DOMINGO VI DE PASCUA (C) (Juan, 14, 23´29)
Jesús establece una relación directa entre, fidelidad y amor verdadero.
- Las palabras de este Evangelio pertenecen, como las del pasado Domingo, al
mismo discurso de despedida de la Última Cena. Y siguen rezumando ese
sabor a "testamento espiritual".
- Con sus palabras, Jesús quiere transmitirles ánimo, confianza y valor,
advirtiéndoles además que lo tendrán, porque su marcha no será definitiva.
"Me voy y vuelvo a vuestro lado".
- Y, al mismo tiempo les hace ver que, aquella partida es necesaria para poder
enviarles el gran regalo del Espíritu Santo que completará sus enseñanzas:
"El Espíritu Santo que enviará el Padre.....os lo enseñará todo"
- A continuación, - lo más importante de su mensaje -, el Señor nos va a dar
una norma objetiva, ¡infalible!, de la autenticidad de nuestro amor a Él:
"El que me ama, guardará mi palabra “
- Y, como consecuencia, nos garantiza su amor y la inhabitación trinitaria.
“Y mi Padre lo amará y vendremos y haremos en él nuestra
morada" ¡Haciendo la voluntad divina, nos hacemos morada de Dios!
- Mirad: las cosas materiales son dimensionables, se pueden medir, contar,
pesar ....., pero, no ocurre lo mismo con las espirituales. ¿Cómo medir la
intensidad de los sentimientos? ¿Cómo saber si un amor es auténtico o no? No
obstante, aunque no sean físicamente dimensionables, los hombres tenemos
nuestras peculiares formas de comprobar la calidad, la sinceridad, la mayor ó
menor intensidad de los sentimientos, por sus efectos. De hecho, a veces,
escuchamos expresiones como estas: "¡Hay que ver lo que fulanito quiere a su
mujer! ¡lo pendiente que está de ella!"
Y es que, para nosotros, la persona que se preocupa, que está pendiente de
otra, que vive atenta del ser querido, que llega a olvidarse de sí, en aras del
amor a la persona amada…., ¡esa persona ama mucho y de verdad!
- Pues, no deja de ser curioso y consolador comprobar, - en las palabras de
Jesús -, que…,¡Dios utiliza nuestro mismo baremo para calibrar la sinceridad
de nuestro amor a El!
. Para el Señor es sincero nuestro amor, si estamos pendientes de El, si nos
preocupamos de hacer lo que a El le gusta, si cumplimos sus mandamientos:
Si me amáis, guardaréis mis mandamientos"
- ¡Esta es una regla segura! ¡No vale, irse por las ramas! A veces, hay personas
que pretenden forjarse una religiosidad a su manera, ¡sin preocuparse de tener
en cuenta lo que a Dios le agrada! Quienes así actúan se olvidan de que, el
verdadero hijo de Dios ha de procurar: " servir a Dios como El quiere ser
servido". Y, por tanto, se engaña a si mismo el que dice amar a Dios y luego
pretendiera…, ¡forjarse una religiosidad a su manera! Guillermo Soto