PASCUA
– FIESTA DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR A
(28-mayo-2017)
Jorge Humberto Peláez S.J.
La
Ascensión: despedida y nueva presencia
ü Lecturas:
o
Hechos de los Apóstoles
1, 1-11
o
Carta de san Pablo a los
Efesios 1, 17-23
o
Mateo 28, 16-20
ü Hoy
celebra la liturgia la Ascensión del Señor. Después de haber cumplido la misión
que le confió el Padre de reconciliar a la humanidad, Jesucristo es constituido
Señor del universo. El Hijo de Dios, que se había despojado de los atributos de
la divinidad para asumir nuestra condición humana, brilla en la plenitud de la
gloria. Veamos cómo lo expresa san Pablo en su Carta a los Efesios: “Con esta
fuerza resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en
el cielo, por encima de todos los ángeles, principados, potestades, virtudes y
dominaciones, y por encima de cualquier persona, no solo del mundo actual sino
también del futuro. Todo lo puso bajo sus pies”.
ü Después
de la resurrección, los apóstoles y los discípulos más cercanos vivieron una
experiencia extraordinaria. Durante cuarenta días disfrutaron de la presencia
del resucitado. Leemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles: “A ellos se
les apareció después de la pasión, les dio numerosas pruebas de que estaba vivo
y durante cuarenta días se dejó ver por ellos y les habló del Reino de Dios”. Esta
última etapa de consolidación del equipo apostólico que emprendería la
construcción de la Iglesia fue de una particular intensidad, pues la
resurrección les había permitido comprender muchas de las afirmaciones de
Jesús, cuyo alcance se les había escapado. Sus corazones estaban llenos de
optimismo.
ü Entre las enseñanzas e instrucciones de esta
última etapa de formación, ocupa un lugar importantísimo la promesa de la
inminente venida del Espíritu Santo en medio de la comunidad, que implicaría un
nuevo modo de presencia de Jesús resucitado.
ü Ciertamente,
la Ascensión implica una mezcla de
sentimientos entre sus más cercanos colaboradores: Por una parte, es fuente de
alegría pues su amado Maestro regresaba junto al Padre y era constituido Señor del universo,
triunfador sobre la muerte y el pecado; la Ascensión era también fuente de
esperanza, porque recibirían al Espíritu Santo: “Aguarden aquí a que se cumpla
la promesa de mi Padre, de la que ya les he hablado: Juan bautizó con agua;
dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”. Por otra
parte, es inevitable que sus discípulos
sientan tristeza, pues ya no disfrutarán de la inmediatez del Maestro, quien
tendrá un modo diferente de presencia: “Sepan que yo estaré con ustedes todos
los días, hasta el fin del mundo”.
ü A
pesar de este curso intensivo de formación teológica que les da el Señor resucitado, no logran superar del todo
sus aspiraciones de restablecer las viejas glorias de Israel. Se trataba de una ilusión profundamente arraigada en la
cultura del pueblo judío, que seguía presente en las mentes y corazones de los discípulos: “Señor, ¿ahora
sí vas a restablecer la soberanía de Israel?”. La respuesta de Jesús es
indirecta, ya que hace referencia a la transformación que obrará el Espíritu
Santo.
ü Vayamos
ahora al texto del evangelista Mateo, en el que la Ascensión está íntimamente
asociada con la misión: “Vayan,
pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo cuanto yo les he
mandado”. Vale la pena que procuremos desentrañar la riqueza teológica de este
texto:
o
Se trata de la universalidad del mensaje de salvación,
que tiene como destinatario a la humanidad, superando las limitaciones del
Antiguo Testamento, donde la Alianza estaba circunscrita al pueblo de la
elección. La nueva Alianza abraza a todos los pueblos. Ahora bien, la puesta en
práctica de este mandato del Señor tropezará
con muchos obstáculos, empezando por la oposición expresada, dentro de la
comunidad apostólica, por los judíos que se
habían convertido al cristianismo. A lo largo de la historia de la evangelización
siempre ha estado presente la tentación de hegemonía de determinadas escuelas
teológicas y tradiciones litúrgicas
occidentales. La inculturación de la fe es un reto formidable, que exige
la formación antropológica de los evangelizadores, quienes deben conocer en
profundidad las culturas en las cuales harán el anuncio del Evangelio.
o
Se trata de una Iglesia en salida, usando la expresión
del Papa Francisco. No podemos echar raíces en la zona de confort de las
personas y comunidades con las cuales podemos comunicarnos fácilmente. Tenemos
que ir a las fronteras, allí donde se encuentran los colectivos que desconocen
a la Iglesia o que la miran con suspicacia.
o
El mandato de Jesús está
dirigido a la totalidad de los
bautizados. Todos hemos nacido a una vida nueva; todos debemos proclamar la alegría del
Evangelio. La metodología de la evangelización privilegia el testimonio sobre
los discursos retóricos.
o
Cuando Jesús afirma: “Enseñándoles
a vivir todo cuanto yo les ha mandado”, ¿qué quiere decir? El contenido de la
evangelización no es una lista de normas morales, como equivocadamente algunos
catequistas lo han enseñado. El contenido central de la evangelización es el
anuncio de la Persona de Jesucristo y del Reino que Él ha establecido, cuyos pilares
son el amor, la misericordia, la opción por los más vulnerables, la justicia,
el servicio. El mandamiento del amor es la quintaesencia del Reino.
ü En
esta fiesta de la Ascensión, meditemos sobre nuestras responsabilidades como anunciadores
del Evangelio. ¿Tomamos en serio el mandato del Señor?