Mirar más allá
“Una vez que hayas probado el vuelo caminarás por la tierra con los ojos alzados hacia el
cielo porque ya habrás estado allí y querrás volver”. Esta frase de un artista excepcional,
Leonardo Da Vinci, nos invita a ampliar la mirada hasta nuestras raíces. Sólo allí
descubrimos la savia fecunda que da sentido a nuestras vidas y fermenta en ellas los ideales
de altura, de conquista, de dignidad que amplía el horizonte de nuestros sueños.
Jesús quiere experimentar con sus discípulos la lección de la despedida mostrándoles el
camino a seguir: Mirar más allá, precisamente de donde Él había venido y, que en
definitiva, es nuestra patria común. De allá venimos, hacia allá caminamos, de allá somos.
Ese hábitat que llevamos dentro, lo llamamos cielo. Exige la mirada alta y alas que nos
lleven a vivir allí, “por dentro”.
Jesús nos cita a la montaña. La montaña es silencio, altura, oquedad, misterio. A la montaña
se sube y en el ascenso, el corazón va tomando un ritmo acelerado que te abre al asombro,
a la dimensión más profunda del ideal humano: Ser Tú, re/encontrarte, saberte Tú mismo y
avizorar desde allá la meta de tu vida. Jesús quiere comprobar con sus discípulos si ha
logrado su objetivo: Formar en Ellos el ideal de la altura.
Pero no se sube a la montaña para quedarse allá. Se sube para expandir el aire de los
pulmones y comenzar a sentir el mundo como Misión. “Vayan por todo el mundo”, les dice
Jesús. Nuestra vida no se plenifica quedándonos ensimismados, petrificados por el entorno.
No, jamás. Nuestra Misión es el mundo entero con sus diversidades étnicas, culturales,
sociales, políticas, religiosas en un encuentro de opciones, celebraciones, responsabilidades
que nos comprometan en la siembra y cultivo de valores que amplíen el horizonte de
nuestro interior en el encuentro con el Dios de la vida.
Cochabamba 08.05.16
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com