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CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
(Año Impar. Ciclo A)
Lecturas bíblicas:
Abrimos nuestra Biblia y buscamos:
a.– Sof. 2,3; 3,12–13: Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde.
b.– 1Cor.1, 26–31: Dios ha escogido lo débil del mundo.
c.– Mt. 5,1–12: Dichosos los pobres de espíritu.
Esquema
1.– Invocación al Espíritu Santo para que sea ÉL quien ore en nosotros: Ven Espíritu
Santo…
2.– Acto Penitencial: Pedimos perdón al Señor, antes de escuchar su Palabra, de todo
lo que nos ha impedido orar durante esta semana. Perdón Señor….
3.– Oración colecta: Señor, concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor
se extienda también a todos los hombres. Por nuestro Señor.
4.– Lectio divina:
a.– ¿Qué dice el texto? Leemos el Evangelio del próximo Domingo.
“¡Felices los que tienen espíritu de pobres, porque el reino de los cielos es suyo!”
(Mt.5,1–3).
Las Bienaventuranzas, se abren con una gran proclamación: “Bienaventurados los pobres
en el espíritu” (v.3). La mentalidad judía del tiempo y la nuestra, proclama la
bienaventuranza de la riqueza. La teología bíblica se refiere no sólo al pobre sociológico
sino también es este segmento de personas como lugar teológico. Es el hombre honrado,
piadoso y justo, que vive la opresión del rico injusto, que espera la recompensa de Yahvé
en esta vida. La injusticia se opone al designio de santidad que Dios exige al hombre de fe.
La verdadera pobreza ante Dios consiste en la sencillez de corazón, la profunda convicción
interior de la necesidad que el hombre tiene de Dios, saberse pequeño ante Dios y apertura
a los demás. “Bienaventurados los mansos…” (v. 4), es decir, los humildes, necesitados, los 2
que aceptan su realidad con optimismo, sin amarguras, con la esperanza de ser retribuidos
en esta vida con la vida eterna o reino de los cielos, pero habiendo contribuido a mejorar la
vida con esfuerzo del prójimo, como Jesús, que luchó contra lo que hacía infeliz la vida de
sus hermanos: la enfermedad, el hambre, el dolor, la muerte hasta conseguir la resurrección.
“Bienaventurados los que lloran…” (v. 5). Los que lloran serán consolados. El consuelo es
un don mesiánico, es decir el Mesías consuela y comprende todo el dolor humano que
necesita ser, valga la redundancia, consolado. ¿Cuál dolor? El dolor que produce el pecado,
la muerte y Satanás. Hay que entenderla en perspectiva de la resurrección de Cristo,
precisamente sobre estas tres realidades esenciales para la vida del hombre. El Dios
predicado por Jesús, es el Dios del consuelo (cfr. Is. 40). “Bienaventurado los que tienen
hambre y sed de justicia…” (v.6). Esta bienaventuranza hay que entenderla desde el deseo
que tiene el hombre de Dios, de una justicia para el hombre que sufre la opresión e
injusticia del malvado. Es el deseo de los que luchan por la justicia en el mundo, no la que
recibirán en el día del juicio, sino hoy con la aparición del Mesías que viene a impartir el
derecho sobre las naciones, también llamado Yahvé es nuestra justicia (cfr. Is. 42,3–5; Jer.
23, 6; 33, 16; Is. 11,1–4). “Bienaventurados los misericordiosos…” (v. 7). Ante Dios nadie
tiene consistencia en sí mismo, por lo mismo, nadie puede gloriarse ante ÉL. Quien no tiene
misericordia con su prójimo, Dios tampoco la tendrá con él. La misma formulación la
encontramos en la oración del Padre nuestro: perdonar, como somos perdonados. El
misericordioso será glorificado en la media en que, como Dios, ame, sea compasivo,
perdone y comprenda a su prójimo. “Bienaventurados los limpios de corazón…” (v. 8).
Para acercarse a Dios hay que tener un corazón puro, para entrar en su templo, como enseña
el Salmo (24,4), con manos limpias, libre de malas intenciones, pureza de vida, no sólo de
castidad, sino pureza de intenciones. Se trata de una existencia trasparente ante los ojos de
Dios y los hombres. “Bienaventurados los que trabajan por la paz” (v. 9). Los heraldos de
la paz, los que trabajan por conseguirla, son embajadores de Dios, obran como el mismo
Dios, porque ha creado la paz entre Dios y los hombres, por medio de Jesucristo, Príncipe
de la paz, es decir la reconciliación. Servimos a un Dios de paz (cfr.Rm.15, 33;
16,20).“Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia” (v.10).
– “Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; que
así persiguieron a los profetas anteriores a vosotros” (Mt. 5,11–12).
El hombre justo sufre por la maldad e injusticia del poderoso, las instituciones; Cristo
Jesús, el Maestro de Nazaret, también sufrió la injusticia, ¿acaso no fue una injusticia todo
el proceso que padeció antes de su pasión, muerte y resurrección de parte de las autoridades
romanas, civiles y religiosas de Israel? El discípulo, no debe extrañarse de recorrer el
mismo camino, si vive el evangelio. El evangelio, termina con una exhortación a la alegría
de revivir en la esperanza, los mismos padecimientos de los profetas y de Jesús, porque la
recompensa será grande en los cielos. Era la experiencia de la comunidad eclesial de 3
Mateo, que vivía la persecución, como ahora y en los tiempos venideros. Dichosos los
perseguidos, se relaciona con la primera de las Bienaventuranzas. No optar por el poder y el
dinero como fines de la propia existencia cristiana, luchar contra la idolatría, es motivo de
persecución. Este aparente fracaso de los discípulos respecto a lo que ofrece el mundo es
causa de bienaventuranza. Es la misma suerte que tuvieron los profetas y Jesús, lo que
indica que están en camino que conduce a la vida del Reino de Dios.
b.– Meditación. ¿Qué me dice? ¿Qué palabra o hecho de este evangelio me habla al
corazón? Te escuchamos.
– Las Bienaventuranzas son un camino de felicidad teologal: caminar con Jesús a nuestro
lado.
– Las Bienaventuranzas, son vivir la primacía de Dios en el devenir histórico de cada
discípulo.
– El Bienaventurado, es el cristiano, que en circunstancias difíciles, mantiene alta la vida
teologal incluso a riesgo de su vida.
– El Bienaventurado recibe el premio de la gloria sempiterna, la unión con Dios comenzada
en el Bautismo, ingreso al Reino.
– Otros testimonios…
c.– Oración. ¿Qué le digo al Señor a propósito de este texto? Escoge una palabra con
la que inicias tu oración personal. Te escuchamos.
– “Bienaventurado los pobres de espíritu” (v.3). Señor Jesús, que aprendamos a ser
humildes y vivir sólo de fe en tu voluntad, te lo pedimos Señor.
– “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (v.8). Señor
Jesús, que podamos alcanzar la visión beatífica por tu gracia y bondad, te lo pedimos
Señor.
d.– Contemplación y acción. ¿A qué me compromete este evangelio?
Me comprometo: a vivir el espíritu de las bienaventuranzas.
5.– Relectura bíblica que hace S. Teresa de Jesús de este pasaje evangélico: Si bien,
Teresa no habla de las Bienaventuranzas proclamadas por Jesús en sus obras, el término,
bienaventurado, es común en sus escritos: “Bienaventurada alma que la trae el Señor a
entender verdades” (V 21,1).
6.– Adoración y Alabanza: Te alabamos Señor. 4
– Te adoramos y alabamos Padre, por llamarnos a la bienaventuranza eterna, te alabamos
Señor.
– Te adoramos y alabamos Padre por hacer de la pobreza de espíritu, la condición para
enriquecernos con tus dones, te alabamos Señor.
– Te adoramos y alabamos Padre, desde los que lloran, construyen la paz, son perseguidos a
causa de su fe, desde ellos y con ellos te alabamos Señor.
– Te adoramos y alabamos Padre, desde los mansos, tienen necesidad de justicia, los
hambrientos, limpios de corazón, desde ellos y con ellos te alabamos Señor.
– Otras alabanzas…
7.– Preces: Te lo pedimos Señor.
– Te pedimos Señor por la Iglesia y el Papa, para que la predicación de las
Bienaventuranzas, ayude a construir caminos de encuentro con todos nuestros hermanos los
cristianos separados. Te lo pedimos Señor.
– Te pedimos Padre para que el contenido de cada bienaventuranza sea vivido en situación
de hambre y persecución, de sed de justicia y de lucha por la paz, te lo pedimos Señor.
– Te pedimos Padre por los enfermos, encarcelados, depresivos, por los que buscan trabajo,
oportunidad de reconciliación y reencuentro familiar, te lo pedimos Señor.
– Te pedimos por la paz en todas las naciones, los corazones y voluntades de nuestra
sociedad, para progresar en comunión, te lo pedimos Señor.
– Otras preces…
8.– Padre Nuestro
9.– Abrazo de la paz
10.– Bendición final.
“Buscad leyendo y hallaréis meditando; llamad orando y abriros contemplando” (S.
Juan de la Cruz)