1ª semana de Pascua.
Viernes: Jn 21, 1-14
Hoy en el evangelio
se nos expone otra aparición de Jesús resucitado a un grupo de apóstoles. San
Juan dirá al final que es “la tercera vez que Jesús resucitado se aparece a sus
discípulos”. Fue la tercera vez a un grupo grande con un mensaje especial para
toda la comunidad eclesial. También podemos decir que la “tercera” para los
hebreos tiene como un sentido de mayor importancia. En esta aparición Jesús
instituiría definitivamente a san Pedro como el responsable de la naciente
Iglesia. Pero hoy sólo se lee la primera parte de esta aparición.
En la primera
lectura se nos expone, del capítulo 4 de los Hechos de los Apóstoles, cómo
éstos predican con valentía la resurrección de Jesucristo, y cómo especialmente
san Pedro, sintiéndose más responsable y “lleno del Espíritu Santo” hablaba a
los responsables religiosos de los judíos. No podía desaprovechar esa
oportunidad, cumpliendo el encargo de Jesucristo.
En el evangelio de
hoy encontramos a un grupo de apóstoles en Galilea. Jesús les había dicho que
fueran a su región. Quizá fuese porque, al haber comenzado desde Galilea su
predicación, también era propio que desde allí fuesen enviados los apóstoles.
Quizá fuese simplemente porque, al tener que esperar esos días de tranquila
preparación, Jesús quería que trabajasen un poco, para ganar el sustento, en lo
que sabían, ya que varios eran pescadores.
Aquí aparecen los
apóstoles como hombres normales, que no pudieron inventar lo de la
resurrección, sino que se entregan a su trabajo hasta que Jesús les ordene ir a
predicar por el mundo. El hecho es que san Pedro, que se siente un poco más
como cabecilla, les invita a pescar. Y van con él.
Se ponen a pescar,
como bien saben, por la noche; pero tienen un fracaso: no cogen nada. A veces
en nuestra vida no comprendemos el por qué de algunos fracasos, sean materiales
o espirituales. Hasta creemos que Dios nos ha abandonado. Dios siempre sigue
siendo Amor y está a nuestro lado, aunque sea difícil distinguirlo. Así les
pasó a los apóstoles.
Apareció Jesús en
la orilla. Les habló, pero no le reconocieron al principio. Sin embargo
siguieron sus instrucciones. Y tuvieron su recompensa. Quien primero le
reconoció fue quien tenía más amor, al sentir que había una pesca milagrosa.
Quien primero actuó para ir al encuentro con Jesús fue el impetuoso Pedro que
se echó al agua para llegar antes.
Cuando hay amor,
hay paz y alegría, porque Jesucristo nunca nos abandona, sino que está a
nuestro lado para darnos una mayor recompensa. Ya sabemos que será sobre todo
en la otra vida; pero muchísimas veces lo apreciamos aquí, como lo aprecian
tantas personas santas que, a pesar de dejar todo por Cristo, sienten en su
alma una alegría mayor que los apegados a lo terreno.
Jesús tiene otro
gesto de amistad y de perdón. Les tiene preparado el desayuno, que se
complementará con lo que han pescado. El hecho de que le hubieran abandonado a
Jesús en su pasión estaba ya perdonado con amplitud por la buena disposición
que muestran ahora.
A nosotros
constantemente nos da Jesús regalos preparatorios para el gran regalo de la
eternidad. Nos tiene preparada una comida más especial que la que recibieron
ese día los apóstoles. Cuando asistimos a
Aunque a veces
sintamos que Jesús no está a nuestro lado, hagamos un acto de fe y de amor. Es
creer firmemente que Cristo resucitó y sigue vivo con nosotros.