Queridos hermanos y hermanas,
Toda persona por el hecho de ser persona está llamada
a amar a los hijos, a los nietos, y sobrinos, pero,
nosotros, los cristianos, a esto le añadimos que hemos
de amar a quien nos necesita.
Todos nosotros somos personas que queremos amar y
que amamos, y nos esforzamos en hacerlo. Pero, hoy,
Jesús con la parábola que nos ha explicado nos
interpela con dos temas principales, pone dos dedos en
dos llagas, que quiere decir que nos toca, dos veces,
allá donde nos hace daño.
Por esto, decía que la parábola pone el dedo allá donde
hace daño: ¿Quizás nosotros nos conformamos en amar
sólo a los nuestros? ¿No tendremos, quizás, una visión
muy reductiva de a quién hemos de amar?
El primer tema. La Ley de Dios dice: “Amarás al Se￱or,
tu Dios…, Y al pr￳jimo como a ti mismo” . Y el maestro
de la Ley pregunta a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?”. .
A veces, interpretamos la palabra “prójimo” como
“cercano”, como aquel que tenemos cerca. Y no es así.
Prójimo no se puede asimilar a “cercano”.
El otro, según Jesús, ya no es el que forma parte de tu
familia, de tu clan, de tu religión, de tu club de amigos.
El otro, es quien te necesita. El otro, es el refugiado
(que aunque no salgan en los mass media, su problema
continúa), el parado, el inmigrante, sea de donde sea. El
prójimootro, es quien te necesita. ¿Quién te necesita?,
¿quién es este otro que te necesita?...
Es muy fácil amar a los hijos, a los nietos, a los
sobrinos. También hay malas personas que aman a sus
hijos, a sus nietos, a sus sobrinos.
El segundo tema donde Jesús nos toca allá donde duele,
concuerda con el primero. Vemos que en la parábola, un
sacerdote y un levita (la tribu de los levitas eran los
que se encargaban de cuidar el templo). Por tanto, dos
personas religiosas dan un rodeo y pasan de largo .
¿Conocían la Ley de Dios: “ama al pr￳jimo como a ti
mismo”? ¡¡Claro que sí!! ¿Por qué no hicieron nada?
Según la parábola, el otro a quien he de amar no es el
que está cerca, sino el que te necesita. ¡Esto implica un
cambio de visión! ¡Conversión!
Porque es más cómodo no hacer nada. Porque eso
supondría alterar sus planes. Porque en su corazón no
entró la miseria del otro. Así me gusta definir la
misericordia... Dicho de otra manera, no se
compadecieron. En estas dos figuras que Jesús hace
aparecer en esta parábola nos podemos ver todos
reflejados. Ante los que nos necesitan no hacemos nada
porque es más cómodo, porque supone alterar nuestros
planes, porque su miseria no entra en nuestros
corazones endurecidos por el materialismo.
Jesús. Siempre se está compadeciendo y los
personajes de sus parábolas también se compadecen.
Y para que quede aún más clara la respuesta del
maestro de la Ley a la pregunta de Jesús, va también
en este sentido. “¿Cuál de estos tres te parece que se
portó como prójimo del que cayó en manos de los
bandidos? Él contestó: “El que se compadeció” ...
Y cuando Jesús le dice: “Anda, haz tú lo mismo” .
Convierte la compasión en el criterio de actuación de
sus seguidores. ¡¡A ti te lo dice!!
Decía el Papa Francisco en Lampedusa: “La cultura del
bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos,
nos vuelve insensibles a los gritos de los demás, nos
hace vivir en pompas de jabón, que son bellas, pero no
son nada, son la ilusión de lo fútil, de lo provisorio, que
lleva a la indiferencia hacia los demás, es más lleva a la
globalización de la indiferencia”.
Resumiendo: la parábola nos habla de un amor que va
más allá de los cercanos, de los nuestros: amar a quien
nos necesita. Y que esto no es fácil. Es necesario que la
compasión se convierta en motor de nuestros actos.
Amén.
Última idea: ¿cuál fue el motor que llevó al Samaritano
a actuar?: la compasión. “Pero un samaritano que iba de
viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, se
compadeció” . Otra vez la compasión, siempre aparece la
compasión. El verbo más asociado a la persona de