DOMINGO VII TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
ESTAMOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.
Ojo por ojo y diente por diente, representó en la primera alianza un progreso
considerable: Caín se había vengado siete veces y cinco generaciones más tarde
Lamec su descendiente se gloriaba de haberse vengado setenta y siete veces. La
ley del talión en el libro del Éxodo significó una limitante, la venganza debería ser
proporcional a la ofensa: “Cuando haya lesiones las pagarás, vida por vida, ojo por
ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, herida por herida (Ex 21, 23–
25). Ojo por ojo es uno por uno y no los dos.
A primera vista es una amenaza inhumana y un desquite mortal; incrustado en
nuestro tejido social que nos hace pertenecer al antiguo testamento. Incluso porque
no hemos llegado al objetivo de este desquite que era impedir la venganza como
justicia propia, aunque desproporcionada para encontrar una igualdad ante la ley.
Entre nosotros “el ojo por ojo y diente por diente” produce más violencia por darle
carta abierta al desquite y la venganza. Así nosotros no estamos en el Antiguo
testamento ni siquiera hemos alcanzado a llegar al él. Al menos tendríamos algún
límite así no tengamos justicia. En nuestro medio no es una vida por otra sino
centenares de vidas por una muerte. Que fuera un solo ojo y un diente ya sería
suficiente progreso. Entre nosotros la justicia politizada no funciona ni para impedir
la ley del talión. Jesús en las promesas de felicidad y alegría, propuso superar la ley
del talión: “Pues han oído que se dijo: amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo;
pues yo les digo amen a sus enemigos, recen por los que los persiguen para que
sean hijos de su padre celestial que hace salir el sol sobre los buenos y los malos; y
manda su lluvia sobre los justos e injustos” (Evangelio). La pedagogía del evangelio
es para librarnos de la ley del más fuerte y conducirnos a la paz por la
reconciliación.
Los cuatro ejemplos que a continuación trae el evangelio dan cuenta de la
sensibilidad de Jesús acerca de la reconciliación. La cuestión para nosotros no es si
aguantar, huir, luchar, responder violentamente o sumisión pasiva a lo que están
haciendo con el país; sino como resistir sin seguir dormidos estando atentos como
los servicios y médicos de urgencia. Creer en la paz no es un vago tener por
verdadero, sino que requiere de una palabra veraz y un corazón sano que relativice
por el motivo de la paz todas las diferencias penúltimas, sin acabar con los
contrarios. Estos son apenas algunos de los aspectos de quien nos ha dicho: “Mi
paz os dejo, mi paz os doy; no como la da el mundo”, “sed perfectos como mi
padre celestial es perfecto.”
LA COMUNIDAD Y TALION
Pablo ya había escrito antes del evangelio de Mateo acerca de la dimensión
comunitaria de reconciliación para superar la ley del talión: “¿No saben ustedes, la
comunidad, que son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Quien destruye el templo de Dios, la comunidad, será destruido por Dios, porque el
templo de Dios, la comunidad es santa y ustedes, la comunidad son ese templo”.
“Todo es de ustedes, la comunidad, la comunidad es de Cristo y Cristo es de Dios”.
(Segunda lectura)
“El señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para
perdonar; no nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros
pecados. Como un padre siente ternura con sus hijos: así es compasivo el señor
con quien lo ama” (Sal 102).