VIGÉSIMO QUINTO DOMINGO ORDINARIO, Ciclo C
(Amós 8:4-7; I Timoteo 2:1-8; Lucas 16:1-13)
“El dinero es como abono – dijo un político – tienes que desparramarlo antes de
que haga bien”. El político proporcionaba razonamiento para impuestos altos.
Según este modo de pensar, el gobierno tiene que tomar de los ricos para
ayudar a los pobres. En el evangelio hoy Jesús trata este tema. No habla
exactamente de impuestos sino el uso provechoso de dinero.
La parábola del “mal administrador” ha causado dificultad a través de los siglos.
Parece que Jesús está recomendando el engaño. Sí describe cómo el
administrador cambia las deudas injustamente para ganar a amigos. Pero Jesús
sólo quiere demostrar a sus discípulos la importancia de proveer para el futuro.
Es como si estuviera elogiando a un ladrón de bancos por ir directamente al
efectivo. Para Jesús lo más importante es que sus discípulos lleguen al Reino de
Dios. Ellos saben que no van a hacerlo engañando a sus jefes y mucho menos
robando bancos. Pero es posible que no se den cuenta de que junto a la fe el
socorro a los pobres les conducirá a la vida eterna.
Hay una canción que declara: “El amor es lo que hace el mundo girar”. “No es
cierto – dijo un profesor – es el dinero que hace el mundo girar”. Realmente los
dos puntos de vista tienen valor. La mayoría de la gente se levanta a trabajar
todos los días para ganar dinero. Pero usan sus ganancias para apoyar a sus
seres queridos. Como no se puede criar la familia sin el dinero, la vida sin el
amor queda estéril y desilusionadora.
Hay una pintura famosa llamada “La escuela de Atenas” en el Vaticano que da
eco a esta lección de Jesús. La pintura representa a los filósofos Platón y
Aristóteles teniendo un debate. Platón, que pensó que la vida terrena es sólo
una sombra de la vida celestial, está señalando al cielo con su mano derecha.
Entretanto Aristóteles, que sostuvo que lo verdadero existe en cosas terrenales,
señala al suelo. Los dos filósofos nos ayudan entender mejor la realidad. Cristo
nos ha revelado que tenemos un destino eterno como Platón indica en la pintura.
Pero para alcanzarlo tenemos que atender a cosas cotidianas como Aristóteles
enseña.
Se puede ver este contraste entre cielo y la tierra en las otras lecturas de la
misa. La segunda lectura exhorta a los cristianos que vivan en paz con los
paganos. No quiere que el orgullo y la hostilidad les impidan llegar al cielo. En
la primera lectura el profeta Amós denuncia las estafas de parte de los
comerciantes como repugnantes al Señor. Si van a salvarse, tienen que evitar
estos vicios.
Entonces ¿deberíamos intentar tener todo – lo mejor de los dos reinos – lo de la
tierra y lo de Dios? No, esta búsqueda sería en vano como Jesús declara: “’…no
pueden ustedes servir a Dios y al dinero’”. Dios es nuestro destino. Sólo a Él
hemos de servir. Se debe usar el dinero como los medios para llegar a nuestro
fin pero no deberíamos quitar los ojos de Dios.
Una pregunta para los filósofos será: ¿estamos explotando a los pobres si los
ayudamos para alcanzar a la vida eterna? ¿No sería tratándolos como un medio
para nuestro mejoramiento? San Vicente de Paúl, que conoció el servicio a los
pobres tan bien como cualquiera, contestaría “depende”. Solía decir: “Sólo por
tu amor, por tu amor únicamente, te perdonarán los pobres el pan que les das”.
Si no amamos a los pobres cuando los ayudamos, nuestra ayuda será en vano.
Pero este amor no se muestra con besos sino con la buena voluntad. Por
nuestro socorro a los pobres comprobando nuestro amor el Señor nos aceptará
en su Reino. Por nuestro socorro comprobando nuestro amor el Señor nos
aceptará.
Padre Carmelo Mele, O.P.