COMPARTIENDO
EL EVANGELIO
Reflexiones
de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas
por radios de Capital y Gran Buenos Aires)
Quinto
de Pascua, Ciclo A
Evangelio
según San Juan 14,1-12
Durante
la última cena Jesús dijo a sus discípulos: "No se inquieten. Crean en
Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si
no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y
cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos
conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el
camino del lugar adonde voy". Tomás le dijo: "Señor, no sabemos
adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?". Jesús le respondió:
"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por
mí."
Si
ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y
lo han visto".
Felipe
le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le
respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no
me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: 'Muéstranos al
Padre'? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las
palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las
obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos,
por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo
hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre."
EL
CAMINO LA VERDAD Y LA VIDA
¡Qué texto hermoso, donde Jesucristo
se identifica al Padre y el Padre es una misma realidad con Jesucristo! Es
evidente que Él ha sido enviado para nosotros como el camino, la verdad y la
vida, tres elementos fundamentales. El camino es para caminar, estar en
movimiento; Él es el camino donde nosotros, siguiéndolo, vamos a llegar a
destino; ese camino no es un camino falso, es un camino verdadero por eso Él es
la verdad y todo en Él es verdad. El Evangelio es verdad. Su doctrina es
verdad. Sus mandamientos son verdad; por
lo tanto, el que anda por los caminos de Dios tiene que andar y vivir en la
verdad. Esa verdad no es abstracta es bien concreta. Tiene que entrar en
nuestra vida; en las cosas, en el pensamiento, en las acciones, en las obras,
en los hechos, en los servicios, en las funciones, en el trabajo, en la
familia, en la sociedad, en la Iglesia.
Vimos el camino y la verdad. Ahora la
vida, porque quien es creyente -el discípulo que cree en Cristo- es aquel que
ha optado por la vida: ¡la opción es la vida!, su existencia, la existencia de
Dios, la existencia de nuestros hermanos. De ahí que el creyente tiene que ser
una persona entusiasta, alegre, íntegra, plena, vital. No tiene que ser un
amargado, un entristecido, una persona apesadumbrada. ¡Tiene que ser una
persona vital, porque todo lo que tocamos con Dios desde Dios tiene vida!
No somos las personas más desgraciadas
ni desafortunadas. Somos las personas más interesadas por la existencia, por lo
vital. Por eso queremos estar cerca de
Dios, estando cerca de nuestros hermanos,
los respetamos, los cuidamos, los atendemos. Porque el que tiene vida
respeta la vida desde la concepción en el vientre materno; así con todas sus
consecuencias.
El que obra en nombre de Cristo hará
obras importantes porque Cristo está obrando. Y aún serán obras mayores ¿por
qué? Porque Cristo está al lado del Padre e intercede permanentemente y nos
cuida constantemente a cada uno de nosotros. Por eso podremos hacer obras
mayores, porque Cristo está junto al Padre. Andemos con seguridad y no
errantes; andemos con verdad y no en la ignorancia; vivamos la vida y no la
maqueta, las pinturas que muchas veces quieren simular cuando no hay vida.
Pidamos a Jesucristo -que es el
camino, la verdad y la vida- que podamos andar por estos lugares y cuando el
Señor nos venga a buscar en el momento indicado, pasemos a la vida eterna,
vivamos nuestra Pascua personal.
Les dejo mi bendición: en el Nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén