Religión sin templo
Las religiones tienen sus centros de culto. Son expresión de arte y de fe. Las culturas
rodean estos espacios de misterio y de veneración. Tras los cristales de sus ventanales entra
la luz que proclama la presencia del trascendente. Esa presencia no necesariamente está
supeditada al templo. Encerrar a Dios en nuestros templos es reducirlo, minimizarlo,
cosificarlo. Hay otros hábitats y otras presencias que pueden ser más significativas.
Jesús se distanció de la religión oficial de su cultura. Nunca acudió al templo para orar.
Tuvo enfrentamientos con dirigentes y sacerdotes, además de una cierta confrontación con
los cultos, los rituales y con la misma Ley. “Jesús no quiere la destrucción de la religión,
sino su transformación”. No plantea una nueva religión, “sino una religión alternativa y
marginal en relación a la religión de su pueblo”.
Del Templo de Jerusalén no queda más que “El Muro de las Lamentaciones”. La religión
Judía se ha quedado sin templo. Su culto entra en el concepto de la ‘invisibilidad’ en contra
vía de otras religiones como la Cristiana y la Musulmana. Jesús dice a la Samaritana:
“Llegará la hora en la que los verdaderos adoradores de Dios, lo harán en espíritu y en
verdad”. Lo externo ayuda, pero es en el interior en donde se rinde el verdadero culto.
¿En dónde está la verdad de nuestra fe? ¿En el Templo? ¡No! “A partir de Jesús “la
mediación” para encontrar a Dios no es la buena relación con el Templo, sino la buena
relación con los demás seres humanos”. Nuestra propia ofrenda queda vacía si antes no nos
hemos reconciliado con el hermano. Y la vaciedad de nuestras vidas de creyentes tiene su
justificación en el olvido del prójimo. Nos hemos dejado seducir por el embrujo de la
sociedad de consumo que nos hace egoístas consumados.
Cochabamba 13.11.16
jesus e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com