DOMINGO 2º. Adviento, Ciclo A
Mas vale un pan con Dios, que con el diablo dos.
Adviento tiene tres grandes personajes, ellos son el Profeta Isaías, que habló a
su pueblo varios siglos antes de la venida de Cristo, sosteniendo la fe de su
pueblo en la venida de un futuro Salvador, en seguida, Juan el Bautista que ya
en las inmediaciones de la manifestación pública del Salvador le tocó darlo a
conocer, e indudablemente el gran protagonista es Cristo, el Hijo de Dios que
con profunda humildad se hace hombre con nosotros, para ser el camino hacia el
Buen Padre Dios. Hoy los encontramos en plena acción a los tres. Isaías que
anuncia una etapa de plena realización donde todos los hombres viviremos en
paz y el Bautista que gritaba y gritaba conforme la misión que tenía contraída:
“Conviértanse porque ya está cerca el Reino de los cielos….preparen el camino
del Se￱or, enderecen sus senderos”. Su palabra fue muy dura, muy estricta, y
llevaba por delante la amenaza y el castigo a los que no quisieran cambiar su
vida y sobre todo su actitud. Se los dice claramente: “Ya el hacha está puesta a
la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé fruto, será cortado y arrojado al
fuego”. A los fariseos y a los saduceos, que tenían la firme esperanza de la
venida del Mesías, pero como libertador de Israel, les echa en cara su
hipocresía, pues se sentían seguros de su propia salvación y confiaban
ciegamente en Abraham que los libraría de cualquier eventualidad.
Cristo por su parte, también hablaba con el mismo mensaje del Bautista:
Conviértanse, pero la motivación no sería precisamente el miedo, la amenaza y
el castigo, sino el amor misericordioso que el Padre nos tiene, manifestado en la
venida de su Hijo al mundo. Pero no se vayan a creer que el anuncio de Cristo es
un anuncio bobalicón que abre las puertas sin la colaboración de las gentes. No
era esa su mentalidad. Ciertamente la salvación es obra de la gracia y de la
sangre redentora de Cristo Jesús, de su muerte y de su resurrección, pero con la
colaboración insustituible de cada uno de los mortales. Siempre fue así.
¿Quieren algunos datos? Ya en los principios de la humanidad, Adán trabajaba
poniendo nombre a los animales, cultivando el jardín y sometiendo a su dominio
la creación entera, misión que les fue encomendada a los hombres, cosa que no
ha cesado desde entonces. Cuando el pecado pululó en el mundo, Dios quiso
poner un escarmiento a la humanidad, y aunque Noé vivía en tierra sumamente
desértica escuchó la voz del Señor que lo llamaba y construyó un arca para
salvación de la humanidad entera. Un día, Dios, compadecido de los hebreos
sometidos a esclavitud en Egipto, oyó sus clamores y los liberó, pero no sin la
colaboración de los mismos hebreos que tuvieron que unirse, renunciar a la
cierta comodidad que tenían dentro de su esclavitud, y caminar en pleno
desierto sometidos a miles de peligros y asechanzas. Cuando los hebreos
llegaron a la tierra prometida, se encontraron que el territorio estaba ocupado
por varias tribus y a brazo partido tuvieron que desalojar a aquellas gentes, para
comenzar a plantar sus viñas, cultivar sus campos, en una tierra que se les
había prometido como una tierra que manaba leche y miel, ellos tuvieron que
sudar para poder cosechar los frutos en aquella tierra.
De manera que en la obra de nuestra salvación, la voz cantante la lleva
Jesucristo el Señor, pero ahora lo volvemos a repetir, no se logrará sin nuestra
participaci￳n, volviendo a oír a Juan el Bautista: “Conviértanse, hagan
penitencia”, cambien de vida para acoger la obra divina. Ha llegado pues el
momento de comenzar no a esperar como caída del cielo nuestra salvación, sino
acelerar el momento de su realización, haciendo presente el amor de Dios en el
amor a todos nuestros hermanos. Preparemos con ganas, esta venida de Cristo
que ya se avecina, aunque ya es nuestro y lo tenemos entre nosotros, en los
sacramentos, en la oración y en su Iglesia.
Recordemos a San Pablo que nos recomienda que por la paciencia y el consuelo
que dan las Escrituras, MANTENGAMOS LA ESPERANZA EN LA SALVACIÓN DE
CRISTO. Y a continuaci￳n a￱ade_ “Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo
les conceda a ustedes vivir en plena armonía unos con otros, conforme al
espíritu de Cristo Jesús para que, con un solo corazón y una sola voz alaben a
Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, acójanse los unos a los
otros como Cristo los acogi￳ a ustedes, para gloria de Dios”.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en
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