestran con nuestro Seminario que es el corazón de la
Diócesis, y es un signo de esperanza en la tarea evangelizadora de la Iglesia
¡Como Obispo y Pastor les envío un saludo cercano y Pascual!
Mons. Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas