2ª semana de Pascua.
Lunes:Jn 3, 1-8
Esta semana de Pascua, que
terminábamos ayer, además de celebrar la alegría por
Nicodemo era un buen
fariseo. Por eso se preocupaba del cumplimiento exacto de
Las primeras palabras que
le dice Nicodemo a Jesús manifiestan el interés de escucharle, porque está
persuadido que Dios le asiste al realizar los milagros. Jesús le quiere enseñar
que la verdadera religión es diferente porque consiste en vivir una nueva vida
que viene de “arriba” y sobre todo en dejarse guiar por Dios.
Esta nueva vida, que
muestra Jesús, no procede de lo carnal, como si fuese un progreso o desarrollo
de lo material. Es nueva, porque viene directamente de Dios. Por eso se
necesita un comienzo, que es como un nacimiento. Jesús no habla directamente
del bautismo, porque no se había instituido; pero el evangelista parece ir
aprovechando las palabras de Jesús para que le sirvan de catequesis para el
bautismo.
Jesús habla de renacer por
el agua y por el Espíritu. Se trata de un rito concreto, pero sobre todo de una
vida que nos da el Espíritu de Dios. Y una vida no es sólo para un momento, el
del renacer, sino que debe tener un desarrollo normal en el que nosotros
tenemos una parte, aunque la principal sea por el mismo Espíritu.
Esta vida no consiste sólo
en creencias ni en prácticas concretas, sino en una adhesión a Dios, en vivir
con una mentalidad de “arriba”, la de Dios.
Nicodemo, que quizá
expresaba también el sentir de algún otro compañero, ya que comenzó con el
“sabemos”, tomó las palabras de Jesús como estaba acostumbrado a tomar las
palabras de
Claro que para aceptarlo
hace falta fe. Quizá no lo comprendamos, aunque Dios va dando inteligencia para
comprender, como les dio Jesús a los apóstoles en la tarde de
Esta nueva vida en el ser humano es tal que le
crea una nueva personalidad, pero no le quita la libertad. Por eso en muchas
personas después del bautismo esa nueva vida no progresa porque se dedican sólo
o casi sólo a la vida material. Es necesario dejar que el Espíritu siga guiando
nuestra vida, que El desea nuestra felicidad más que nosotros mismos.
Dejarse guiar por el
Espíritu no es fácil, porque muchas veces no conocemos, por lo menos del todo,
los caminos de Dios. El Espíritu, dice Jesús, es como el viento, que no sabemos
de dónde viene y a dónde va. Algo conocemos pero no del todo.
Los santos sabían vivir
esta nueva vida, poniéndose siempre en las manos de Dios, que sabe y que nos
quiere. Es esencial en la oración ponernos a la escucha de Dios para conocer su
voluntad. Dios se ha acercado a nosotros en la persona de Jesús. Conocer su
doctrina y sentimientos y vivir lo mejor posible su vida es vivir la nueva vida
que Dios nos concedió por el bautismo.