La Asunción de la Santísima Virgen María (15 de agosto), Ciclo C
SEÑORA SANTA MARÍA
Padre Pedrojosé Ynaraja
Señora Santa María, como los idealistas caballeros medievales te llamaban ¡yo te saludo!
Es decir, me dirijo a Ti, con alegría, con esperanza, confiado que me mirarás y, por un
momento mío, me atiendas desde tu eternidad.
Santa María, las doce estrellas de tu corona, hoy son también corona de Europa, ¡ojalá el
continente se sienta coronado y protegido por ti!
Santa María, niña preciosa e ingenua que supiste al iniciar tu vida joven, decir a Dios que
sí. Y toda tu existencia en la tierra, fue un continuo decirle siempre lo mismo a Dios.
Enséñame y ayúdame a decir siempre al Señor que sí, cuando me proponga algo. A
buscar lo que Él tiene proyectado para mí y escudriñarlo, como Tú hiciste con Isabel, a
quien ayudaste, con quien compartiste, quien aupó tu confianza, antes de presentarte a
José en situación embarazada y embarazosa.
Santa María, que subiste a Jerusalén tímida e ilusionada a presentar a tu Hijo al Templo,
asombrando la mirada del Padre. Tú que recibiste elogios de Ana y Simeón, e inquietante
anuncio del anciano, pero que su advertencia no te asustó de tal manera que
abandonases lo trazado por Dios-Padre para ti. Dame coraje y protege mi desconcierto,
cuando imagino próximos o lejanos males para mí.
Santa María, joven madre que acompañó a su Hijo mientras le fue necesario, que lo dejó
libre cuando debió entregarse a la misión recibida del Padre en exclusiva, pero que no le
abandonó en el momento del suplicio. Enséñame y ayúdame a que yo también acompañe
con mi presencia, mi testimonio y mis palabras al afligido por penas o dolores y descubra
a tu Hijo a quienes le ignoran.
Santa María, compañera del dolor de Jesús en la cruz, sufriéndolo en tu corazón, madre
de único hijo y viuda, aceptando a Juan como a hijo, aceptándome a mí en él. Estate
conmigo también cuando alguien se ofrezca generoso a ayudarme, enséñame a dejarme
ayudar
Santa María, compañera de los amigos de tu Hijo, de las mujeres que le amaron y
sirvieron, de los discípulos que le siguieron, que junto con ellos, compartiendo con ellos,
recibisteis el Espíritu Paráclito solemnemente. Santa María, ayúdame a ser compañero,
colaborador eficaz en las tareas del Reino y que nunca las olvide.
Santa María, asunta a las afueras de este mundo, de su espacio y de su tiempo, dormida
a la realidad que nunca reusaste. Dame coraje para que espere yo con serenidad mi
muerte, puerta de la Eternidad que contigo me una.