Santiago en el año de la misericordia
Padre Javier Leoz
¿Qué es el Año de la Misericordia? Es un momento de gracia que surge desde
aquella llamada que, el Papa Francisco, realizaba a los católicos de todo el
mundo: hay que redescubrir a Aquel que es todo Misericordia. Por Cristo, por Él,
con Él y en Él, Santiago –y también los apóstoles- dieron hasta su último aliento.
¿Pero dónde estuvo el secreto de esa entrega persistente, valiente, intrépida,
tenaz y consecuente? Ni más ni menos que, las entrañas de cada uno, fueron
totalmente impregnadas por Jesús de Nazaret. Hoy el Papa Francisco recoge con
sus viajes el testigo del Santo Peregrino que arribó en tierras del Finisterre: hay
que moverse por causa del evangelio. ¿O no? A una con Santiago Apóstol, hoy
más que nunca, hemos de intentar que Dios llegue a las sociedades actuales por
el empeño e impulso renovador de toda la Iglesia. Que aquellos que lo han
olvidado, de nuevo, lo recuperen. Que aquellos que lo viven lo actualicen y lo
sientan con más vigor. Que aquellos que viven indiferentes a Él vean en los
cristianos un reflejo de su presencia.
1.- No cabe duda que, la tradición histórica y todos sus componentes (arte,
piedad popular, música, etc.) pueden ayudar en ese objetivo. Y el Camino de
Santiago (sin dejarlo huérfano cuando se pretende despojarlo de la huella
religiosa y fecundarlo exclusivamente con el elemento cultural) puede ayudarnos
muchísimo para comprender lo qué significa el ser tocado por el Señor y por su
gracia.
Santiago Apóstol condensa perfectamente el nuevo ardor y el empeño que
hemos de tener como cristianos. Él supo madurar, en el árbol de su encuentro
personal con Cristo, e inmediatamente ponerse en camino para anunciarlo,
enseñarlo y dar respuesta (con el evangelio en la mano) a los hombres de su
tiempo.
-¿Es el evangelio nuestro recurso para responder a los numerosos interrogantes
que se nos plantean?
-¿Podemos decir que nuestra fe ha sido bendecida por un encuentro personal
con el Señor o sólo por costumbre?
-¿Somos valientes y decididos a la hora de inyectar el cristianismo allá donde
nos encontramos?
2.- Al igual que los magos de oriente se pusieron en peregrinación hacia el Portal
para adorar, ofrecer y reconocer al Señor, también Santiago se colocó en la
vereda con un objetivo: que la humanidad del otro lado occidental de la tierra
pudiera también conocer, saber, adorar y reconocer al Señor de la historia: a
Jesús.
Esta fiesta, la de Santiago Apóstol, nos ha de llevar de nuevo al camino de la fe,
al encuentro con Cristo, a la escucha de su Palabra, a la valentía en pro de
nuestros planteamientos cristianos. El futuro de la fe no depende del que existan
o no existan muchos sacerdotes (por cuyas vocaciones rezamos) sino más bien
del compromiso serio y radical de ser todos testigos, heraldos, medios por los
cuales se anuncie la muerte y la resurrección de Cristo. El Camino de Santiago
no es un camino que lleve a ninguna parte. Todo lo contrario, así como los
magos descubrieron una estrella y –esa estrella- les llevó a Jesús, también
Santiago (por su camino) nos adentra en un campo estrellado (Compostela) en
el cual podemos divisar, recordar y celebrar el núcleo de nuestra fe: Cristo ha
resucitado y, nosotros por Él, seremos resucitados. Este es el mensaje clave e
irrenunciable de la Nueva Evangelización.
3.- Si nos quedamos en la belleza e historia del camino, en el movimiento del
botafumeiro, en las luces y en los colores de la cruz, en la técnica o en las
metodologías evangelizadoras, será un repetir y será un gozarnos en lo que
tenemos pero sin ser conscientes de lo que nos espera: la prueba o la cruz para
ser testigos de Jesús en el mundo que nos rodea.
Santiago, con su vida, nos enseña e invita a darnos. No hay cosecha si,
previamente, no hay siembra. Y, no hay siembra si no existe la semilla.
Que, como el apóstol Santiago, sepamos sembrar la semilla del amor de Dios e
indicar el Camino de Cristo con nuestro deseo de comunicar y expresar nuestra
fe a cuántos nos rodean. Sin imposiciones pero con convencimiento. Sin
violencia pero con constancia. Sin timidez y con persuasión. Sin miedo y
conscientes de que, el anuncio de Jesucristo, implica y trae consigo
incomprensión, enojo, traición y hasta sufrimiento.
No olvidemos que, uno de los pilares fundamentales de la primera
evangelización que nos trajo Santiago Apóstol, fue precisamente el que a
nosotros nos falta y más nos hace falta: el testimonio de la fe.
4.- GUÍADOS POR LA MISERICORDIA
Hacia ti y contigo, Santiago, cada peregrino
encuentra su propio milagro.
En ti y contigo, Santiago, quien mira hacia el cielo
siente que está llamado a vivir con Cristo
a sentir y avanzar, por los caminos de la vida,
con Aquel que, en el camino, dejo una cruz con su sello.
Hoy, caminando contigo,
descubrimos la belleza que te hizo grande e invencible
Sabemos que, tus pies, se pusieron en movimiento
porque tuvieron la intuición de que fue tierra firme
de que, más que polvo, eran luz hacia lo divino.
Que en este Año Santo de la Misericordia, Señor Santiago,
descubramos que, la vida de cada uno,
es un pequeño santuario en el que podemos
dar cobijo o, por el contrario, desterrar a Dios.
Que en este Año de la Misericordia, Señor Santiago,
sepamos agarrarnos a la cruz que fue tu gloria
para no desplomarnos por los senderos inciertos
en los que, la falsedad y el todo vale,
nos aleja de aquello que trajiste contigo: el Evangelio.
Acoge, apóstol con ruido de trueno,
las súplicas de los que en este día festejamos tu proeza.
Danos valor en la lucha, para que no decaigamos
Danos ilusión en la palabra, para que tenga sabor a Dios
Danos empeño en el trabajo, para que no nos desanimemos
Danos visión de futuro, para que no nos quedemos en el presente
Danos oración en lo que hacemos, para que no seamos activistas
Danos silencio en el ruido, para que escuchemos la voz del Señor
Danos agua en el camino, para que renovemos nuestro Bautismo
Que sepamos vivir, el camino de nuestra existencia,
con los pies en la tierra, con los ojos en el cielo,
con el corazón en el Evangelio y con el pensamiento en la eternidad.
Amén.