La verdad, tu verdad
“El valor de un hombre se mide por la cantidad de verdad que es capaz de soportar”
(Nietzsch). No tu verdad, sino la verdad. No aquello que te disminuye, sino aquello que te
eleva. No lo que te justifica, sino lo que te revela o desvela ante los demás, ante Ti mismo y
ante Dios. Jesús es el prototipo de humanidad sencillamente, porque es la verdad. Todos los
demás somos una aproximación.
Es significativa la justificación de Lucas en su Parábola del Fariseo y el Publicano: Jesús
dice esta parábola “a quienes presumían…”. Es el Fariseo, aquel que presume, es decir, el
soberbio, el calculador, quien oculta la verdad y apenas, sí hace aparecer la ficción. El
publicano sabe de sí mismo, se reconoce, se acepta, apenas se tolera. Entre los dos, la
diferencia es abismal: El primero se aleja de la verdad, el segundo la hace suya.
Es una parábola que establece los parámetros de cercanía a la verdad. Yo la llamo la
‘parábola de la verdad’. Tres principios elementales: La aceptación de Ti mismo, la
aceptación del Otro/a, la imagen que tengas de Dios. El fariseo no se aceptaba a sí mismo,
andaba en la oscuridad y la luz que prendía era mínimamente tenue. Tampoco aceptaba al
otro y la imagen de “su dios” era falsa. “Su dios era rigorista, polizonte, su deudor.
Para el Publicano las cosas son diferentes: Reconoce su debilidad, digámoslo, su pecado.
En Él no hay rechazo del otro, apenas sí mira en su interior y allí encuentra la imagen de un
Dios que lo ama, que es misericordioso. Y en esta imagen encuentra a su hermano.
Encontrándose a sí mismo, todos los demás lo habitan y en ese encuentro está la verdad.
Todo rechazo del otro/a, es rechazo de Dios. Y el encuentro con Dios se realiza en el otro/a.
Cochabamba 23.10.16
jesús osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com