DECIMONOVENO DOMINGO ORDINARIO, CICLO C
(Sabiduría 18:6-9; Hebreos 11:1-2.8-19; Lucas 12:32-48)
El padre Jacques Hamil fue degollado hace dos semanas mientras celebraba
la misa. Dejó un legado terrenal sustancioso. Todos lo conocieron como
hombre de bondad, generosidad, y sencillez. Se recordará por décadas
como víctima de la persecución de ISIS. Tan impresionante como sea esta
reputación, el padre Hamil goza aún más por el acogimiento que recibe en
el cielo. Él representa un ejemplo claro de lo que refiere Jesús en el
evangelio hoy cuando dice: “…acumulen en el cielo un tesoro que no se
acaba…”. Por haber entregado su vida sirviendo al Se￱or, el padre Hamil
logró un puesto dichoso en el Reino.
Sobre todo Jesús quiere que depositemos el tesoro por practicar la
misericordia. Desea que socorramos a aquellos que no tengan nada para
pagarnos. No vale mucho en sus ojos que ayudemos a aquellos que nos
vayan a compensar. Ni le llama mucha atención que apoyemos a nuestros
amigos que van a devolver el favor un día. Para Jesús los esfuerzos que
cuentan son nuestros intentos para levantar al pobre de la miseria. Hay
una historia de Santo Domingo, cuya fiesta celebramos mañana, que
demuestra el tipo de sacrificio recomendado aquí. Como universitario,
Domingo tenía algunos pergaminos para estudiar. Eran raros y costosos,
pero no eran imágenes de Dios. Cuando el santo se enteró que había gente
muriendo del hambre, vendió los pergaminos para comprarles comida. Dijo
Domingo que no quería estudiar de pieles muertas cuando las gentes se
morían de carencia de pan.
Por la parábola del ladrón metiendo en la casa Jesús indica que la solicitud
por los pobres debe ser constante no sólo cuando se escucha de una
hambruna. Como tenemos que prepararnos para la venida del ladrón a
cualquier hora, tenemos que pensar en los pobres todos los días. Aquí en
los Estados Unidos los depósitos de comida para los pobres están repletos
durante los días festivos del fin del año pero muchas veces carentes durante
el verano. Jesús compararía este tipo de administración de bienes con la de
los borrachos y comelones que maltratan a los criados. Diría que no van a
tener ningún premio cuando venga.
¿Qué nos hace seguro que va a volver Jesús o aun que le importa nuestro
tratamiento a los pobres? La segunda lectura nos ayuda con este tipo de
inquietud. Nos asegura que “la fe es la forma de poseer, ya desde ahora, lo
que espera…”. Como Abraham tenía fe cuando dej￳ su patria con el
mandato de Dios, nosotros tomamos en serio la promesa del evangelio. Y
como Dios cumplió su promesa a Abraham por hacerlo el patriarca no sólo
de los judíos sino de los cristianos y musulmanes también, quedamos
ciertos que va a premiar a nosotros si ayudamos a los necesitados. La
imagen que Jesús emplea para indicar lo que pasará nos parece creíble.
Dice que si encuentra a los criados sirviendo a uno y otro cuando venga, él
va a ponerse de túnica para servirlos. Es como lo conocemos: gran amigo
para todos.
Tenemos un vistazo de Jesús en la respuesta del papa Francisco a la
masacre en Niza, Francia el mes pasado. Como todos, el papa fue
entristecido por lo que pasó pero no descorazonado. Telefoneó a las
autoridades con el mensaje: “¿Qué puedo hacer por ustedes?” Entonces
prometió a encontrar las familias de las víctimas tan pronto posible. A
través del evangelio Jesús muestra el mismo afán para apoyarnos con
nuestras dificultades. Insiste que ayudemos a uno y otro pero está a
nuestro lado fortaleciéndonos todo el tiempo. Podemos contar con él.
Jesús está a nuestro lado fortaleciéndonos.
Padre Carmelo Mele, O.P.