PASCUA
– DOMINGO IV A
(7-mayo-2017)
Jorge Humberto Peláez S.J.
Yo
soy el pastor… Yo soy la puerta
ü Lecturas:
o
Hechos de los Apóstoles
2, 14ª. 35-41
o
I Carta de san Pedro 2,
20b-25
o
Juan 10, 1-10
ü Jesús
es un formidable pedagogo. A través de imágenes sencillas, que hacen parte de
la realidad cotidiana de los que lo escuchan, va revelando el misterio de Dios
y su plan de salvación. Sabe decir lo más profundo de manera simple, sin tecnicismos
teológicos que causarían perplejidad en la audiencia. Esto nos hace pensar en
la importancia que tiene la adecuada formación de los catequistas y candidatos
al sacerdocio para que puedan presentar los grandes misterios de la redención y
las enseñanzas de la Iglesia con la metodología y el lenguaje que les permitan
llegar a cada uno de los grupos con los que interactúan.
ü En
el evangelio de hoy, el Señor utiliza dos expresiones que tienen sentido en sí
mismas, para comprender las cuales el
pueblo no necesitaba desarrollos teóricos para captar el mensaje; Jesús les
dice: Yo soy el pastor; Yo soy la puerta. Los invito, pues, a focalizar nuestra
meditación dominical en estas dos imágenes.
ü Empecemos
por la imagen del pastor: “Las
ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce
afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas
lo siguen, porque conocen su voz”.
o
Cuando los seguidores de
Jesús lo oyen hablar en estos términos, inmediatamente captan el mensaje, pues
muchas veces ellos han trabajado como pastores. Conocen las tareas propias de
este oficio, y el tipo de relación que se establece con las ovejas del rebaño.
o
El pastor cuida, guía,
cura, se preocupa por el alimento; debe estar atento a las amenazas de los ladrones
y de los depredadores.
o
En los textos del Antiguo
Testamento, con mucha frecuencia se utiliza la imagen del pastor paraa expresar
la relación entre Yahvé y el pueblo de la Alianza. Este simbolismo era evidente
para un pueblo cuya economía estaba centrada en las labores del campo.
o
Esta simbología del
pastor es retomada por Jesús. Él es el buen pastor. Todo su ministerio
apostólico da testimonio de este servicio, hasta llegar al extremo de dar la
vida por sus ovejas.
o
En los cementerios
cristianos de los primeros siglos, es muy frecuente encontrar representaciones de Jesucristo como
un joven pastor que lleva sobre sus hombros una oveja. Es una delicada
representación de nuestro Señor y Salvador.
o
Esta imagen de
Jesucristo, buen pastor, nos habla de su infinita misericordia. Él se preocupa
por cada uno de nosotros; no estamos desprotegidos; no hacemos parte de una
masa anónima cuya suerte a nadie interesa. Como nos dice el texto, “Él llama a
cada una por su nombre”. El Señor nos conoce mejor de lo que nos conocemos a nosotros
mismos. Ha dado su vida por nosotros; por eso desea ardientemente que no
hagamos mal uso de la libertad para que podamos llegar a la casa del Padre de
todos.
ü Vayamos
ahora a la segunda imagen que utiliza Jesús en esta catequesis que nos
transmite el evangelista Juan: “Yo soy la puerta;
quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos”. Se
trata de una imagen muy simple, cuya comprensión no necesita ningún nivel de
educación.
ü En
la vida cotidiana, ¿qué significa una puerta cerrada? Según el Diccionario de
la Real Academia de la Lengua, el verbo
cerrar significa “Asegurar con cerradura, pasador, pestillo, tranca u otro
instrumento, una puerta, ventana, tapa, etc., para impedir que se abra”.”
ü Una
puerta cerrada nos bloquea el acceso a otros espacios, impide la movilidad,
restringe la libertad. ¿Cuál era la
condición humana antes de la auto-manifestación de Dios que llega a su plenitud
en Jesucristo, revelador del Padre? La humanidad caminaba en tinieblas, no
encontraba una respuesta a los interrogantes más profundos de la existencia, se
sentía atrapada por unas fuerzas ciegas.
ü Con
la Alianza que el Señor establece con Abrahán y sus descendientes, la puerta
que estaba cerrada empieza a abrirse; el Señor dice: “Yo seré tu Dios y tú
serás mi pueblo”. Así esta comunidad elegida empieza a descubrir el misterio de
ese Dios que es único, personal, trascendente, misericordioso.
ü Con
Jesucristo, que es la plenitud de la revelación, la puerta se abre totalmente. Por
eso, en este día nos debemos preguntar por el alcance de esta afirmación del
Señor: “Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y
encontrará pastos”. ¿Qué nos dice? La encarnación, vida, pasión, muerte y
resurrección del Señor nos abre de par en par la puerta de la salvación:
o
A través de la parábola
del Hijo pródigo, Jesús nos revela el amor misericordioso del Padre, que nos
espera con los brazos abiertos.
o
Nos comunica la vida
divina pues hemos alcanzado la condición
de hijos.
o
Al participar de la
resurrección del Señor, hemos logrado descifrar el enigma de la muerte, que ya
no es sinónimo de destrucción sino de transformación.
o
Las parábolas del Reino
nos invitan a unirnos a este hermoso
proyecto de sembrar semillas de fe, esperanza y amor en el corazón de nuestros hermanos.
o
La fracción del pan es el
lugar de encuentro de la comunidad, que se reúne para escuchar la Palabra y
compartir el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación. Allí se nutre y encuentra la fuerza
para anunciar la buena noticia del resucitado.
ü Estas
dos imágenes de Jesucristo como pastor y
puerta, en su sencillez, nos comunican un rico mensaje. No estamos solos;
el Señor es nuestro pastor, nada nos falta; su bondad y su misericordia nos
acompañarán todos los días de nuestra vida. Su Pascua es puerta que nos permite
descubrir espacios insospechados de amor misericordioso y esperanza. La
existencia humana, que hasta entonces había estado marcada por la fatalidad y
el pesimismo, queda impregnada de divinidad. Somos hijos y coherederos del
Reino. Traspasar el umbral de nuestra creaturalidad era impensable, pero el
Señor resucitado lo ha hecho posible.