DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO (A)
Homilía del P. Daniel Codina, monje de Montserrat
12 de febrero de 2017
Sir 15, 16–21 / 1Cor 2, 6–10 / Mt 5, 17–37
San Pablo, en el fragmento de la primera carta a los Corintios, que hemos leído como
segunda lectura de la misa, citaba de manera bastante libre unas palabras de los
profetas que nos van bien hoy para comentar las del evangelio q
escuchar. Escribía: "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios
ha preparado para los que lo aman", y continuaba en la carta: "pero a nosotros (se
refiere a los cristianos en general), Dios nos lo ha revelado por el Espíritu". El apóstol
Pablo escribe esto a los de Corinto ante las divisiones que había en la comunidad
cristiana y que para superar estas divisiones hay que buscar la sabiduría que viene de
anas: la fe cristiana
se basa en la sabiduría que el espíritu de Dios nos ha revelado en Cristo, en su
pasión, muerte y resurrección. El sermón de la montaña del evangelio de Mateo, del
que hemos escuchado un largo fragmento, es precisamente un exponente del camino
de sabiduría según Dios que necesitamos ir siguiendo a lo largo de la vida; es un ir
sobre todo en la
conversión de las mentalidades y de los espíritus de los discípulos de Jesús, hacia el
Reino de Dios, el gran tema de la predicación de Jesús, la Buena Noticia.
Es una Buena Noticia y una verdadera novedad, que no sólo rompe con la dinámica
de los mandamientos de la Ley que hay que cumplir materialmente, para poder tener
l hombre y de la mujer
creyentes un conocimiento y una sabiduría más profunda y humana que lo renueva y
le da esperanza. No se trata sólo de no matar, no cometer adulterio, de no jurar, sino
de no permitir que salgan de dentro de nosotros las expresiones y los sentimientos
que puedan ofender a los demás, o los malos deseos que nos hacen llegar donde no
l hombre no es lo
que le viene de fuera, sino lo que sale de su corazón. La predicación de Jesús
conlleva un cambio radical: el creyente ya no se enfrenta a una obligación externa y
material que proviene de la ley y del que puede sentirse orgulloso, sino que se abre a
lo inesperado, a lo que San Pablo decía que nunca ha podido ser pensado ni
imaginado por el hombre: la gracia y el amor del Padre del cielo. Jesús nos abre a la
sabiduría profunda, gozosa, esperanzada del amor; y el camino para llegar es la fe en
Él.
Hermanas y hermanos en el Señor: Necesitamos escuchar una y otra vez estos textos
evangélicos y también necesitamos leerlos y releerlos personalmente una y otra vez y
s dé la fuerza de
hacerlos vida nuestra para la conversión del corazón. Así podremos ir haciendo
camino hacia el Reino de Dios, con la confianza que nos da la Palabra de Jesús y la
esperanza de llenarnos del amor del Padre del cielo.